Una lección de historia muy necesaria en estos tiempos en los que la habladuría, la mentira (o fakes news), la propaganda partidista, la manipulación, la extensión del pensamiento simple y simplista, etc., hacen su agosto. De algún modo, oír a un buen historiador permite reorientar el rumbo en estos tiempos de zozobra (cultivada desde arriba con determinados fines).
Respecto a Jerez:
"Y la venganza de los «mártires de Jerez» fue uno de los pretextos para las primeras bombas en Barcelona. El 8 de enero de 1892, casi diez años después de la Mano Negra, y en el mismo escenario, la «violencia campesina» volvió a aparecer. Unos centenares de campesinos armados con sus hoces intentaron liberar a sus compañeros presos en la cárcel. Como escribió Vicente Blasco Ibáñez, «miraban con ojos feroces a Jerez. El desquite de los pobres estaba próximo y la ciudad blanca y risueña, la ciudad de los ricos, con sus bodegas y sus millones, iba a arder, iluminando la noche con el esplendor de su ruina».
El asalto fracasó y sus protagonistas, que se apoderaron de las calles durante unas horas, mataron a dos transeúntes. La respuesta gubernamental fue dura, lo habitual en aquella época: cientos de detenidos, numerosas torturas y cinco ejecuciones, las de los supuestos «inspiradores» de la insurrección. Se cumplían así las palabras que el mismo Blasco Ibáñez ponía en boca del amo de su ficción, aunque tan cerca de cualquier amo real, don Pablo Dupont, cuando este se enteró de que los campesinos iban a entrar en Jerez: «Un poco de susto en el primer momento, y después, ¡pum, pum, pum!, el escarmiento que les hace falta, el presidio, y hasta su poquito de garrote, para que vuelvan a ser prudentes y nos dejen quietos una temporada» (22)" (J. Casanova)
"Nota 22: Vicente Blasco Ibáñez, La bodega, una novela sobre esos sucesos publicada en 1905, de la que Francisco Caudet ha hecho una cuidada edición en Cátedra, 1998, de donde proceden las dos citas (pp. 491 y 498, respectivamente). En febrero de 1883 la Guardia Civil anunció el descubrimiento de una organización conspirativa, la Mano Negra, supuestamente involucrada en el incendio de cosechas y el asesinato de propietarios. Las pruebas aducidas eran unos cuantos crímenes descubiertos en los últimos meses en la zona de Jerez y se utilizó para perseguir a jornaleros «revoltosos» y a miembros de las organizaciones anarquistas. La persecución fue sonada, con numerosas condenas a deportaciones o largos años de prisión. Peor fueron las cosas para siete de los detenidos, que fueron condenados a muerte por sentencia de la Audiencia de Jerez el 18 de junio de 1883, ratificada por el Tribunal Supremo el 5 de abril de 1884, y ejecutados el 14 de junio de ese mismo año: Clara E. Lida, Anarquismo y revolución en la España del siglo XIX, pp. 252-253. Puede verse también Demetrio Castro Alfín, Hambre en Andalucía. Antecedentes y circunstancias de la Mano Negra, Ayuntamiento de Córdoba, 1986, y la reconstrucción de los hechos por Juan Madrid, La Mano Negra. Caciques y señoritos contra los anarquistas, Temas de Hoy, Madrid, 1998" (J. Casanova)
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