sábado, 27 de febrero de 2021

Historia de Jerez (MS., Tomás Molero, 1786, IX)

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En esta ocasión fue donde se experimentó el valor, el ánimo y el esfuerzo de la nobleza y gente de Xerez, pues con una fortaleza más que humana al parezer no solo reistieron tan cruel Asedio, sino que a un Exército tan formidable de bárbaros le obligó a levantar el Sitio y que hiciera la más vergonzosa retirada a las Algeciras. Congregados después de este triunfo los Cavalleros en la Iglesia Parrochia de San Juan a efecto de dar noticia a el Rey don Sancho el quarto, que ya reinava por muerte de don Alonso el Sabio, de esta tan gloriosa y prodigiosa acción determinaron escribirle una Carta cuya tinta había de ser la sangre que aún habían reservado en sus venas; y en efecto, dice Varaona en el lugar citado que el primero que rayó las suyas fue Domingo Matheos Anaya; a cuya carta respondió el Rey muy agradecido manifestando en ella el gran Privilegio que su Padre les había dado para que fueran Orlas de sus Armas los Castillos y Leones de las suyas, y espresando en su honor que les acomodava muy bien porque eran valerosos como Leones y fuertes como Castillos, expresiones las más honoríficas de quantas podían apetecer, y más quando quedaría sorprehendido en vista de que viniendo en persona con Diez mil hombres en Socorro de la Ciudad sitiada, al llegar a las Cavezas tubo la feliz noticia de haberse levantado el Sitio y puesto en huyda todo el Exército Enemigo; y ya desde esta Epoca venturosa fue cuando Comenzó la Ciudad a desfrutar el amabe sosiego de su libertad, siendo en aquella ocasión

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el Alférez de la Real Alcázar Fernando Pérez Ponce a quien el Rey honrró con muchas y distinguidas gracias.

Referido ya el último estado en que quedó la Ciudad de Xerez, gozando de su pacífica posesión bajo el dominio de sus Catholicos Monarcas, no es estraño de este lugar hacer memoria de la grande piedad y Religión del Señor don Alonso el Sabio en atención a que quando conquistó la primera vez la Ciudad guarneciendo el Real Alcázar con su tropa, y reconociéndose los Moros por sus Basallos, en Nueve de octubre de mil doscientos sesenta y quatro dispuso con generosiad Christiana fundar en la principal Mezquita la Santa Iglesia Colegial de San Savador, dotándola de un Abad y diversas Canongías con los Ministros correspondientes para el divino culto, a quienes les concedió un privilegio especialissimo que después extendió a todo el Clero, el qual en el punto que se trate de las esenciones y privilegios de la Ciudad se referirá; manifestando igualmente su Real magnificencia en haber funado los Conventos de Santo Domingo y San Francisco para proporcionar más bien a sus basallos el Pasto Espiritual, y a Dios esse mayor culto; y pues desde este glorioso principio se reconozen ya en la ciudad los Templos dedicados a la Divinidad, se hace indispensable tratar ahora de los actos de Religión que en todos tiempos ha practicado el Ayuntamiento, refiriendose después en Puntos separados su Nobleza, Lealtad, Urbanidad y Vizarría, Triunfos de sus Armas por mar y tierra, Privilegios y Beneficios

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con que ha contribuido a los Pueblos de su Comarca, según que todo consta de sus Archivos y de la tradición de nuestros mayores.

Punto octavo de los actos de Religión.

En el Punto antecedente queda insinuado que en justo agradecimiento del Singular fabor que recivió la Ciudad quando en la primera batalla que al Rey Moro de Xerez le dio el Infante don Alonso de Molina, hermano de San Fernando, se apareció en su defensa nuestro glorioso Patrono Santiago, en cuyo honor le fundó una hermosa Hermita enfrente de la Puerta de la Muralla y sitio donde se consiguió tan gran triunfo, la que en el dia es una de las más famosas de sus Parrochias, y el primer monumento que manifiesta su agradecimiento y verdadera Religión, siendo este acto piadoso el que siempre practicó quando lograva algún fabor expecial de la divina providencia, como el que recivió por intercesión de Maria Santissima en la Batalla llamada de Layna el año de Mil trescientos y treinta y nueve; la que por haver sido a orillas del Río Guadalete, allí mismo le fundó una hermita, después otra a la misma Señora con el título de los Remedios, establecida entre el Muro y la Puerta del Real a quien se encomendaron quando la famosa Batalla llamada de los Cueros el año de Mil trescientos veinte y cinco; y últimamente otra en el

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Sitio donde oy se halla fundado el Monasterio de Cartuja, assi mismo dedicada a la Señora, con el título de Nuestra Señora de la Defensión, en agradecido recuerdo que en semejante sitio ganaron a los Moros otra batalla el año de Mil trescientos sesenta y nueve, de las que se dará noticia quando se trate el punto de los triunfos de las Armas de Xerez por mar y tierra.

