(del FaceBook del Archivo Municipal de Jerez)
VIDA Y MUERTE DE LA 1ª MARQUESA DE DOMECQ.
Carmen Núñez de Villavicencio y Olaguer Feliú (1840-1923) fue esposa de Pedro Domecq Loustau (1824-1894) y madre de Pedro Domecq Núñez de Villavicencio (1869-1921), afamados bodegueros de la ciudad.
Sobre ella se publicó un libro (nuestro ejemplar está fechado en 1949), que conservamos en el Archivo Municipal de Jerez, cuyas ilustraciones, portada e índice se acompañan, además de dos recortes de prensa (El Guadalete de 13 y 14 de julio de 1923) que hablan de la muerte y entierro en la ciudad de Carmen Núñez de Villavicencio.
En El Guadalete de 13 de julio de 1923 se escribió esta elogiosa necrológica que, indirectamente, al referirse a “esa legión de muchachitas arrancadas de las garras de madres sin entrañas, libradas de los tentáculos con que eran aprisionadas por seres sin piedad...” y “Asilo de Golfas de la calle Cabezas”, develaba unos índices de pobreza y penuria social en la ciudad muy considerables.
“Ha muerto una jerezana ilustre. Dª Carmen Núñez de Villavicencio, Viuda de Domecq.
Ha rendido su jornada a la vida una ilustre dama jerezana cuyo nombre se pronunciará para bendecirlo al través de los años, de generación en generación, como ejemplo indeleble de bondad y de virtud, como patrón y modelo de magnanimidad y de altruismo.
Cerca de de tres cuartos de siglo, Jerez ha venido siendo testigo mudo de un sinfín de beneméritas obras llevadas a la práctica callada y cristianamente por la finada, primero como dignísima consorte del aquel insigne varón que se llamó D. Pedro de Domecq y Loustán (q. s. g. h.) más tarde, por espacio de muchos años, como santa madre de un puñado de hijos, dos de los cuales duermen ya el sueño de los justos, a todos los que supo inculcar las grandezas de .su alma noble, generosa, de mujer española que cifra sus entusiasmos y su cariño en un ideal.
Ha muerto «la señora madre», la venerable viejecita, que con halagadora palabra y suave sonrisa llevaba la convicción del bien al que acudía a su mansión en demanda de protección o de amparo, cuando se encontraba bajo el peso del pecado; y al morir, ha dejado como estela de su paso por entre los que con ella han convivido no sólo el recuerdo de sus virtudes y bondades, sino una bien cimentada obra de labor social y cristiana en todos los órdenes.
Acaso sea el legado cumbre que deje una de las instituciones más hermosas que en Jerez funcionan de pocos años a esta parte.
A la insigne dama jerezana se debe la fundación del Asilo de Golfas de la calle Cabezas, que si bien ya ha comenzado a dar sus frutos, todavía. No ha podido darse cuenta de que los está recogiendo esa legión de muchachitas arrancadas de las garras de madres sin entrañas, libradas de los tentáculos con que eran aprisionadas por seres sin piedad...
Jerez, que ha sabido honrar en vida a la que en estos momentos yace en e1 lecho mortuorio, proclamándola hija adoptiva y dando su honorable nombre a una de sus calles principales, sabrá hoy rendirle póstumo tributo al acudir al solemne acto de su sepelio.
Nunca como en esta ocasión EL GADALETE cree interpretar el sentir de la opinión trasladando a sus columnas, como grito del alma, alejándose de todo motivo de adulación, estas impresiones sinceras, hijas de sentimientos nobles que nos sugiere el fallecimiento de la venerable dama jerezana”.