sábado, 30 de octubre de 2021

Glorias xerezanas (Manuel Bellido, 1906) (VIII)

ROMANCE VII

DIEGO FERNÁNDEZ DE HERRERA (1)

(1339)

I

Era del brumoso Octubre / uno de los días postreros, / y á su término tocaba / el año de mil trescientos / treinta y nueve, año de luchas / y de zozobras sin cuento.

(1) El apellido de Herrera no fue conquistado, como afirma Bartolomé Gutiérrez en su Historia de Xerez, tomo TI, pág. 199, en el acto heroico que reseñamos en este Romance; puesto que en el Libro del Repartimiento de Casas de 1266, figura en la collación de San Juan, Domingo Gonzalo de Herrera, abuelo del héroe mencionado; el mismo Bartolomé Gutiérrez niega tal parentesco, indicando como abuelo del citado héroe a Diego Ferrans, con casa en la collación de San Marcos. Tienen por armas dos calderas de oro sobre campo rojo con orla de calderas y pendones, signos de rica hombría. Frente a la iglesia de San Mateo, se conserva en el muro de una casa, un escudo en mármol con dos cuarteles, en uno de los cuales se ven las armas de los Fernández de Herrera.

En la ciudad de Xerez, / bizarro y heroico pueblo / que llenó el suelo de España / de esforzados caballeros, / desde temprano se observa / desusado movimiento / de señores linajudos, / que, abstraídos y en silencio, / cruzan las estrechas calles / desde el uno al otro extremo, / baja la altiva cabeza, / fruncido el adusto ceño; / de hidalgos que van y vienen / a buen paso y mal contentos, / según llevan de mohíno / y mal encarado el gesto: / pelotones de soldados / y corrillos de pecheros, / que con avidez atisban / y murmuran con recelo, / del que sube y del que baja, / pobre ó rico, mozo ó viejo.

Es indudable que todos / los moradores del pueblo, / algo temen y algo esperan, / pero terrible y siniestro.

II

Bajo la espaciosa nave / del hermoso y santo templo / de San Juan, al que los fieles / llaman de los Caballeros, (1) / aparecen congregados, / en haz compacto y espeso, / nobles de elevada alcurnia, / hijosdalgos de abolengo, / magistrados y golillas, / los patronos del Concejo, / soldados de edades varias / de marcial y franco aspecto, / aunque los más son vulgares, / y de distinción los menos.

Todos en montón confuso / agítanse con empeño, / y se oprimen, se codean, / se empujan y pisan ciegos, / pues cada cual ambiciona / ser de todos el primero.

Pronto en el aire resuena / un prolongado siseo, / que cual eléctrica chispa / va el concurso recorriendo, / y varias veces se oye / con acentuado imperio, / repetida la palabra / sacramental de ¡silencio!.

(1) Respecto al origen probable del cognomen de Caballeros dado a este templo, véase la nota primera del párrafo V del anterior Romance dedicado a Domingo Mateo de Amaya.

Calla el ruidoso gentío, / y con profundo respeto / todos a escuchar se aprestan / las razones o consejos / que va a darles el ilustre / Prelado de Mondoñedo / don Álvaro de Viedma, / militar y Obispo a un tiempo; / si como clérigo, sabio, / valiente, como guerrero.

III

- Ha seis meses que sufrimos / apretado y duro cerco, / que el rey de las Algeciras / obstinado nos ha puesto; / (dice el ilustre caudillo / con emocionado acento).

Hasta aquí hemos resistido / y luchado como buenos; / pero las fuerzas nos faltan, / mientras crecen las de ellos.

Ellos la salud disfrutan / del que vive en campo abierto; / nosotros las privaciones / y los tristes sufrimientos, / de los que de altas murallas / se ven encerrados dentro.

Y... de ello hablar no quisiera, / porque me desgarra el pecho; / mas lo diré, aunque me cueste / hondísimo sentimiento.

El hambre ya ha desplegado / su fúnebre pendón negro, / y a todo el pueblo cobija; / a los grandes y pequeños.

El duro pan que hasta hoy / nos dio el único sustento / durante un mes, mitigando, / el dolor del cuerpo hambriento, / se acabó con la esperanza / de exterminar al ejército / formidable, de los hijos / del arenoso desierto.

Réstanos sólo un recurso / en tan aciagos momentos; / morir en sangrienta lucha, / antes de entregar el cuello / a la bárbara cuchilla / del cobarde sarraceno; / y si morir, como bravos / peleando, no podemos, / por resistirse a la lidia / la endeblez de nuestro cuerpo, / por el hambre extenuado / y por las fatigas muerto, / de NUMANCIA y de SAGUNTO / la abnegación imitemos.—

Aún de las palabras últimas / escuchábanse los ecos, / cuando del compacto grupo / adelántase un mancebo, / de noble y viril presencia, / y de continente apuesto, / y al insigne Obispo dice / con aire firme y resuelto:

—Señor, xerezano soy, / del honor humilde siervo, / nieto del valiente Herrera, / que dio sangre de su pecho / por rescatar del moslime / este codiciado suelo.

Sabed, señor, que ahora y siempre / a morir estoy dispuesto / por la patria; mas de hambre, / cobarde fuera, teniendo / frente a frente al enemigo, / y al cinto el tajante acero.