No es de extrañar que los hijos de esta nobilisima Ciudad, llenos de la mayor confianza y de un filial y verdadero amor hicieron sus recursos en los mayores conflictos a la Augusta Madre de todo el Poderoso; pues desde el año de Mil doscientos ochenta y cinco (veinte y un años después de la Conquista) estaban Cerciorados que había de ser el Consuelo de todas sus aflicciones, como assi lo havia asegurado a Miser Domingo de Adorno, Comandante de Seis Galeras de la República de Génova, quien hallandose en el peligro inminente de una desecha tempestad en el Golfo de Rosas, haviendose encomendado a la madre de Dios de quien era muy devoto, admiraron todos que entre la furia de un viento impetuoso y las encrespadas Olas de las aguas, se acercava a ellos una Barquilla pequeña con dos luces; y que al mismo tiempo serenandose la Borrasca abordava a el Navío del Comandante, en donde con la mayor admiración y ternura vieron en ella una prodigiosa imagen de María Santissima, con su precioso hijo en los brazos, de estatura como de media vara laboreada de una piedra

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que hasta ahora no se ha encontrado inteligente que la haya podido conocer. Puesta por el feliz Comandante con el mayor respeto y veneración en el Oratorio de su Navío, dándole después las gracias devidas a tan singular beneficio, mereció que dormido aquella noche de los sentidos, aunque velando sus potencias, oyr de la misma Imagen estas expresiones dignas de estar impresas con caracteres de oro en los corazones de todos los xerezanos: Llévame a Xerez en casa de mis hijos los Frayles Predicadores, que boy para consuelo del Pueblo Xerezano.

Con esta Soberana prevención dirigió desde aquel momento su rumbo con la mayor felicidad hacia el Occeano; y llegando al Puerto de Santa María que a la sazón era un Castillo acompañado de algunas Casas, por haber poco tiempo que se había ganado a los Moros; aquí se informó el Capitán Adorno qué población sería la más inmediata para reconocer si era la que la Señora le había indicado; pero informado que era Xerez al oyr el nombre dispuso el viaje para conducir la Santa Ymagen. No se pudo facilitar en esta ocasión otro Carruaje más decente que una Carreta, a la qual pusieron dos Novillos indómitos para que la llevaran. Dieron principio a su vaje, y dejando a este Puerto desde entonces condecorado con el especial nombre de Santa María, después de haber pasado la Sierra de San Cristóbal, iban siguiendo su camino guiados solamente del divino impulso. Llegaron a la Capilla de Nuestra Señora

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de Guía, donde estubo el primer Convento de los Religiosos de San Agustín en donde hicieron alto, no a descansar del peso de que no venían fatigados, sino a dar tiempo para que llegase a Xerez el anuncio. Depositada la Señora en aquella Capilla, el dicho Adorno fue a la Ciudad a dar noticia del feliz Tesoro que se les entraba por las Puertas y preguntando por el Convento de los Padres Predicadores le informaron que allí inmediato había un Convento de Padres que Predicaban. Esto hizo alusión a los Religiosos de San Francisco, cuyo Convento está más inmediato al Camino del Puerto; pues en aquel tiempo solo este Convento y el de Santo Domingo estaban fundados. Con esta noticia pasó a hablar a los Religiosos Menores, y habiéndoles hecho relación de lo que hasta allí había pasado, movidos de tantas maravillas dispusieron ir Procesionalmente y llevar para su condución unas Andas adornadas lo mejor que permitió el poco tiempo. Con este motivo, noticiosos los dos Cabildos concurrieron a la Hermita; y llegando todos ante el purissimo Simulacro y Peregrina Copia de la Madre de Dios, postrados a sus pies entonaron hymnos y Antífonas gratulatorias, para que su piedad se moviese a lo que pretendían, que era llevársela cada qual a su templo; pero al querer colocarla en las Andas, aunque fueron muchas las instancias y diligencias para moverla, faltaron enteramente las fuerzas.

Con la moción de los Cabildos y Religiosos, la inmo-

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bilidad de la Ymagen y copia numerosa de testigos concurrentes se dibulgaron en la Ciudad estos prodigios, que al fin llegaron a saber los Padres de Santo Domingo, los que excitados del Cordial amor que profesan a Maria Santissima, dispusieron una Procesión con toda solemnidad para hacerse presentes a la Santa Ymagen; pero ¡oh admirable prodigio¡ luego que llegaron y arrodillados la hicieron Oración se acercaron reverentes, y sin la menor violencia, sino de muy buena voluntad se les franqueó amorosa, dando lugar a que la pusieran en sus Andas.

