EL TURISMO EN JEREZ EN
LOS FELICES AÑOS 20
Tomás García Figueras, el que sería alcalde de Jerez entre 1958 y 1965, dejó claro ya en un artículo de 1925 cuál era el marco en donde iban a despegar las primeras iniciativas turísticas en nuestra ciudad: “La contemplación de la actividad que Sevilla muestra en la organización de los festejos del mes de mayo para atracción de forasteros y divulgación preparatoria de sus bellezas como obligado antecedente de la Exposición Hispano-Americana de 1927 y unas notas que llegan a mis manos de la propaganda pro-turismo que hace Tánger, me han proporcionado el tema de este trabajo…”. Sevilla, Toledo y Barcelona eran las ciudades que en la época se consideraban “centros de turismo”, pero algunos -como el delegado de turismo en la provincia Pelayo Quintero- querían hacer de Jerez “una población digna de ser conocida por todo turista que visite Andalucía”.
Juan Luis Durán Moya,
presidente del Ateneo de Jerez, decía en un discurso, publicado en la Revista
del Ateneo en enero de 1925, lo siguiente sobre el turismo y sobre el vino: “Jerez
debe aspirar, por considerarse con elementos y medios para ello, a ser lugar de
turismo y sería sitio preferido, porque con pruebas se demuestra, que no hay
quien gane al jerezano, a grandeza y esplendidez en el recibimiento y
agasajos de sus huéspedes que siendo cada vez más numerosos, se encargarían
aunque sólo fuera por agradecimiento, de destruir fuera de aquí y haciendo
valer su propia experiencia (influencia) el concepto equivocado de nuestros
caldos, que mercaderes exóticos han desacreditado, expendiendo en lugar del
vino de los vinos, asquerosos mejungcs, que la química ha inventado y que los
jerezanos no han podido o no han sabido hasta ahora eliminar de los mercados”.
Y también en la misma revista Tomás
García Figueras, en un artículo titulado “Jerez, Centro de Turismo”, alababa
las bodegas, los monumentos, clima, facilidad de comunicaciones, bellezas
naturales, el acogedor talante de los habitantes, rematando su opinión con: “Faltará
solamente, y esta es la labor de nuestro Ayuntamiento, una propaganda seria y
constante, un enlace perfecto con Sevilla hasta conseguir que la visita a Jerez
forme parte del programa de todas las expediciones…” Asimismo, con el mismo
título de artículo escribía, en la misma revista, el Delegado de Turismo en la
provincia de Cádiz, Pelayo Quintero: “La Diputación y el Ayuntamiento deben
ocuparse preferentemente de esto; pero los particulares amantes de su pueblo,
pueden hacer mucho más y por el momento y con escaso esfuerzo pueden conseguir
que los miles de turistas americanos, ingleses y alemanes que pasan por Sevilla
y Cádiz, se detengan en Jerez y no olviden que además de las bodegas
tiene otras cosas de tanto valor y que interesan tanto al forastero como éstas”.
Por último, Alfonso Patrón, en “El turismo y Jerez de la Frontera”, insistía
sobre las mismas cuestiones y añadía: “Si esto se tuviera en cuenta, Xerez
estaría preparado para detener a los viajeros, orientaría su propaganda hacia
la atracción de los extranjeros e incluso de los nacionales, ofreciéndoles los
tesoros de sus monumentos, para los amantes del arte, el clima dulce y suave y
silencio siempre claro, para los que gustan de las caricias templadas del sol y
huyen del frío extremo y del calor excesivo”.
El Ateneo instó, a fines
de los años 20, con éxito, al Ayuntamiento de Jerez a abrir una oficina de turismo
local en la calle Larga, nº 8. Véase folleto nº 327 de: https://www.jerez.es/webs_municipales/turismo_cultura_y_fiestas/servicios/archivo_municipal/libros_y_folletos/;
y https://www.jerez.es/fileadmin/Documentos/Archivo_Municipal/Folletos/322.pdf.
En una reseña de un
libro, publicado por Jerez Gráfico en 1927, se decía: “Don Pedro Gutiérrez
de Quijano, Cronista Oficial de la Provincia, fomentador incansable del
turismo, nos ofrece en su folleto, de reciente publicación, una acabada
síntesis de lo que vale en el mundo del arte nuestra Cartuja, joya
arquitectónica que, casi podemos decir, conservamos gracias al desvelo y
amor del señor Gutiérrez, incansable propagandista de las bellezas del
monasterio, su historiador y gestor afortunado, cerca de los públicos poderes,
de todo auxilio oficial encaminado a su restauración”. Un ejemplo más del
papel del patrimonio artístico (la Cartuja tenía que competir con la Giralda) considerado
como atractivo turístico para viajeros, visitantes y excursionistas a la
ciudad.