Sé las costumbres y el habla / del astuto sarraceno, / aprendidas cuando niño / en obscuro cautiverio; / y soy capaz de internarme / del moro en el campamento, / y darle muerte al odioso / Abu-Malik, que es el dueño, / príncipe, señor y jefe / de los moriscos ejércitos.

Ayudad vos esta empresa / con vuestros bravos guerreros, / y aprovechando el instante / de general desconcierto, / que ocurrirá, cuando miren / al infiel Picazo (1) muerto, / cargad sobre el enemigo / con belicoso denuedo; / que abrigo la confianza, / y aun más, la certeza tengo, / de que en el primer embate / ha de ser el triunfo nuestro.—

(1) El apellido Picazo, que llevaba uno de los cuatro Juanes, y que aun se conserva en Xerez en familias humildes, tiene su origen en. el que daban al moro muerto en esta jornada memorable.

Con tal fe y aplomo tanto / habló el valiente mancebo, / que todos los allí juntos, / atónitos y en silencio / contemplándole quedaron; / hasta que el de Mondoñedo, / le dijo: ¿Por Dios juráis / cumplir lo que habéis propuesto?.

—Por Dios bendito lo juro, / por mi honor de caballero.

Falta sólo que mañana / con los instrumentos bélicos, / de atabales y clarines, / hagáis con fragoso estruendo / una señal convenida.

—Hora.

-La del alba.

-Presto / marchad, y Dios nos ayude; / que á vos, heroico mancebo, / os dará valor y amparo / la Virgen de los Remedios (1)

(1) Era especial la devoción que en este tiempo tenían los caballeros xerezanos a Nuestra Señora de los Remedios, cuya sagrada imagen fue hallada en un vano de la muralla de la Puerta del Real.

IV

Desde el lejano Occidente / lanza sus rayos postreros / el sol, entre parda bruma / y entre celajes envuelto.

Sobre blanca, hermosa yegua, / voladora como el viento, / a todo escape cabalga / un moslim, joven y apuesto, / lanza en cuja, gumia al cinto, / y al lujoso arzón sujeto / va pendiente el corvo alfanje, / que es de damasquino acero.

Ancho turbante le sirve / de marco al rostro trigueño, / donde, cual ardientes ascuas, / centellan dos ojos negros.

Lleva, como distintivo / de su elevado perjenio, / en vez de alquicel, chilaba / con adornos de alto precio: / oro, sedas, apostura; / todo, nos da como cierto / que el africano jinete / es un señor opulento, / un walid de regia estirpe, / o algún jeque de Marruecos.

Quienquier que sea, impaciente, / va por sendas y linderos, / atravesando a galope / sin marcado derrotero, / los sembrados que el alarbe / taló, de venganza ciego.

Y así rápido camina / y va por los campos yermos, / que próximos a Sidonia / se extienden como desiertos, / forzando a la noble yegua, / que atrás deja el raudo viento.

V

En el horizonte, apenas / dibuja su albor primero / vaporosa la mañana, / disipando el manto negro / que a la tenebrosa noche / guarda entre sombra y misterio.

Bien cerca del turbio Lete, / en unos llanos inmensos, / acampa de la morisma / el beligerante ejército, / y donde quiera hay señales / de militar vivaqueo.

Al lado, sobre la cumbre / de un alto empinado cerro, (1) / álzase la blanca tienda / del temido Infante Tuerto: / todo en la quietud reposa, / todo duerme en el silencio / que de vez en cuando turba / el alerta soñoliento / del vigilante atalaya.

(1) Dicho cerro está situado cerca del puente de la Cartuja y es conocido, hasta del vulgo, coa el nombre de Cerro o Cabeza del Real; nombre que a través de los tiempos ha llegado a nuestros dias, aun cuando no esté tan vulgarizado como debiera, el hecho gloriosísimo que le dio origen.

De súbito, interrumpiendo / la tranquilidad del campo / y el apacible sosiego / que reina en las dulces horas / del amanecer risueño, / atabales y clarines / tocaron con tal estruendo, / tal confusa algarabía / de lejano clamoreo, / tal tropel de gente armada / y agudos gritos se oyeron, / que las tropas agarenas / pusiéronse en movimiento, / y las repetidas voces / de alarma, pronto invadieron / hasta los rincones últimos / del morisco campamento.

Sonaron los añafiles / con atronadores ecos; / voces de mando, imperiosas, / en todas partes se oyeron; / unos montan á caballo, / otros los disponen presto, / los de aquí buscan sus armas, / y las requieren aquéllos, / los más azorados corren / con grande desasosiego: / hay espanto en muchas caras, / serenidad en las menos.

Todos impacientes miran / hacia el empinado Cerro / en donde el Real se asienta, / aguardando den comienzo / las primeras maniobras / y los anuncios primeros, / de apercibirse a la lucha / contra el enemigo fiero, / pues por instantes avanzan / los cristianos hacia ellos.

Mas enfrente de la tienda / de Abu-Malik, todos vieron / un pelotón de los suyos / los alfanjes esgrimiendo, / y oyéronse bien distintos, / maldiciones, juramentos, / alaridos angustiados / y el chocar de los aceros.

Del pelotón, vióse a poco / cual una flecha ligero, / partir sobre blanca yegua / al incógnito guerrero / que atravesó por la noche / el morisco campamento, / cual subdito del Infante / y de Aláh rendido siervo.

