sábado, 13 de febrero de 2021

Historia de Jerez (MS., Tomás Molero, 1786, VII)

p. 49 

lo despojó del Reyno hasta que por no condescender a sus iniguas persuasiones, manteniendose el Santo Joven Hermenegildo firme en no renunciar la fee catholica que había profesado, le quitó con el Reyno la vida haciendolo Mártir de Jesu Christo el año de quinientos ochenta y cinco, según testifica el Biclarense citado por Flores ([1]). El siguiente año de 86 fue la muerte de Leovigildo, dejando por succesor de la Corona a Recaredo. Pero es muy notable que este Padre Cruel antes de morir doliendose de haberle quitado la vida a su hijo tal vez por haber conocido que la fe Católica era la verdadera, y la que según San Gregorio no mereció profesar por el vano temor que tubo de no desagradar a los suyos, con todo esso ya a las puertas de la muerte hizo la acción plausible de encomendar a San Leandro su hijo Recaredo diciendo que hiciera con él o que con su predicación había practicado con su hermano Hermenegildo.

De este modo fue Dios disponiendo que por medio de San Leandro consiguiese la Yglesia el Triumpho de la Heregía en los Godos; pues habiendo tenido su feliz principio en San Hermenegildo logró el Santo con sus exortaciones que Recaredo abrazase también la Religión Christiana y con él toda la gente de los Godos. Fue este importante suceso el primer año del Reynado de Recaredo a los 10 meses de la muerte de Leovigildo. Con este motivo el año de 589 se celebró el Concilio

p. 50

tercero de Toledo, a el que concurrieron todos los Prelados de España y de la Galia Narbonense, abjurandose allí solemnemente lo que en junta particular habían ya detestado los Godos assi Eclesiásticos como Magnates del Sigo. A el año siguiente de 590 San Leandro para el bien de su Provincia Bética convocó a los obispos a Sevilla para celebrar un Sínodo Provincial que el Santo presidió como era justo, y sin embargo que no consta que a este Sínodo concurriese el Obispo de Asido no se puede negar que era su Obispado uno de los más principales de la Bética, por lo que ahora en punto separado se tratará de su establecimiento y sucesión por lo que respecta al tiempo de los Romanos y Godos, de quienes se acava de hacer mención.

Punto quinto del establecimiento y succesion del Obispado Asidonense.

Ya se ha expuesto en el punto tercero de esta Obra que desde el establecimiento de la Silla Episcopal de San Hiscio en Carteya se ignora enteramente por falta de Monumentos el Orden de los Succesores en dicho Obispado, y que desde el año de 58 de Christo, que fue su Martirio, hasta el de 610 en que se celebró el Concilio segundo de Sevilla, no aparece Obispo

p. 51

alguno del Obispado de Carteya, sino Rufino, pero este firmandose por Obispo Asidonense. En esta inteligencia dice el Padre Florez se hace muy verosímil que Asido no solo reciviese el Evangelio por la predicación del Santo o algunos de sus discípulos, sino que en el supuesto de no haber perseverado con el título primero de Carteya aquel Obispado, devemos recurrir a que fue trasladado a el Lugar más oportuno en confrmidad a la práctica regular de las otras Sillas antiguas, y en verdad de que las erigidas por los Obispos Apostólicos no se extinguieron del todo sin que las succedieran otras, sino antes más bien aquellas fueron como Semillas de que se propagaron las demás.

Deviendo pues decir que la primitiva del Estrecho se transladó después de la Paz de la Yglesia al Lugar más proporcionado para el pasto de los Fieles de aquel territorio, y hallando en aquella parte Meridional otro Obispado antiguo, podemos recurrir a este origen diciendo que después de propagada la Christiandad y acavadas las persecuciones, cesó la Cátedra de San Hiscio en Carteya prosiguiendo en otra Ciudad más interior que fue, según lo expuesto, Asido.

