domingo, 21 de marzo de 2021

Historia de Jerez (MS., Tomás Molero, 1786, XII)

p. 110

A los quatro años de esta Conquista, que fue el de mil trescientos quarenta y tres, Vino el Rey don Alonso a Xerez a la que hizo en esta ocasión Plaza de Armas para emprender el Sitio de las Algeciras, y estando en ella, como afirma Pedro Megía ([1]), dio Campo y licencia a Payo Rodríguez y a Rui Páez de Viedma, que se habían desafiado de valientes, para que en el Sitio que hoy es la Plaza principal conocida de este lanze por el arenal, deducido este nombre de la Palabra Latina Arenarium que significa Campo de Pelea, la tubieran delante del Rey, quien viendo que en tres dias que duró la contienda no había ventaja de una ni otra parte, entró en el Circo y dándolos por buenos Cavalleros les mandó suspender las Armas y que las empleasen en su servicio en el Sitio que hiba  a poner a las Algeciras. Para esta empresa concedió el Sumo Pontífice la Cruzada, con cuyo motivo vinieron muchos Extrangeros a servir, y después de haberse preparado todo lo conducente salió el Rey de Xerez a poner el Sitio que duró diez y nueve meses y veinte y tres dias cumplidos en veinte y seis de Marzo de mil trescientos quarenta y quatro. El citado dia que fue Domingo de Ramos entró el Rey Triunfante en la Ciudad de Algeciras, y en la principal Mezquita de los Moros colocó una Ymagen de María Santissima con el Título de Nuestra Señora de la Palma, erigiendo esta Yglesia en Cathedral unida a la de Cádiz según la Bula del Señor Clemente Séptimo expedida en la Ciudad de Aviñón a Diez de Mayo de mil trescientos quarenta y quatro; la que a la letra

p. 111

pone el Padre Fray Gerónimo de la Concepción en su Historia de Cádiz ([2]), por lo que en vista de esta nueva erección el Obispo y Cavildo de Cádiz se trasladaron a las Algeciras en donde permanecieron hasta el año de mil trescientos sesenta y nueve que vino Baomad Rey de Granada, y quien hecho dueño de esta Ciudad la arrasó y dejó reducida a cenizas.

Es tradición constante que la Santa Ymagen que el Rey colocó el Domingo de Ramos en la nueva Cathedral fue oculta en una Cueva quando la desgraciada pérdida de España, y que la noche que antes de la entrada Triunfante del Rey en las Algeciras se manifestó en el Sitio llena de resplandores, y que como se ignorava su adbocación el mismo Rey le dio el Título de la Palma en atención a haver logrado aquella victoria el Domingo de Ramos. De cuya Sagrada Ymagen por la misma tradición se asegura que quando fueron asoladas las Algeciras el citado año un Angel en forma de Soldado la trajo al Convento de la Merced Calzada de Xerez, reservada entre un paño blanco y azul prespunteado, doblado, y atado con lazos de Algodón, del qual con la mayor veneración conservan un pedazo. Cuya Santa Ymagen la colocaron sobre un cajón de la Sacristía que estava en el Sitio en donde al presente está el Altar mayor. Y haviendo observado los Religiosos brillar aquel lugar con luces sobrenaturales dieron principio a venerarla con mayor devoción y culto, determinando no entregarla aunque bolviera por ella el aparente

p. 112

Soldado, que jamás compareció. Siendo muy notable que habiendola visto y adorado muchos Christianos fugitivos que pudieron escapar de las Algeciras reconocieron era la misma que allá veneraban con el Título de la Palma, en cuyo tiempo ya los Religiosos le habían adoptado el de la Merced por la que aquella Comunidad havia recivido de su piedad y fabor, franqueando assimismo tantos veneficios y gracias al Pueblo que la ciudad agradecida la juró por su Patrona.

La parte que tubieron los Xerezanos en la conquista de las Algeciras la manifiesta el Rey don Alonso en los Privilegios concedidos a la Ciudad en que expresamente dice que los concede en atención al mucho derramamiento de sangre que los Fidalgos de Xerez han hecho en esta guerra de las Algeciras; fueron estos el que nombrase en cada año un Escribano Mayor del Crimen, Alférez mayor y el Alguacil mayor de la cárcel, como consta del pleyto entre Pedro de Espinosa nombrado por Alguacil mayor y el Marqués de Cádiz que lo pretendía por renuncia que decía haberle hecho Pedro de Vera.