VI

Los aguerridos cristianos / como chacales hambrientos, / han penetrado veloces / en el enemigo cerco, / dando con feroz empuje / a la matanza comienzo.

La morisma alborotada / sin más recursos ni medios / de defensa, que la huida, / en tan impensado encuentro, / ávida a sus jefes busca, / como salvador remedio / contra el infernal desorden / y el reinante desconcierto / que es nuncio de la derrota / buscada por tanto tiempo, / y esta vez puesta al alcance / de los cristianos guerreros.

Repléganse del Real / hacia el empinado Cerro, / y allí, frente de su tienda, / con terror pánico vieron / al caudillo Abu-Malik / tendido en el duro suelo, / con ancha y profunda herida / que le ha desgarrado el pecho.

Sus leales le contemplan / consternados y en silencio, / y hay espanto en unos rostros, / en otros dolor sincero, / en algunos honda rabia, / y en todos el desaliento.

Pero los cristianos llegan / con belicoso denuedo, / y al desconcertado alarbe / acometen, de ira ciegos, / y rueda un infiel por tierra / a cada tajo certero.

Crece con furor la lucha, / la refriega va en aumento, / y sólo se escucha en torno / el fragor de los aceros / que se cruzan y golpean / con salvaje ensañamiento; / bramidos del que provoca, / de quien lucha el rugir fiero, / amenazas, del que hiere / y del herido lamentos.

Un pelotón de cristianos / que llega como refuerzo, / hace que el terror aumente / en el enemigo ejército, / y hay muchos que acometidos / por los espasmos del miedo, / quedan fuera de combate; / otros se alejan huyendo / en cobarde retirada, / y pocos son los que tercos / insisten en la victoria, / peleando con empeño.

Al mirar los xerezanos / cual merman los sarracenos, / y que las filas se aclaran / con los idos y los muertos, / todos juntos se disponen / á hacer el postrer esfuerzo, / y al mando del valeroso / Obispo de Mondoñedo, / tan atroz acometida / a los enemigos dieron, / que al primer choque quedaron / los pelotones deshechos, / y en dispersión vergonzosa / a la desbandada huyeron, / no sin que el suelo dejaran / de cadáveres cubierto.

VII

En la Puerta del Real / llamada del Marimolejo, / bulle, charla, se impacienta / y se estruja sin respeto / a la vejez ni al estado, / á la distinción ni al sexo, / una multitud ansiosa / de ver el herido cuerpo / del gran FERNÁNDEZ DE HERRERA / que al moro Picazo ha muerto.

Ha un instante, que vestido / con el traje sarraceno, / sobre voladora yegua / del campo enemigo ha vuelto, / por los moros acosados / y mal herido por ellos.

De mortales cuchilladas / tiene acribillado el cuerpo, / desgarrados los vestidos, / de sangre el rostro cubierto; / ni un suspiro, ni una queja, / ni aun apenas el aliento, / salen en señal de vida / de sus labios entreabiertos.

Sobre los robustos hombros / de alguaciles y escuderos, / a las órdenes sumisos / de Regidores y médicos, / DIEGO FERNÁNDEZ DE HERRERA / fue llevado al santo templo / de San Dionís, donde hizo / la ciencia el último esfuerzo / por restituir el héroe / a su patria y a sus deudos.

Mas resultaron fallidos, / inútiles los intentos / de los sabios, que la vida / devolverle pretendieron; / y quince días pasados / de pruebas y de tormentos, / a Dios entregó su espíritu / el bizarro caballero, (1) /

(1) Los gloriosos restos de Diego Fernández de Herrera, fueron sepultados con gran pompa en la cripta de San Marcos, donde fue hallada en 1755 una lápida con la inscripción siguiente: «Aquí yace el magnífico y muy noble y esforzado caballero, gran libertador de su patria Xerez, Diego Fernández de Herrera, que mató al Infante Tuerto, y a costa de su vida la libró de su gran poder, año de 1339.» El P. Rallón asegura en su Hª de Xerez (tomo II , cap. XIX, p. 274), haber leído un acuerdo del Cabildo, «que ordena y manda que esta batalla y suceso se pinte en la plaza del Arenal, en las casas del Corregidor, de cuerpos grandes, y que se renueve siempre que la necesidad lo pida para que no se pierda la memoria de ella.» Bmé. Gutiérrez dice en su Año Xericiense, que estuvieron visibles hasta el año 1670; ignorándose por qué no se renovó su pintura, habiéndose acordado por la Ciudad que así se hiciera.

que dio su preciosa sangre / por redimir a su pueblo, / del odioso y torpe yugo / del invasor sarraceno.

viernes, 8 de octubre de 2021

EL DOCUMENTO MÁS ANTIGUO DEL ARCHIVO MUNICIPAL DE JEREZ.


El documento más antiguo que conservamos en el Archivo Municipal de Jerez es un privilegio rodado donde Alfonso X concede a la ciudad entidad jurídica y exenciones militares. Su data es: jueves 22 de marzo de 1268, Jerez, y su ficha en el Archivo dice: Alfonso X concede a los pobladores de Xerez el fuero de Sevilla y los exime del servicio de hueste más allá del Guadalquivir (signatura: AMJF., AHR, C. 22, Nº 18).