El mismo Pelayo Quintero,
en 1925, lo dejó meridianamente claro para siempre: “Si Jerez quiere competir
pronto en importancia y riqueza con Sevilla y ser como ésta verdadero
centro de turismo, procúrese: un buen servicio de trenes, buena carretera a
Sevilla, Cádiz, Málaga y Sanlúcar, un teatro moderno, hoteles chicos o grandes,
pero modernos, explotación de la Cartuja (sin frailes) y establezca relaciones
con las empresas extranjeras de turismo, y procure un buen servicio de información
y propaganda; todo lo demás lo tiene ya”.
Pero hubo en Jerez un par
de ciclistas que protagonizaron una divertida (y esforzada) iniciativa para dar
a conocer Jerez en sus aspectos comercial, artístico y de turismo: “En los
últimos días del pasado noviembre, llegaron a Jerez después de su viaje de 4
meses, de vuelta a España en bicicleta, los jóvenes don José Mª Martín y don
Cristino Amwander. Durante su bizarra excursión, han recorrido cerca de
7.000 kilómetros, habiendo visitado las principales ciudades de la Península,
haciendo en todas ellas, buena y atinada propaganda de Jerez, en sus aspectos
comercial, artístico y de turismo, que los ha acreditado como tan buenos
amantes de su Patria chica como fortísimos cultivadores del pedal. Nuestra
enhorabuena” (Revista del Ateneo, 1925).
Por supuesto, en la época
había una conciencia clara de algunos de los riesgos más preocupantes
(seguridad, medidas sanitarias, etc.) para los turistas: “Me consta que
muchos turistas se lamentan de que capitales españolas, llenas de bellezas, de
monumentos de valor extraordinario, tengan unos suburbios asquerosos,
repugnantes y que inspiran el temor de epidemias. No ignoro cuanto haya de
exageración, que la hay a veces, y que sirve de contra-propaganda para nuestro
turismo, en el supuesto de que en España se hiciera propaganda, propaganda
eficaz e importante, propaganda <<industrializada>>” (Fernando
Carrasco, Revista del Ateneo de Jerez)
No sabemos si finalmente, como fue la intención explícita, marchó un ateneista jerezano a Nueva York, en una expedición organizada por el Ateneo de Sevilla, a predicar nuestras excelencias como ciudad turística: “El Ateneo de Sevilla, en su afán de laborar por la Ciudad de la Gracia, está organizando un viaje colectivo a Nueva York, ulilizando para ello el magnífico vapor Manuel Armís, de la Compañía Trasatlántica Española; en este viaje, los ateneistas sevillanos servirán de mensajeros del saludo de Andalucía a los Estados Unidos, y allí propagarán por medio de conferencias, exposiciones, películas cinematográficas y exhibiciones de manufacturas, nuestras artes, las bellezas de Sevilla, los adelantos científicos y las distintas industrias, todas florecientes, que en la ciudad hispalense se cultivan” (Revista el Ateneo, 1926).
Sabemos también que en aquellos años se constituyó en el Círculo Mercantil de Jerez una asociación que tenía como fin principal el fomento del turismo en nuestra ciudad: “Finalmente, en el orden del fomento del turismo y de propaganda local, se ha constituido en dicho Centro una agrupación titulada <<juventud jerezanista>>, que colaborando en gran número de periódicos y revistas de toda España se proponen conseguir la difusión del nombre de Jerez por el orbe entero”.
Y el propio Ateneo de Jerez se desvivía en iniciativas para fomentar el turismo, entre las que habría que citar la traída a Jerez de los participantes del XI Congreso de Ciencias (celebrado en Cádiz) o la visita que realizaron a la ciudad del vino “numerosos individuos de la Sociedad Excursionista de Málaga”.
Había en la sociedad española un
cierto clima positivista y desenvuelto, para ciertas clases sociales, claro
está, que se deja ver en estas curiosas palabras de aquel momento: “Las
Hurdes otra vez de moda. El Turismo se intensifica de día en día
por toda España. Hasta las Hurdes llega la afluencia de
<<sportmen>> que continuamente recorren el misterioso país ávidos
de intensas y desconocidas emociones”.