A los cinco años de la Conquista de Algeciras, que fue el de mil trescientos quarenta y nueve, Alboacén, hijo del Rey de Marruecos se levantó atrevido contra su mismo Padre disgustado de que hubiese hecho pazes tan vergonzosas con nuestro Rey don Alonso. Con este antecedente no creyendo este Soberano estar obligado a conservar la Paz con aquel Rey, dispuso salir con su Exército de Xerez a poner Sitio a Gibraltar. En cuya ocasión determinó premiar a la Ciudad por lo mucho que había travajado su Tropa, y le confirmó el Privilegio

p. 113

y Señorío del Castillo y término de Tempul en tres de Diziembre de mil trescientos y cinquenta. Fue vastamente desgraciada esta empresa porque habiendo sobrevenido en el Exército una gran Peste inficionó la salud del Rey don Alonso en tal modo que vino a quedar víctima de su Estrago el día Veinte de Marzo de mil trescientos cinquenta y dos. En vista de este fatal acontecimiento se levantó el sitio y después de Embalsamado el Cuerpo del difunto Rey llevandolo con la pompa correspondiente a Sevilla fue Sepultado en su Real Capilla, cuyo acto Religioso concluido en el mismo Campo se levantaron pendones por su hijo el Señor Rey don Pedro.

El Reynado de este Soverano fue bastantemente desgraciado porque después de tantos raydos y competencias vino a perder la vida a manos de su Hermano don Enrique Quarto, quien habiendo heredado el Reyno el año de mil trescientos sesenta y nueve, nombró por Frontero de Andalucía a don Juan Alonso de Guzmán, Señor de San Lúcar, con el título de Conde. En el intermedio de este Trágico Reynado, como el Rey don Pedro había firmado Pazes con el de Granada para poder resistir a don Enrique, aprovechandose el Moro de un tiempo tan turbado y ruidoso, vino con su Exército hasta las cercanías de Utrera, llevandose en esta ocasión hasta Oncemil Cautivos. Por otra parte los Moros de Ronda, de Gibraltar y Ximena ejecutaron lo mismo por las dilatadas Campiñas de Xerez, y tal vez noticiosos de que sus Cavalleros con el Pendón y Gente salían a buscarlos formaron aquella noche una Emboscada en el Sitio en que después se

p. 114

fundó el Monasterio de la Cartuja, a efecto de que pasando los Xerezanos descuidados asaltarlos por la espalda y destruirlos. Pero de este inminente peligro los livertó la Santissima Virgen María, que apareciendose en una nube refulgente, con los resplandores de sus rayos descubrieron la Emboscada, y vieron a los Moros atónitos y espantados con las luces, y dando sobre ellos mataron a muchos y Cautivaron la mayor parte. En cuya memoria labró la Ciudad una Hermita a nuestra Señora con el Título de la Defensión, y mandó pintar en ella este prodigio.

No escarmentados los Moros de los continuos golpes que les davan los Cavalleros Xerezanos, cada vez más insolentes entraron en otra ocasión robando los Campos de Xerez, cuya Tropa con su Pendón salió a su encuentro y los hallaron a cinco Leguas de la Ciudad, en donde los acometieron con tanto valor y esfuerzo que mataron a muchos, les quitaron la presa que llevaban y a la mayor parte de ellos Cautivaron. Y a esta Batalla la llamaron la de Gigonza, porque se dio en el Sitio conocido por este nombre. De allí a poco tiempo resentidos los Moros de Ximena de estas pérdidas, conducidos por su valerosos Alcayde llamado Zayde con Quatrocientos hombres de a Cavallo, entraron en los Campos de Medina y de Xerez, en donde habían hecho un gran botín al tiempo que llegando esta noticia a la Ciudad se hallavan sus Cavalleros entretenidos jugando Cañas; pero sin perder un instante de tiempo, sobstituyendo por las Cañas las Lanzas, con su Pendon y gente

p. 115

salieron a buscarlos hasta el sitio de Valhermoso; aquí los encontraron en ocasión que con gran regocijo estavan merendando, y dando al punto sobre ellos a excepción de su Alcayde Zayde que huyó, a unos mataron, y cautivaron a los demás, bolviendose a Xerez con los despojos, y manifestando que con la misma facilidad y destreza con que sabían jugar las Cañas, sabían también a su tiempo manejar las Lanzas.