Por esta razón deberá empezar el Catálogo de los Prelados de esta Yglesia por el referido Apostólico San Hiscio, ignorándose los nombres de los que le succedieron, al modo que tampoco se saben los Succesores de San Torquato y de otros Apostólicos. Tampoco hay noticia de los Obispos Asidonenses

p. 52

anteriores al tiempo del Metropolitano San Ysidoro, porque en los dos Concilios tercero de Toledo y primero de Sevilla no hay firma de este Obispado, como ni del de Málaga, de quien se sabe que existía en tiempos del Concilio de Eliberi; y por tanto no hay prueba que excluia la antigüedad en el Obispado Asidonense aun antes del Concilio segundo de Sevilla en que comienza la primera mención de esta Silla, pues aún allí vemos que su Prelado era de los más antiguos, como se va a exponer.

Rufino. Desde antes del 610, hasta después del 619.

El primer nombre que se encuentra de los Obispos Asidonenses es Rufino, como se lee en el Concilio segundo de Sevilla presidido por San Ysidoro en el año de 610, donde asistió el expresado Obispo como sufragáneo que era de la Metrópoli Hispalense, segundo en antigüedad entre los Siete Comprovinciales que asistieron, pues firmó el tercero sin que le precediesen más que el Metropolitano San Ysidoro y Bisinio, Obispo de Eliberi. De aquí se infiere que tenía bastantes años de antigüedad, y solo se puede determinar que su Consagración fue después del año de 590, en que no era Obispo Bisinio

p. 53

Eliberitano, y con todo eso precede a Rufino, señal de que ambos empezaron después del citado año; pero antes el de Eliberi que el de Asido. También puede añadirse que Rufino fue consagrado antes del año de 610 en que era Obispo de Ezija San Fulgencio; y a vista de que Rufino le precede en la firma del citado Concilio Segundo de Sevilla, y en el Orden con que se expresan sus nombres en el Exordio, consta que antes fue consagrado el Asidonense. Hasta el año de 629 no sabemos de otro obispo de Asido, y aunque pudo vivir Rufino todo aquel tiempo no se sabe de cierto el año en que murió, ni más acciones que la de haber asistido al Concilio Segundo de Sevilla, y que trató al glorioso Padre San Ysidoro.

Pimenio. Desde el año de 629, hasta después de 646.

De este Prelado se conservan diferentes monumentos con la expecialidad de saverse por ellos el año de su Consagración por la razón particular de haberse mirado en ellos el cómputo de los años de su Pontificado: según los quales resulta que empezó a governar esta Yglesia en el año de 629 antes de Diziembre, y por consiguiente fue consagrado por San Ysidoro. La primera memoria o monumento es una inscripción que se halla junto a Medina-Sidonia puesta por entero en el tomo Séptimo del Padre Florez, página 186 según que la dio Morales, de la que

p. 54

tomando ahora lo que basta dice assi: Dicata hec Basilica XVII: Kal. Januarias anno II. Pontificatus Pimeni; era DCLVIII.

Esta Era de 668 fue el año de 630 a 7 de las Kalendas de Enero, esto es a 26 de Diziembre se contaba su año segundo, como expresa la memoria, y por tanto incidió su Consagración en el año antecedente de 629 antes del dia 16 de Diciembre.

Perseveraba este Prelado en su Silla en el año de 644 en que hizo otra dedicación de Yglesia, con reliquias de los Mártires Lamberto, Félix y Julián en Noviembre del expresado año, corriendo el Décimo Sexto de su Pontificado, como prueba la inscripción referida; y mejor en Morales ([2]), donde la pone como existente en una Yglesia intitulada oy de San Ambrosio junto a el Mar, a media legua de Bejer de la Miel, y quatro de Medina-Sidonia, la qual dice assi:

In nomine Domini nostri

Jesu Chsti... sunt Re              [hic sunt Reliquie]

li... Sanctorum... Herti            [Lamberti]

Feli... Juliani Martirum           [Felicis]

D... F. Jovius B...Ilice              [Basilice]

Sub D... Kal. Decem...

Anno Sex... Decimo Domini

Pimeni Episcopi. Era DCLXXXII

p. 55

La Era de 682 fue el año de 644 en que por Noviembre contava ya Pimenio su año 16 de su Pontificado, y aun prosigue su memoria en el año de 646 en que no pudiendo concurrir personalmente al Concilio Séptimo de Toledo emvió un presbítero llamado Ubilienso, el qual hizo sus veces, y aquí acava su memoria, constando que a lo menos governó su Yglesia por espacio de Diez y ocho años.

