Los archivos siempre han padecido
cierto desdén de los particulares y de las administraciones públicas. Durante
mucho tiempo han estado ninguneados sin piedad. Aunque últimamente disfrutan de
una más saludable vida debido a que en Andalucía y resto de comunidades existen
leyes específicas sobre archivos y documentos. En nuestra comunidad tenemos la
Ley 7/2011, de 3 noviembre, de Documentos, Archivos y Patrimonio Documental de
Andalucía. También contamos con un reglamento de archivos, el decreto 97/2000,
de 6 de marzo, por el que se aprueba el Sistema Andaluz de Archivos y se desarrolla
la Ley 3/1984, de 9 de enero, de Archivos. Pero a pesar de esta importante
legislación los archivos siguen postergados en muchos sitios.
Releyendo las actas capitulares
del Archivo Municipal de Jerez me he encontrado esta curiosa, y de algún modo
emotiva, cita de 19 de diciembre de 1931 (punto 27 de la sesión de pleno de
aquella fecha): “En escrito que fue leído
del sr. Archivero Municipal se solicita la ampliación del local del Archivo, la
confección de vitrinas para custodiar los documentos y pergaminos de valor
histórico que existen en dicha dependencia, instalación en la misma de un
aparato telefónico y la adquisición de un aparato para limpieza del polvio de
la misma. Apoyan la petición los sres. Ruiz Carriedo y Blázquez, acordando el
Excmo. Ayuntamiento, a propuesta del sr. Germá, que pase a la comisión de
Archivo y Biblioteca. Maifiesta el sr. Taboada que el aparato de limpieza y las
vitrinas son indispensables”. Los concejales republicanos Germá Alsina y
Taboada prestaban atención al Archivo Municipal que en aquella fecha dirigía el
singular Adolfo Rodríguez Rivero.
La actual ley de transparencia de
Andalucía no olvida, como es lógico, referirse a la importante cuestión del
acceso ciudadano a los archivos públicos: “Mención especial merece la relación de la transparencia con el derecho a una buena administración reconocido en el artículo 31, que comprende el derecho de todos ante las administraciones públicas, cuya actuación será proporcionada a sus fines, a participar plenamente en las decisiones que les afecten, obteniendo de ellas una información veraz… así como a acceder a los archivos y registros de las instituciones, corporaciones, órganos y organismos públicos de Andalucía, cualquiera que sea su soporte…”.
Y hablando del acceso a los archivos, en la actualidad, en el plano estatal, ha tomado especial relevancia un debate, el de los famosos 10.000 documentos clasificados por el Mº de Defensa (http://cadenaser.com/ser/2017/06/04/politica/1496583706_452972.html) que aún la ciudadanía no puede consultar sin que se sepa muy bien por qué. Y es que aún rige, en materia de secretos oficiales, una ley de 1968, es decir, salida del corazón del régimen franquista, a saber, la Ley 9/1968, de 5 de abril, modificada por la ley 48/78, de octubre.
Y hablando del acceso a los archivos, en la actualidad, en el plano estatal, ha tomado especial relevancia un debate, el de los famosos 10.000 documentos clasificados por el Mº de Defensa (http://cadenaser.com/ser/2017/06/04/politica/1496583706_452972.html) que aún la ciudadanía no puede consultar sin que se sepa muy bien por qué. Y es que aún rige, en materia de secretos oficiales, una ley de 1968, es decir, salida del corazón del régimen franquista, a saber, la Ley 9/1968, de 5 de abril, modificada por la ley 48/78, de octubre.
Cuando los gobernantes impiden a la ciudadanía
acceder a documentos históricos claves para comprender nuestro pasado reciente,
cuando nuestros gobernantes se amparan en subterfugios del franquismo -como la
ley de secretos oficiales de 1968- para que no se sepa, por ejemplo, lo que
ocurrió entre EEUU y España durante la dictadura... Entonces, seamos claros, es
que vivimos en una falsa democracia. Prohibir el conocimiento histórico a la
ciudadanía es peor que la corrupción, porque a esta se la puede combatir con
campañas de concienciación y con penas de prisión, pero la temible y duradera
censura franquista cabalgando de generación en generación se ve que va a
necesitar algo más que leyes de transparencia para acabar con ella. Secretos eternos, archivos invisibles, democracia de baja
calidad, feas costumbres.
Termino este artículo citando una conocida frase
de William Faulkner: “el pasado nunca está muerto; ni siquiera está pasado”.
Porque de algún modo el pasado, y los que vamos siendo mayorcitos entendemos
muy bien lo que esto significa, es una clase de presente. Razón por la cual los
archivos forman parte de nuestra vida, de nuestra democracia, de nuestras
posibilidades de solucionar, quizás, los graves problemas que esta crisis
multidimensional nos ha traído.