De allí a pocos años el Rey don Juan segundo pidió le acompañase el Pendón y gente de Xerez para dar otra batalla al Rey de Granada; a la que por haver ido la mayor parte de su Vecindario se mandó que solo se governasen por dos Puertas conservando cerradas las otras dos. Y omitiendo otros varios encuentros que hubo con los Moros por ser de poca consideración, es de saber que el año de mil quatrocientos veinte y cinco los Moriscos de la Serranía de Ronda con su Alcayde, salieron a correr la tierra de Arcos haciendo en ella graves perjuicios y daños que hubieran sido mayores si los Cavalleros de Xerez con su Pendón y gente no hubieran salido a contenerlos. En efecto, habiendolos encontrado les acometieron con tanto esfuerzo que los hicieron retirar a la cumbre de un Monte. Hallí para defenderse se atrincheraron con varios árboles que cortaron en cuya faena pasaron toda la noche; pero al ser de día los comvatieron de nuevo tan fuertemente que los obligaron a rendirse, quedando entre los muchos Prisioneros el Alcayde de Ronda y un Sobrino suyo. De cuya acción luego que el Rey don

p. 116

Juan Segundo tubo la noticia se alegró mucho, y por su Carta fecha en la ciudad de Toro a Diez y seis de Febrero de mil quatrocientos veinte y siete, pidió a la Ciudad que le enviasen al Alcayde y Sobrino Prisioneros. Pero con el motivo de que en Siete de Marzo se había rescatado el Alcayde solo se le mandó al Sobrino, y esta es la Batalla que es conocida por la del Rancho.

El año antes de la expresada Carta del Rey don Juan Segundo había recivido otra la Ciudad en que le expresava no descuydarse el Guarnecer de gente y Armas sus Villas y Lugares, como que dependían de su providencia y gobierno las del contorno. Haviendo pasado Seis años de esta fecha que fue el de Mil quatrocientos treinta y uno, en Nueve de Marzo estando en Cavildo los Alcaldes mayores, Rexidores y Jurados entró el Mariscal Pedro García de Herrera, y Propuso que muchos Moros de Granada habían pasado a Ximena para hacer sus correrías y que así era muy conveniente salir al instante con toda la gente que se pudiera juntar. Cuya propuesta aquella misma noche se puso en ejecución, y fue tan acertada que con sola la gente de Xerez se tomó la Villa de Ximena, a dónde se encontraron más de Quinientos Moros, a los quales se les concedió la vida, y el Rey encargó la Custodia de dicha Villa a Xerez; cuyos valerosos Cavalleros con su gente se apoderaron igualmente de la Villa de Castellar el año de Mil quatrocientos treinta y quatro; por cuya heroyca acción premió el Rey a la Ciudad con la gracia de dos años de los

p. 117

Pedidos.

Por fallecimiento del expresado Señor Rey don Juan Segundo que acaeció el año de mil quatrocientos cinquenta y cuatro, en siete de Agosto de dicho año se juró en la Ciudad a su hijo el Señor don Enrique Quarto, quien habiendo venido a Xerez el Veinte de Mayo de mil quatrocientos cinquenta y seis, por su Orden salieron a Campaña todos los Rexidores, Jurados y Gente de Guerra con su Pendón a hacer correrías en los Campos de los Moros; de cuya resulta tomaron la Villa de Estepona; la cual entregó a la Ciudad para que pusiera en ella Alcayde, con más cien hombres de Cavallería y ciento cinquenta peones. Y después de dos meses de guarnición mandó el Rey orden fecha en Diez y seis de Mayo de mil quatrocientos y sesenta para que los Rexidores la demolieran, pena de Privación de Oficio; lo que ejecutaron aunque con mucho sentimiento en vista de que el rendirla costó tanta sangre a los Xerezanos.