El historiador Miguel Ángel Borrego señala: “Aunque el privilegio aparece citado en el Diplomatario Andaluz de Alfonso X, el deplorable estado de conservación que entonces presentaba impidió a sus editores reproducirlo y dar con su fecha exacta de emisión, que fijaron en 22 de enero de 1268. Afortunadamente, la restauración a la que fue sometido por el Instituto Andaluz de Patrimonio Histórico (IAPH) en 2011, ha facilitado su lectura y primera transcripción, y que establezcamos como día preciso de su redacción el jueves 22 de marzo de 1268, dato que lo convierte, además, en el privilegio decano del Archivo Municipal de Jerez”.

Y añade: “El documento se redactó con tintas metaloácidas en escritura gótica cursiva fracturada formada o de privilegios, en el lado carne o pars munda de un único pliego de pergamino en sentido vertical, con unas dimensiones aproximadas de 595 por 495 mílímetro. Su decoración se realizó con técnica pictórica en colores verde y rojo, tal y como se aprecia en el crismón, las letras capitales y en la rueda característica que destaca en el centro del documento. Sus elementos identificativos, propios de su época y tipología gráfica son el crismón aludido, el signo de validación en forma de rueda con leyendas y símbolos que aluden al rey, y las confirmaciones, dispuestas en columnas, de las personalidades más relevantes del panorama político, económico y religioso de la época. Cabe destacar que bajo las firmas y rúbricas, el documento tuvo en origen un sello pendiente de plomo, actualmente desaparecido, así como el cordón de hilo de seda que lo unía al documento, quedando visibles actualmente los orificios de donde colgaban. El privilegio fue emitido en marzo de 1268, probablemente durante la celebración de las Cortes de Jerez, consideradas las más importantes del reinado de Alfonso X, pues allí se cuestionaron aspectos tan importantes como el valor de la moneda, la reglamentación de los salarios de los trabajadores o el control de precios”

La transcripción del precioso documento presentada por M. A. Borrego (véase: http://www.cehj.es/revista-de-historia.../volumen-18-2015/) es:

<<(Christus. Alfa. Omega) Sepan quantos este privilegio vieren e oyeren cuemo nos, don Alfonso, por la graçia de Dios, rey de Castiella, de Toledo, de León, de Gallizia, de Seuilla, de Córdoua, de Murçia, de Jahén [e del Algarve, en uno con la reyna donna] Yo-/lant, mi mugier, e con nuestros fijos, el inffante don Ferrando, primero e heredero, e con don Sancho e don Pedro e don Johan e don Jaimez. Por grand uoluntad que auemos de fuzer bien e merçed a los caualleros [fijosdalgo e a todos los cibda]- danos e a los omes bonos del conçeio de la çibdat de Xerez e a los que agora son vezinos moradores e serán daquí adelante pora siempre iamás, dámosles e otorgámosles que ayan [el fuero] e las franquezas que han el conçeio de la [noble çibdat] de Seuilla [complidamiente] en todas cosas. E, por fazerles más merçed, otorgámosles que non fagan hueste a otra parte a nos ni a nuestros herederos que regnaren después de nos en Castiella e en [León, ende] del río de Guadalquiuir [ ... ] / [ ... ] de aquellos que quisieren fazer hueste por [la plaza] de Guadalquiuir.
E mandamos e deffendemos que ninguno non sea osado de ir contra contra este priuilegio pora quebrantarlo ni pora minguarlo en ninguna cosa, ca qualquier que lo fiziesse [auríe nuestra ira e pechamos ye en coto / diez mill morauedís] e al conçeio de Xerez o a quien su uoz to[uiesse todo el] danno doblado.
E, porque esto sea firme e estable, mandamos seellar este priuilegio con nuestro seello de plomo. Fecho el priuilegio en Xerez, por nuestro mandado, yueves, ueynte e dos días andados del mes [de março, era de mill e trezien]- / tos e sex annos>>

(véase la transcripción completa en el citado artículo)




miércoles, 6 de octubre de 2021

Raíces históricas del laicismo andaluz: José Colom Víctor (Sanlúcar, 1854-1913)

Muy interesante vídeo del historiador sanluqueño Salvador Daza Palacios sobre la figura del republicano y laicista sanluqueño José Colom Víctor:


Véase también de Salvador Daza un artículo sobre Colom Víctor:


Fusilamientos en la explanada de la Plaza de toros de Jerez de la Frontera entre 1937 y 1941.

artículo del Grupo de Memorialistas de Jerez:

https://memorialistasenjerez.blogspot.com/2021/10/fusilamientos-en-la-explanada-de-la.html


Fusilamientos en la explanada de la Plaza de toros de Jerez de la Frontera entre 1937 y 1941.

 

 

¿Sería mucho pedir que el Ayuntamiento de la ciudad colocara en algún lugar de sus alrededores un sencillo elemento físico que recordara la identidad y las circunstancias de los asesinatos de estas víctimas?

 

Grupo de Memorialistas de Jerez de la Frontera

 

 

Al acabar la Guerra Civil fue tal la masa de detenidos y detenidas que los vencedores debieron habilitar de manera urgente y provisional una muy variada tipología de edificios e instalaciones que sirvieran como campos de concentración y lugares de detención y de clasificación de estos prisioneros. Entre ellos también cumplieron esta función carcelaria las plazas de toros. Por citar algunos ejemplos se sabe que funcionaron como tales las de Zaragoza, Valencia, las Ventas en Madrid, la de Albacete o la de Baeza en Andalucía. En algunos casos, por su apartada ubicación de los zonas pobladas, las  explanadas de acceso y los alrededores inmediatos de estos cosos taurinos fueron elegidos además por los militares rebeldes sublevados como lugares para acabar con la vida de los vencidos mediante el fusilamiento.