Esta graciosa facilidad fue causa de varias contiendas entre los que con anterioridad habían concurrido; y tal vez huviera pasado adelante la porfía si no se hubieran convenido los dictámenes para que, puesta segunda vez en la Carreta la Santa Ymagen dirigiese los brutos a su elección y los guiase a la morada que apetecía. En esta disposición siguieron los Novillos el Camino a la Ciudad, y sin la menor detención llegaron hasta la Puerta del Templo de Santo Domingo, y haciendo allí pie firme dieron indicios que habían concluido su viaje; pero no satisfechos de la parada quisieron hacer con empeño la prueva molestando a los Novillos con picadas y voces, mas ellos siempre firmes no fue posible moverlos ni desviarlos.

En este ternisimo espectáculo de devoción era de admirar la ternura del Prior, la tierna alegría de sus Religiosos,

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el clamor ferboroso de los Eclesiásticos, la admiración pasmosa del Cabildo Secular y el Pueblo que ya con lágrimas de gozo, y ya con vozes de alegría, daban la bienvenida a esta divina piedra de consolación para Xerez, quien colocada en la Yglesia desde aquel tiempo son innumerables las gracias y beneficios que de su poderosa intercesión no solo ha logrado la Ciudad de Xerez, sino indistintamente todos los que han invocado su poderosa protección, de cuyas gracias se podía formar una historia muy dilatada.

Mas aquí se haze preciso referir las señas de esta portentosa Ymagen para que se advierta quan distinta es de todas las que venera el mundo, y se admire que su hechura no pudo ser sino de Artífice Angélico, pues es sin exemplar hasta en su materia. Lo más particular (y se experimenta cada día) es que por más que se han empeñado los Artífices más diestros de Escultura y Pintura en copiar esta Soberana Ymagen, los pinceles se entorpecen y los cinceles se abolan; Es decir, que ni los unos ni los otros han logrado en sus copias adequada semejanza, ni en las perfecciones del Rostro, ni en lo ayoroso del Ropaje, ni en el color esquisito de la piedra, y solo se han contentado con lograr darle algún ayre. Pero ¿qué hay que admirarse quando los Lapidarios más peritos empeñados en descubrir el mineral de esta piedra, no contentos con mirarla con esquisita curiosidad, viendo que no descubrían su

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calidad o materia han obtenido licencia para romper una pequeña parte de la Almoada en que tiene su asiento, y por ningún término han conocido su cantera?. ¿Mas cómo había de ser si el tiempo mismo (que es Padre de los desengaños) a espacio de Quinientos años que han pasado desde que vino la Señora hasta la fecha que esto se escribe no se ha descubierto ni se ha verificado dónde fue Fabricada, ni porqué acaso se halló en el mar?. Privilegio tan grande que solo goza esta feliz hechura, e indicio claro y manifiesto que es su mineral o cantera muy estraño a nuestro conocimiento y su Artífice de otra naturaleza que la nuestra.

Es la altura de esta Peregrina Ymagen (que sentada se ve sobre una almoada labrada de la misma piedra) media vara: El color de la piedra de Perla Madura no tiene varniz, ni Pintura, pero tiene un terso natural y un lustre tan resplandeciente que admira aún a los más escrupulosos Lapidarios. En los doblezes del manto y túnica se divisan algunos rasgos azules. En su Caveza una corona dorada, y las borlas del Almoada lo están con el mismo oro; en su regazo descansa su precioso hijo; está dándole el pecho derecho que manifiesto en el pezonzito descubre una gotita de leche, que admira. El Niño hermoso con sus dos manos abraza el pecho, y con la vista se inclina al rostro de su Madre. La diestra mano de la Señora abraza por la Espalda y Celebro al Niño, terminando el dedo pulgar en su Cabeza. La izquierda le ciñe las piernecitas al

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divino Ynfante que en mantillas está enbuelto.

En tal forma y modo tiene dispuesta la vista que sin dejar de mirar a su hijo está mirando a todos quantos admiran su fábrica: esto con tal magestad agrado y circunspección que no se satisface la curiosidad ni se arta la devoción. En la mano siniestra tiene un anillo de la misma piedra con otra engastada de color de rubí que manifiesta la suma delicadeza de su operario.

Las delicadas perfecciones de su rostro son una maravilla por ser su Caveza con proporción al Cuerpo algún poquito larga. La frente espaciosa, no larga ni abultada, sino quadrada y llana de moderada proporción. El aspecto humilde, con alguna inclinación los ojos, que claros y resplandecientes se hacen respetables. Las Niñas negras y lucidas, las cejas del mismo color no muy densas; la nariz recta con delineación simétrica, mediana; las perfectísimas mejillas ni gruesas ni macilentas, sino con compasada igualdad hermosas; la Voca vrebe, pero muy delectable; los labios rojos un poquito lebantados, y el inferior se abentaja un poquito al superior; la barba al quadro del Rostro, que es decentemente mesurado, y el hoyo división de sus perfecciones. El todo es aguileño, el Cuello es medio entre los estremos de grueso y delgado; las manos y dedos parecen labrados a torno, largos y delgados, y en todo correspondiente su maravilla; de forma