Por un acuerdo de la Ciudad consta que en Diez y siete de Agosto de mil quatrocientos sesenta y dos recivió aviso del Alcayde de Tarifa que teniendo noticia cierta que Gibraltar no estava bien Guarnecida por los Moros había determinado salir con su gente, la de Medina, Alcalá y Cádiz, a conquistarla, para cuya expedición le dava aviso a fin de que sin pérdida de tiempo acudiesen también a esta empresa, de lo que asi mismo estavan prevenidos el Conde de Arcos y el Duque de Medina. Y haviendolo

p. 118

asi practicado la gente de Xerez se pusieron al punto en marcha de modo que a los tres dias del aviso recivió la Ciudad Carta fecha el dia Veinte de sus Rexidores y Jurados, participando el hallarse ya sobre Gibraltar, expresando también haber encontrado la gente de Medina y de las otras villas desanimadas, en vista de lo mucho que habían convatido y de la gente que se había desgraciado; en tal conformidad que ya estaban para abandonar el Sitio. A quienes habían animado exortandolos a que no desistiessen, pues con la ayuda de Dios se tomaría la Ciudad; y que assimismo les mandasen bastimentos y más gente; todo lo efectuó la Ciudad por mar y tierra, y habiendo llegado al acampamento el dia veinte y uno Diego Bonilla refirió que el Viernes veinte de Agosto se había rendido la Ciudad por el valeroso esfuerzo de los Cavalleros de Xerez y que vio su Pendón enarbolado sobre el Castillo; habiendo los Moros pedido Capitulación, y que toda le gente quedava dentro de la Plaza; la que después de conquistada parece que el Duque de Medina quiso apropiarsela según se infiere de la Carta que el Rey escribió a Xerez fecha en Agueda a Dos de Septiembre de mil quatrocientos sesenta y dos que a la letra es la que sigue.

Por el Rey, al Concejo, Justicia, Rexidores, Cavalleros, Escuderos, oficiales y hombres buenos de la Ciudad de Xerez de la Frontera, a mí es fecha relación cómo vos, como buenos e leales Cavalleros, vos obisteis con todas vuestras fuerzas e poder bien e lealmente en la toma de la

p. 119

Ciudad de Gibraltar, lo qual os tengo en mucho servicio, e non era menos a mi conocer de vosotros según los buenos e grandes fechos que los antepasados de esta Ciudad en tiempo pasado ficieron. Yo fablé a Pedro de Piños, mi Vasallo e Rexidor de esta Ciudad, algunas cosas que vos dirá de mi parte; darle fe e crehencia bien assi como si yo assi mesmo por mi Persona vos lo dijere. Y vos mando, si servicio y placer me deseades hacer, pongades luego en obra e complido efecto como de Vosotros confío. Lo qual lo tendré en agradable placer e servicio, de Agreda. Y lo que expresó de parte del Rey el citado Pedro Piños fue que se le diesen Cien mil maravedises a Pedro de Porras, bastimento y gente para ponerlo en posesión de la Alcaydía de Gibraltar, como al punto se obedeció; y en virtud de esta providencia le entregó la Plaza al Duque de Medina, siendo esta la segunda vez que fue conquistada por los Xerezanos.

Muerto el Rey don Enrique Quarto, en once de Septiembre de mil quatrocientos setenta y quatro, heredó el Reyno su hija la Señora Dª Ysabel, muger del Señor don Fernando el Quinto, quienes por ser heroycos hechos y el haver expulsado de España todos los Judíos que no se quisieron convertir a nuestra Santa fee, se les dio el especial distintivo y esclarecido nombre de Catholicos, en vez del de Christianissimos que desde el Rey Recaredo gozaban, y en el dia es el distintivo de los Reyes de Francia. Compuestas por este motivo las diferencias que estavan pendientes con Portugal, el Martes nueve de Octubre del año de mil quatrocientos setenta y siete vinieron los señores Reyes a Xerez, y haviendolos recivido con todo aquel explendor