Este fue el caso de la Plaza de Toros de Jerez la cual reunía para su elección como lugar de fusilamiento, además de su apartamiento, la «práctica ventaja» de hallarse a solo unos pocos pasos de distancia del antiguo cementerio de Santo Domingo y de su llamado Patio de Ampliación, espacio donde se hallaban excavadas algunas de las fosas comunes en las que eran arrojados los cuerpos sin vida de los fusilados después de ser pasados por las armas.


 

 

Vista de los alrededores de la Plaza de Toros de Jerez

 

Durante los años de la Guerra Civil -a partir de 1937 sobre todo- y la inmediata posguerra Jerez jugó un activo papel en el entramado represivo puesto en marcha por la jurisdicción militar franquista con el objetivo de continuar por otros medios el plan de exterminio iniciado ya desde de julio de 1936 con la aplicación de los bandos de guerra y ahora, a partir de 1937, con los procesos sumarísimos de urgencia que llevaron a miles de personas frente a un pelotón de fusilamiento y a esas fosas comunes. Este papel ya fue señalado hace unos años por el investigador Fernando Romero Romero en su trabajo “Justicia militar: el nudo represivo entre Jerez y la Sierra de Cádiz” (Ubi Sunt? nº 27, 2012, pp. 116-128)

Entre los años 1937 y 1941 nuestra ciudad fue el lugar elegido para la ejecución de 39 condenas a muerte impuestas por tribunales militares franquistas, 37 de ellas por fusilamiento y dos por garrote vil, estas dos últimas ejecutadas en la cárcel de partido en las personas del vecino de Montecorto Antonio Lirio León, el 20-6-1938, y de José Tornay Orellana, vecino de Alcalá del Valle, el uno de agosto del mismo año. (1)

En la explanada y alrededores de la plaza de toros de la ciudad próximos a las tapias del antiguo cementerio de Santo Domingo se fusiló a 31 hombres vecinos de pueblos de la serranía gaditana (19 de ellos de la localidad de Setenil de las Bodegas), además de 6 vecinos de otras poblaciones de la provincia gaditana, entre ellas Jerez, San José del Valle, Los Barrios, Jimena de la Frontera o Sanlúcar de Barrameda.


 

 

 

Una vez vistas y sentenciadas sus causas, estas personas fueron trasladadas hasta la cárcel de Jerez, en la calle Belén, desde sus respectivas poblaciones de origen y lugares donde se celebraron los consejos de guerra, en espera de la orden de ejecución de la pena de muerte a la que habían sido condenados por tribunales pertenecientes al Consejo de Guerra Permanente de Cádiz que actuaron en poblaciones de la serranía gaditana  o en la propia ciudad de Jerez.

 

A final de 1940 en esta prisión de la ciudad se amontonaban cerca de 600 detenidos, en unas instalaciones con capacidad para albergar a poco más de cien reclusos. Una parte considerable de ellos eran, efectivamente, detenidos a disposición de la Auditoría de Guerra en espera del inicio de algún procedimiento o diligencia judicial o, como en el caso que nos ocupa, en espera de la ejecución de la pena de muerte a la que habían sido ya sentenciados, como se ha dicho. Las pésimas condiciones higiénico-sanitarias de sus instalaciones, la falta de salubridad y el hacinamiento en que convivían estos reclusos, denunciadas por el propio médico de la prisión Sebastián Guerrero, fueron las causas de que en mayo de 1940 se declarara en ellas un brote de tifus exantemático con casi 90 infectados.

Como se ha señalado ya, casi cuarenta de esos detenidos sentenciados ya de manera firme a muerte fueron pasados por las armas junto a la plaza de toros. A continuación recogemos sus nombres, procedencia y algunos detalles biográficos:

FUSILADOS EN 1937

1. Fco. Pérez Barranco, natural de Cortes de la Fra., vecino de Jerez, 20 años, soltero, fusilado el 18-5-1937. 2. Fco. Menacho Jiménez,  de Jerez, 26 años, jornalero, fusilado el 18-5-1937. 3.  Domingo Rodríguez Suárez, natural de San José del Valle, soltero, jornalero, fusilado el 2-7-1937. 4. Fco. Ramos Montero, natural y vecino de Setenil, 19 años, fusilado el 15-7-1937 5. Juan Gómez Benítez, natural y vecino de Setenil, 38 años, fusilado el 17-7-1937. 6. José Domínguez Porras (¿Porrúa), natural y vecino de Setenil, 26 años, fusilado el 16-7-1937. 7. Esteban Bastida Durán, natural de Algodonales y vecino de Setenil, fusilado el 16-7-1937. 8. Juan Galán Bastida, natural y vecino de Setenil, 38 años, fusilado el 30-7-1937. 9. Benito Morales Linares, natural y vecino de Setenil, 48 años, soltero, fusilado el 5-10-1937. 10. Fco. Moreno Calvente, natural y vecino de Setenil, 37 años, casado, fusilado el 5-10-1937. 11. Juan Martín Beltrán, naral y vecino de Setenil, 35 años, casado, fusilado el 5-10-1937. 12. José Camacho Gil, natural y vecino de Setenil, 19 años, soltero, fusilado el 5-10-1937. 13. Fco. Gómez Aguilar, natural y vecino de Setenil, 49 años, casado.