p. 120

que merecían sus Augustas personas y con la magnificencia que acostumbra la Ciudad hacer sus funciones, assi por lo Eclesiastico como por lo Secular; con este motivo les confirmó todos sus Privilegios permaneciendo en ella hasta el dia Veinte del mismo mes que dirigieron su marcha para Utrera, cuya Villa la dejaron cercada, siguiendo después su viaje para Sevilla. Desde allí mandaron orden a Xerez, fecha en diez y seis de Noviembre de mil quatrocientos setenta y ocho, para que su Alferez mayor Juan de Sepúlveda con el Pendón y gente de guerra fueran a conquistar Utrera, cuya orden puesta en práctica lograron rendirla por asalto y que quedase prisionero un hijo del Alcayde, que con Pedro de Sepúlveda remitió la Ciudad a la Reyna, la que con el mismo se dignó escribir a la Ciudad la Carta siguiente que dice a la letra.

Concejo, Corregidor, Alguacil mayor, Veinte y quatros y Jurados de la muy noble y muy leal Ciudad de Xerez que estáis en la Villa de Utrera, recevimos vuestra Carta con Pedro de Sepúlveda vuestro Veinte y quatro, y Pedro de Bargas vuestro Jurado, y assi por ellos como por la relación de los que de ella vinieron, habemos savido que en el Convate de esta Fortaleza hicisteis con el esfuerzo que a ello os pusisteis; por lo qual sed ciertos nos habeis hechado un gran cargo para vos facer merced. Y assi en general, como en particular, e placer a nuestro Señor, que esse daño que habeis recevido sea por Nos en tal manera gratificado que tengais contentamiento. No penseis que este servicio jamás olvidaremos, que mientras vivamos

p. 121

de él habremos memoria para con merced remunerarlo. Y assi nos place que con la vendición de nuestro Señor, vades a la dicha Ciudad, Sevilla Treinta de Enero de mil quatrocientos setenta y ocho.

A los tres años siguientes que fue el de mil quatrocientos ochenta y uno, sorprehendieron los Moros de Zaara en donde haviendo muerto a su Alcayde, se llevaron la guarnición prisionera. Con este motivo se declaró la guerra, y Juan de Robles, Corregidor de Xerez, con el Pendón, Trescientos Cavalleros y mil y quinientos Peones, a Veinte y tres de Febrero de mil quatrocientos ochenta y dos, salieron a juntarse con el Marqués de Cádiz al Río de las Yeguas, y el veinte y ocho llegaron a Aljama al amanecer, y luego escalaron y tomaron su Castillo, aunque con muerte del Alcayde de Carmona y muchos Xerezanos. Después al desempeño el Rey Moro de Granada la cercó, y haviendo cortado la avenida del agua quedaron los nuestros en tal apuro que a no haber llegado a tiempo el Maestre de Calatrava, el Conde de Cabra, y Duque de Medina, que pusieron a los Enemigos en fuga, todo se hubiera perdido. Siguieron después algunos encuentros de poca entidad aunque sin emvargo en uno de ellos quedó prisionero Juan de Robles, Corregidor de Xerez con otros Compañeros.

Pero haviendo dispuesto el Rey salir a Correr la Vega de Granada en Quince de Mayo de mil quatrocientos ochenta y tres mandó a Xerez orden para que emviase su pendón y gente de guerra y en efecto se aprontaron trescientos y cinquenta Lanzas y diez mil Peones, llevando por Capitán a d. Carlos de Guevara hermano del

p. 122

Corregidor Juan de Robles, preso en Granada. El dia Veinte y uno de Mayo salió la gente de Xerez a la que se havian unido muchos Veinte y quatros y Jurados, y con la noticia de que Muley Rey de Granada con Catorce Alcaydes, treinta mil Cavallos y veinte mil Peones habían entrado a correr los Campos, se tocó al Arma, a cuyo tiempo el Marqués de Arcos estava ausente; pero su Alcayde con Sesenta Cavallos se unió a los de Xerez cerca del Río Casin, y todos marcharon hacia Aljama. En esta ocasión los Moros habían adelantado su Tropa hacia Utrera y el Coronil; pero la gente de Morón y Ezija en la Torre de Lopera los vatian y venían siguiendo a quienes uniendose la de Xerez y el Marqués de Cádiz los acavaron de rendir, y llenos de despojos y prisioneros entraron en la Ciudad victoriosos el dia Diez y nueve de Septiembre por la Puerta del Real, caminando procesionalmente a la Yglesia de Santiago a dar a Dios las gracias y asistir al Santo Sacrificio de la Misa; cuya sagrada función concluida acordaron que los Cautivos se cangeasen por los de Xerez y que el Alcayde de Alona se diesse por el Corregidor Juan de Robles, y otros tres Alcaydes por el veynte y quatro Juan Bernalte Dávila, y los dos Jurados.

En este mismo año de Quatrocientos ochenta y tres, en veinte y ocho de Octubre el Marqués de Cádiz con la gente de Xerez, Morón y Ecija tomó a Zaara, la que empeñados los Moros en recuperarla la sitiaron con bastante número de gente; pero obligados a levantar el Sitio, fueron derrotados por los de Xerez en las Vegas

p. 123

que llaman de Lozano.

A los dos años de este suceso, que fue el de mil quatrocientos ochenta y cinco, en primero de Abril recivió la Ciudad Carta de los Reyes Catholicos en que mandavan saliese a la guerra su Pendón, con trescientas y cinquenta Lanzas de a Cavallo, diez mil Peones, Ballesteros y Lanzeros, y Cien Espingarderos, los que pronto se pusieron en Camino el dia Veinte. Mandó assimismo la Ciudad en sus propias Naves tres mil fanegas de Arina, cinquenta mil arrobas de vino, y Cien Bacas para provisión del Exército, que ya el Rey havía puesto sobre Málaga, a cuya defensa acudieron los Moros de Ronda, y alguna gente de Arcos, Morón y Marchena se pusieron sobre Ronda, la vatieron, y lograron conquistar una Ciudad que la miravan los Moros como inexpugnable y la más fuerte del Reyno de Granada.

Luego que el Rey tubo esta agradable noticia pasó a dicha Ciudad en veinte y tres de Mayo, y dispuso que de Xerez mandara diez picapedreros, diez carpinteros, treinta Albañiles y cinquenta peones para reparar y fortalecer sus muros; lo que fue cumplido inmediatamente. El siguiente año de mil quatrocientos ochenta y seis fueron de Xerez trescientos y cinquenta Cavallos y ciento y cinquenta Peones, que incorporados con el Exército del Rey cerca de Archidona pusieron Sitio a la Ciudad de Loja, y la tomaron

p. 124

pasando después desde aquella Ciudad el Marqués de Cádiz con el Pendón y gente de Xerez a la Conquista del Castillo de Ylora que era de tanta consideración para los Moros que le llamaban el ojo derecho de Granada, el que al fin valerosamente lo rindieron; como asi mismo en el año siguiente de Ochenta y siete a ocho de Junio tomaron los mismos la Plaza fuerte de Vélez Málaga. En cuya ocasión tubo efecto el Cange del Alcayde de Alona con otros tres por el Corregidor Juan de Robles y sus Compañeros que como se ha dicho estavan cautivos en Granada.

Después de este Triunfo pasó el Exército a Sitiar a Málaga, para cuya defensa hicieron los Moros una salida en veinte y nueve de Mayo con tres mil hombres, los que con el mayor furor cayeron sobre las tiendas y acampamento del Duque de Cádiz, en donde muchos quedaron muertos, y el Duque herido; pero al momento fueron a la defensa Juan de Sepúlveda, Corregidor de Xerez con su gente y acometieron a los Moros con tal ímpetu que más de Diez mil quedaron muertos en el campo, y obligaron a los restantes a retirarse fugitivos a la Plaza. Esta acción generosa fue a la presencia del Rey, que quedó admirado del valor y vrío de los Xerezanos dándose fin a esta gloriosa empresa el día Diez y ocho de Agosto de mil quatrocientos ochenta y siete, que fue el día feliz que se rindió Málaga.