FUSILADOS EN 1938

1. Antonio Sánchez García, natural y vecino de Alcalá del Valle, 27 años, jornalero, casado, fusilado el 28-3-1938. 2. Antonio Aguilera Benítez, natural y vecino de Setenil, 37 años, casado, fusilado el 7-12-1938. 3. Juan Domínguez Moreno, natural y vecino de Setenil, 30 años, casado,  jornalero, fusilado el 7-12-1938. 4. Cristóbal Gutiérrez  Romero, natural y vecino de Setenil, 30 años, jornalero, fusilado el 7-12-1938. 5. Bartolomé  Gallego Rodríguez, natural y vecino de Setenil, 39 años, casado labrador, fusilado el 7-12-1938. 6. Joaquín Camacho Peña, natural y vecino de Setenil, 35 años, casado, jornalero, fusilado el 7-12-1938. 7. Sebastián Domínguez Morilla, natural y vecino de Setenil, 42 años, casado, jornalero, fusilado el 7-12-1938.  8. Salvador García Martín, natural y vecino de Setenil, 31 años, casado, jornalero, fusilado el 7-12-1938.

FUSILADOS EN 1940

1. Antonio Ortega Vázquez, natural de Jimena de la Frontera y vecino de Cortes de la Frontera, 24 años, soltero, jornalero, fusilado el 14-8-1940. 2. José Atienza Corrales, natural y vecino de Arcos de la Frontera, 39 años, casado, jornalero, fusilado el 14-8-1940. 3. Diego Zapata Belón, natural y vecino de Villaluenga del Rosario, 43 años, casado, jornalero, fusilado el 14-8-1940. 4. Andrés Villalobos Rincón, natural y vecino de Grazalema, 52 años, soltero, carbonero, fusilado el 14-8-1940. 5.  Pedro Borrego García, natural y vecino de Grazalema, 32 años, casado, jornalero, fusilado el 14-8-1940. 6. Juan Organvides García, natural de Montejaque y vecino de Villaluenga del Rosario, soltero, jornalero, fusilado el 14-8-1940. 7. Fco. Organvides García, natural de Montejaque y vecino de Villaluenga del Rosario, 25 años, soltero, jornalero, fusilado el 14-8-1940. 8. Andrés Bazán Jiménez, natural de Prado del Rey y vecino de Algar, 27 años, soltero, jornalero, fusilado el 14-8-1940. 9. Juan Cabrera Ortega, natural y vecino de Olvera, 35 años, casado, fusilado el 14-8-1940. 10. Andrés Cobos González, natural y vecino de Los Barrios, 47 años, casado, arriero, fusilado el 20-11-1940. 11. Manuel Guerrero Ruiz, natural y vecino de Ubrique, casado, labrador, fusilado el 2-11-1940. 12. Rafael García Muñoz, natural y vecino de Sanlúcar de Barrameda, 44 años, casado, jornalero, fusilado el 20-11-1940.

FUSILADOS EN 1941

1. José Guerra Vílchez, natural y vecino de Torre Alháquime, soltero labrador, fusilado el 9-1-1941. 2. José Bocanegra Cabrera, natural y vecino de Grazalema, 30 años, casado, jornalero, fusilado el 9-1-1941. 3. Andrés Redondo Lago, natural y vecino de Fadrique, fusilado el 9-1-1941. 4. Eduardo Camacho Ruiz, natural y vecino de Setenil, 57 años, fusilado 9-1-1941

 

En la inmensa mayoría de los casos se trata de trabajadores del campo o dedicados a otras actividades también relacionadas con la agricultura. De la totalidad de los 37 fusilados 20 de ellos, más de la mitad, lo fueron en 3 grupos: el año 1938 se cerraba con el fusilamiento, el día siete de diciembre, de 7 vecinos de la misma población, de Setenil de las Bodegas. Especialmente cruento fue el amanecer del día 14 de agosto de 1940 año en que fueron pasados por las armas en grupo, a las 6:30 de la mañana, 9 vecinos de Cortes de la Frontera, Arcos de la Frontera, Villaluenga del Rosario, Grazalema, Prado del Rey, Olvera, Los Barrios y Sanlúcar de Barrameda. El año 1941 se iniciaba asimismo con el fusilamiento de un nuevo grupo de cuatro vecinos de poblaciones cercanas a Jerez.

El exterminio de los vencidos seguía imparable su curso bajo el principio de la “justicia al revés” por el cual los verdaderos rebeldes, los militares sublevados con contra la República, acusaban de “rebeldes” a los vencidos por oponérseles y los exterminaban valiéndose de la pantomima de la llamada “justicia” militar.

En el siguiente oficio el juez titular del Juzgado Militar Eventual de Jerez, José Pérez de las Heras, comunica alcalde que diera las órdenes oportunas y enviara cuatro ataúdes a los alrededores de la Plaza de Toros para los reos que iban a ser fusilados el 9 de enero de 1941 a las 7:30 de la mañana. (2)


 

 

Si el Ayuntamiento de Jerez mostrara alguna voluntad para acometer lo que se pide al principio de este escrito, este Grupo de Memorialistas de Jerez muestra su disposición a colaborar en la iniciativa proporcionando aquellas referencias documentales que resultaran precisas para ello. Igualmente, piensa este Grupo que si se accediera a ello por parte de la corporación municipal, el Ayuntamiento podría contactar  con algunos de los ayuntamientos de las poblaciones de origen de las personas fusiladas que se mencionan en el escrito para que conozcan la iniciativa, participen en la misma, si lo desean, y estuvieran presentes en la fecha elegida para la inauguración de ese sencillo recordatorio que desde Jerez se haría a estas personas. Ya que desgraciadamente sus restos, por la voluntad de los herederos de sus propios verdugos, parece ser que no van a poder ser recuperados, al menos, que sus nombres sean recordados en ese lugar de la ciudad.

NOTAS

 

(1) La información sobre los fusilamientos de estas personas y las fechas, así como los datos biográficos sobre las mismas proceden de la investigación llevada cabo en el año 2009 en el Registro Civil de Jerez de la Frontera por los investigadores miembros del Grupo de Memorialistas de Jerez Cristóbal Orellana González y José García Cabrera.

(2) La información sobre el hacinamiento y el brote de tifus exantemático del año 1940 en la prisión de partido de la ciudad del año, así como el oficio del mismo año que se reproduce en el texto proceden del Archivo Municipal de Jerez de la Frontera.

lunes, 4 de octubre de 2021

El oscuro informe del comandante Arizón (Jerez, 1936)

Mañana martes 05/10/2021 Paco Cuevas, del Grupo de Memorialistas de Jerez, hará una exposición en el Ateneo de Jerez sobre "Datos inéditos sobre el golpe del 36 en Jerez: el informe Arizón y la violencia fascista" (III ciclo <<Hablemos del Silencio>>)



sábado, 2 de octubre de 2021

El turismo en Jerez en los felices años 20

 

EL TURISMO EN JEREZ EN LOS FELICES AÑOS 20


Tomás García Figueras, el que sería alcalde de Jerez entre 1958 y 1965, dejó claro ya en un artículo de 1925 cuál era el marco en donde iban a despegar las primeras iniciativas turísticas en nuestra ciudad: “La contemplación de la actividad que Sevilla muestra en la organización de los festejos del mes de mayo para atracción de forasteros y divulgación preparatoria de sus bellezas como obligado antecedente de la Exposición Hispano-Americana de 1927 y unas notas que llegan a mis manos de la propaganda pro-turismo que hace Tánger, me han proporcionado el tema de este trabajo…”. Sevilla, Toledo y Barcelona eran las ciudades que en la época se consideraban “centros de turismo”, pero algunos -como el delegado de turismo en la provincia Pelayo Quintero- querían hacer de Jerez “una población digna de ser conocida por todo turista que visite Andalucía”.

Juan Luis Durán Moya, presidente del Ateneo de Jerez, decía en un discurso, publicado en la Revista del Ateneo en enero de 1925, lo siguiente sobre el turismo y sobre el vino: “Jerez debe aspirar, por considerarse con elementos y medios para ello, a ser lugar de turismo y sería sitio preferido, porque con pruebas se demuestra, que no hay quien gane al jerezano, a grandeza y esplendidez en el recibimiento y agasajos de sus huéspedes que siendo cada vez más numerosos, se encargarían aunque sólo fuera por agradecimiento, de destruir fuera de aquí y haciendo valer su propia experiencia (influencia) el concepto equivocado de nuestros caldos, que mercaderes exóticos han desacreditado, expendiendo en lugar del vino de los vinos, asquerosos mejungcs, que la química ha inventado y que los jerezanos no han podido o no han sabido hasta ahora eliminar de los mercados”.

Y también en la misma revista Tomás García Figueras, en un artículo titulado “Jerez, Centro de Turismo”, alababa las bodegas, los monumentos, clima, facilidad de comunicaciones, bellezas naturales, el acogedor talante de los habitantes, rematando su opinión con: “Faltará solamente, y esta es la labor de nuestro Ayuntamiento, una propaganda seria y constante, un enlace perfecto con Sevilla hasta conseguir que la visita a Jerez forme parte del programa de todas las expediciones…” Asimismo, con el mismo título de artículo escribía, en la misma revista, el Delegado de Turismo en la provincia de Cádiz, Pelayo Quintero: “La Diputación y el Ayuntamiento deben ocuparse preferentemente de esto; pero los particulares amantes de su pueblo, pueden hacer mucho más y por el momento y con escaso esfuerzo pueden conseguir que los miles de turistas americanos, ingleses y alemanes que pasan por Sevilla y Cádiz, se detengan en Jerez y no olviden que además de las bodegas tiene otras cosas de tanto valor y que interesan tanto al forastero como éstas”. Por último, Alfonso Patrón, en “El turismo y Jerez de la Frontera”, insistía sobre las mismas cuestiones y añadía: “Si esto se tuviera en cuenta, Xerez estaría preparado para detener a los viajeros, orientaría su propaganda hacia la atracción de los extranjeros e incluso de los nacionales, ofreciéndoles los tesoros de sus monumentos, para los amantes del arte, el clima dulce y suave y silencio siempre claro, para los que gustan de las caricias templadas del sol y huyen del frío extremo y del calor excesivo”.