El año siguiente de mil quatrocientos ochenta y ocho quando se hacía la guerra en el Reyno de Murcia salió la gente

p. 125

de Xerez con su Pendón, que llevó Pedro Suárez de Toledo, y haviendo llegado a Lorca allí se incorporó con el Exército del Rey, y en el tiempo que corrió desde este año hasta el siguiente de Ochenta y nueve se les tomaron a los moros Vélez el Blanco, el Rubio, Güescar y otros; y después de conquistada Baza se le encargó a la gente de Xerez la Custodia de la Artillería que estava Colocada a la entrada de los Arrabales, hasta que al Cavo de Seis Semanas, rendida la Plaza el dia quatro de Diziembre, quedaron para guarnecerla el Pendón y gente de Xerez en donde permanecieron hasta que Conquistadas Almería y Guadix se retiraron Victoriosos a su Patria.

En el citado año de Quatrocientos ochenta y nueve, Juan de Córdova, Teniente del Real Alcázar por el Corregidor Juan de Robles, llegó a Xerez con Carta del Rey en la que le participava a la Ciudad que una noche dieron sobre nuestro acampamento Cinquenta mil Moros, y que habiendose tocado el Arma, solo los Xerezanos cargaron sobre ellos tan valerosamente que los hicieron huyr; cuya acción había sido muy de su Real agrado; de que quedava agradecido, y el Marqués de Cádiz. Y por otra Carta despachada a la Ciudad por Juan de Robles, gran valido de los Reyes Católicos y Corregidor de Xerez que entonces estava de Capitán de esta Ciudad en la Guerra, le participó cómo Almería se havía rendido, y que se quedaba en ella con los suyos hasta su entrega.

Poco fue el descanso que lograron los Xerezanos después de haver sufrido los trabajos y fatigas que hasta aquí van expresadas

p. 126

porque el año de mil quatrocientos y noventa recivieron nueva orden para que la Ciudad enviase Trescientas Lanzas de a Cavallo, mil y quinientos Peones, Trescientos Espingarderos, Setenta Cavadores con sus azadones, Seiscientos Lanzeros, Seiscientos Vallesteros, veinte Pedreros y Albañiles y diez Carpinteros con sus herramientas tapiales y aparejos, todo lo que estando ya preparado se acordó el día Diez y seis de Agosto que pues en el dicho día había de ser la partida de la gente el Señor Justicia mayor Juan de Robles hecho el Pleito omenaje según costumbre tomase el Pendón, quien habiendolo assi practicado fueron todos a Santiago en donde lo entregó con las mismas formalidades a Pedro Suárez de Toledo, Alférez Mayor, y assi concluido este acto Religioso se pusieron en marcha por el Camino de Espera. Deviendose prevenir que la Ciudad sirvió al Rey en esta ocasión con Trescientos hombres por la mar. Finamente, el día veinte de Abril de mil quatrocientos y noventa y uno, se fixó el Real junto a Granada en el Cerro que llaman la Caveza de los Ginetos. En este cerro fue donde el Rey dispuso fundar una Ciudad a la que le dio por nombre y distintivo Santa Fe, por la mucha que tenía en Dios de que havía de ser Rey de Granada. La expresada nueva Ciudad se edificó por las gentes de las demás Ciudades que estavan en el Sitio; y haviendole tocado a Xerez labrar un Lienzo de muralla con sus Torres y una de las Puertas principales puso en ella su Escudo de Armas que se forma de las olas del Mar orladas con los Castillos y Leones de las Armas del Rey,

p. 127

que en la Conquista le dio el Señor d. Alonso el Sabio. Lógrase al fin la toma de Granada; pero antes, que fue el año de mil quatrocientos y noventa escrivieron los Reyes Catholicos a Xerez para que todo el resto de su nobleza fuera a hallarse en la entrega de Granada, porque como partícipes del trabajo lo fueran también del Triunfo. En cuya Ciudad habiendo entrado los Reyes victoriosos el día dos de Enero del año de mil quatrocientos noventa y dos quedaron Trescientos Xerezanos con Luis Espínola para guarnecerla dándoles a muchos de ellos Casas y heredamientos para que se avezindasen.