 

El Ateneo instó, a fines de los años 20, con éxito, al Ayuntamiento de Jerez a abrir una oficina de turismo local en la calle Larga, nº 8. Véase folleto nº 327 de: https://www.jerez.es/webs_municipales/turismo_cultura_y_fiestas/servicios/archivo_municipal/libros_y_folletos/; y https://www.jerez.es/fileadmin/Documentos/Archivo_Municipal/Folletos/322.pdf.

En una reseña de un libro, publicado por Jerez Gráfico en 1927, se decía: “Don Pedro Gutiérrez de Quijano, Cronista Oficial de la Provincia, fomentador incansable del turismo, nos ofrece en su folleto, de reciente publicación, una acabada síntesis de lo que vale en el mundo del arte nuestra Cartuja, joya arquitectónica que, casi podemos decir, conservamos gracias al desvelo y amor del señor Gutiérrez, incansable propagandista de las bellezas del monasterio, su historiador y gestor afortunado, cerca de los públicos poderes, de todo auxilio oficial encaminado a su restauración”. Un ejemplo más del papel del patrimonio artístico (la Cartuja tenía que competir con la Giralda) considerado como atractivo turístico para viajeros, visitantes y excursionistas a la ciudad.

El mismo Pelayo Quintero, en 1925, lo dejó meridianamente claro para siempre: “Si Jerez quiere competir pronto en importancia y riqueza con Sevilla y ser como ésta verdadero centro de turismo, procúrese: un buen servicio de trenes, buena carretera a Sevilla, Cádiz, Málaga y Sanlúcar, un teatro moderno, hoteles chicos o grandes, pero modernos, explotación de la Cartuja (sin frailes) y establezca relaciones con las empresas extranjeras de turismo, y procure un buen servicio de información y propaganda; todo lo demás lo tiene ya”.



Pero hubo en Jerez un par de ciclistas que protagonizaron una divertida (y esforzada) iniciativa para dar a conocer Jerez en sus aspectos comercial, artístico y de turismo: “En los últimos días del pasado noviembre, llegaron a Jerez después de su viaje de 4 meses, de vuelta a España en bicicleta, los jóvenes don José Mª Martín y don Cristino Amwander. Durante su bizarra excursión, han recorrido cerca de 7.000 kilómetros, habiendo visitado las principales ciudades de la Península, haciendo en todas ellas, buena y atinada propaganda de Jerez, en sus aspectos comercial, artístico y de turismo, que los ha acreditado como tan buenos amantes de su Patria chica como fortísimos cultivadores del pedal. Nuestra enhorabuena” (Revista del Ateneo, 1925).

Por supuesto, en la época había una conciencia clara de algunos de los riesgos más preocupantes (seguridad, medidas sanitarias, etc.) para los turistas: “Me consta que muchos turistas se lamentan de que capitales españolas, llenas de bellezas, de monumentos de valor extraordinario, tengan unos suburbios asquerosos, repugnantes y que inspiran el temor de epidemias. No ignoro cuanto haya de exageración, que la hay a veces, y que sirve de contra-propaganda para nuestro turismo, en el supuesto de que en España se hiciera propaganda, propaganda eficaz e importante, propaganda <<industrializada>>” (Fernando Carrasco, Revista del Ateneo de Jerez)

No sabemos si finalmente, como fue la intención explícita, marchó un ateneista jerezano a Nueva York, en una expedición organizada por el Ateneo de Sevilla, a predicar nuestras excelencias como ciudad turística: “El Ateneo de Sevilla, en su afán de laborar por la Ciudad de la Gracia, está organizando un viaje colectivo a Nueva York, ulilizando para ello el magnífico vapor Manuel Armís, de la Compañía Trasatlántica Española; en este viaje, los ateneistas sevillanos servirán de mensajeros del saludo de Andalucía a los Estados Unidos, y allí propagarán por medio de conferencias, exposiciones, películas cinematográficas y exhibiciones de manufacturas, nuestras artes, las bellezas de Sevilla, los adelantos científicos y las distintas industrias, todas florecientes, que en la ciudad hispalense se cultivan” (Revista el Ateneo, 1926).

Sabemos también que en aquellos años se constituyó en el Círculo Mercantil de Jerez una asociación que tenía como fin principal el fomento del turismo en nuestra ciudad: “Finalmente, en el orden del fomento del turismo y de propaganda local, se ha constituido en dicho Centro una agrupación titulada <<juventud jerezanista>>, que colaborando en gran número de periódicos y revistas de toda España se proponen conseguir la difusión del nombre de Jerez por el orbe entero”.

Y el propio Ateneo de Jerez se desvivía en iniciativas para fomentar el turismo, entre las que habría que citar la traída a Jerez de los participantes del XI Congreso de Ciencias (celebrado en Cádiz) o la visita que realizaron a la ciudad del vino “numerosos individuos de la Sociedad Excursionista de Málaga”.

Había en la sociedad española un cierto clima positivista y desenvuelto, para ciertas clases sociales, claro está, que se deja ver en estas curiosas palabras de aquel momento: “Las Hurdes otra vez de moda. El Turismo se intensifica de día en día por toda España. Hasta las Hurdes llega la afluencia de <<sportmen>> que continuamente recorren el misterioso país ávidos de intensas y desconocidas emociones”.