Después de pasados ocho años de estas funciones Militares, en cuyo tiempo lograron de algún reposo y descanso, en veinte y ocho de Enero del año de mil y quinientos se rebelaron los Moros de las Alpujaras, y con este motivo recivió Xerez orden para que su gente se pusiera en marcha con Quatrocientos hombres de a Cavallo, y Dosmil Peones, lo qual al punto se verificó el día veinte de Febrero. En cuyo día acordaron que se tocaran las Campanas y el Relox de la Ciudad para que todos concurriesen a acompañar el Pendón que fue entregado al Alcalde mayor Juan de Villalva, vajo la formalidad de haver hecho Pleito Omenaje de llevarlo, defenderlo y traherlo a la Ciudad. Y después de haver cumplido los actos piadosos de oyr Misa y haver recivido la vendición en la Yglesia Colegial de San Salvador, hecho oración en la Parrochia de Santiago, y en la Ermita de los Remedios, salieron por la Puerta

p. 128

del Real siguiendo por el camino de las Cavezas. Llegaron a su destino y después de varias Escaramuzas y encuentros lograron vencer y sujetar a los Moros revelados; siendo aquí de notar que en el acometimiento de la Villa de Lanjara llevaban los Concejos de Jerez y Sevilla la retaguardia, y al comenzar el Choque quiso el Alférez de Sevilla anteponer al de Xerez, que lo era Gómez Suárez, el que no reconociendo Superioridad tomó el Pendón en la mano Izquierda y sacando la Espada dio tal Cuchillada al Alférez de Sevilla que le cortó la mano, cayó su Pendón y pasó adelante, todo lo que consta de la Executoria de esta familia.

No escarmentados los Moros de sus infortunios se sublevaron después los de la Serranía de Ronda, por lo que en dos de Febrero de mil quinientos y uno por Orden del Rey, con las formalidades establecidas, salió el Pendón de Xerez con su gente a aquel destino, en donde habiendo llegado el Rey se rindieron y sujetaron los Moros, pasandose a el Africa todos los que no se quisieron Bauptizar. Con cuya gloriosa acción se dio fin a la continua guerra, y quedó toda la España en poder de nuestros Reyes Católicos, y libre enteramente del infame yugo Sarraceno con que estubo oprimida cerca de Ochocientos años.

¿Y por ventura ya en la posesión de un tiempo tan deseado se puso el punto final a los Triunfos de las Armas de Xerez?. Nada menos. Pues habiendo muerto la Catholica Reyna dª Ysabel en veinte de Noviembre de mil quinientos

p. 129

y cinco el Rey d. Fernando Quinto mandó que se jurase por Reyna a su hija dª Juana, muger de Phelipe primero, lo que se ejecutó con la mayor ostentación y pompa en la Ciudad de Xerez. En este tiempo el gran Cardenal d. Francisco Cisneros emprendió la guerra del África para lo qual aprontó Xerez doze Embarcaciones de todo lo necesario pertrechas, que mandó a cargo de Pedro de la Barrera, su Alguacil Mayor. Y en diez y siete de Diziembre de mil quinientos y cinco recivió la Ciudad Carta, fecha en Mazarquivir, de Dionisio de Adorno, uno de los Capitanes Xerezanos, en que dava cuenta que el día Diez y ocho de Septiembre llegaron a aquel Lugar y que un Tercio de la gente tomó un Castillo de la Sierra que está sobre el dicho lugar, y que el frío y agua que hubo aquella noche fue muy escesivo; pero que esto no había impedido, para que no pudiendo los Moros defenderse, se hubieran entregado el sábado por la mañana, salvas las personas, vidas y haciendas. Siendo cierto que pareció milagrosa esta Conquista en atención a la gran Fortaleza del Lugar, la mucha Artillería y los copiosos Bastimentos de que estava provehida. Espresando en la misma Carta lo siguiente: Ayer Miércoles llegó el socorro que el Rey de Tremecén embió, que consistía en tres mil Lanzas y treinta mil Peones, los que viendo tomado el Lugar dieron sobre él, lo convatieron hasta el medio día, que cansados de sufrir su resistencia desistieron del empeño, y no savemos si tendrán valor para seguirlo, quedando toda nuestra gente buena, aun habiendo en esta ocasión trabajado más que todos.

Muerto el Rey d. Phelipe primero en veinte y nueve



[1] Megía, part. 2ª, Cap. 11, fol. 181

[2] Concepción, lib. 7, Cap. 5º