Teoderasis. Desde poco antes del 681, hasta cerca del 690.

Desde el año de 646 falta la expresión de los Prelados Asidonenses en los Concilios Octavo y Décimo de Toledo celebrados en los años de 653 y 656, hasta que se juntó el Concilio doze en el año de 681 en cuyo intermedio pudo haber dos Obispos de cuyos nombres no hay noticia. El que asistió al Concilio doze se llamaba Teuderaco en unos Códices, en otros Teuderacio, y más bien Teoderasis, siendo más los que expresan el primero. Este último firmó en el último lugar denotando que era el menos antiguo, y assi incidió su consagración cerca del 681. Concurrió también al Concilio trece del año de 683 en que se lee su firma; pero con más anticipación de la que le tocava, pues ocupa el número nueve entre 48, antepuesto a Prelados que mostraron mayor antigüedad en el antecedente; de allí a cinco años concurrió tercera vez a Toledo, asistiendo al Concilio Décimo quinto, celebrado en el año de 688 en que

p. 56

firmó en el lugar 28. Vivió algún tiempo después porque el sucesor era de los menos antiguos en el año de 693.

Geroncio. Desde Cerca del 690 en adelante. 

El nombre de este Obispo se escribe Geronsio y Yheronsio en los Manuscritos del Concilio Décimo Sexto de Toledo celebrado en el año de 693 en que se halló y firmó entre los menos antiguos, en el nº 51 de Loaysa antecediendo a ocho Obispos, por lo que se deve introducir cerca del año de 690, y como en este Concilio se acavan las memorias del tiempo de los Godos cesa aquí la noticia de lo que pertenece a este Prelado, el que pudo según el tiempo señalado alcanzar el funesto de la entrada de los Africanos, aunque no hay documento que lo exprese: concluyendose también la memoria del Obispado Asidonense hasta que se buelva a renovar después del punto que se sigue que debe tratar de la entrada de los Moros en España.

Punto sexto: entrada de los Moros en España.

Después de la continua Succesión de los Reyes Godos desde Recaredo hasta el cruel monstruo de maldades que assi se puede llamar a Witiza, fue quando en el Reynado de este

p. 57

injusto Rey se comenzaron a experimentar los motivos más lastimosos de la desgracia a que había de reducirse nuestra España, porque fuera de estar poseydo del vicio de la Sensualidad, mandó sacar los ojos a Teodofredo, y quitar la vida a su hermano Favila, padres de D. Rodrigo y D. Pelayo, quienes hubieran corrido igual fortuna si en tiempo no se hubieran ausentado. Dispuso derribar los muros de algunas ciudades grandes porque no se les rebelasen; negó la obediencia al Papa, y mandó que nadie le obedeciese; con este motivo resentido D. Rodrigo de la crueldad con que Witiza había tratado a su Padre, se rebeló contra él y con la ayuda de los Godos sus parciales invadió el Reyno, y triunfando de su orgullo le quitó la corona y mandó sacarle los ojos y que lo retiraran a Córdova donde murió el año de 711. Entró don Rodrigo en el Ymperio, y luego despicó su ira contra la descendencia de Witiza, mandando que los dos hijos que havía dejado los retiraran a la Costa del Estrecho a el abrigo de el Conde don Julián, Cuñado de Witiza, que a la sazón governava en aquellas costas. A estos tres se unió Opas Arzobispo de Toledo, y entre los quatro se comenzó a fraguar la Conjuración contra el Rey, la que tomó su mayor incremento resentido dn. Julián de que don Rodrigo hubiera burlado a su hija la Cava que asistía de Dama en el Palacio. De modo que rebelandose don Julián contra el Rey y habiendo formado alianza con los Alarbes de Africa, les dio entrada por el Estrecho a Veintemil hombres, Comandados

p. 58

por un valiente Moro llamado Tarif, quienes después de haver tomado diversos pueblos y fortalezas del Estrecho se hizo fuerte en el monte de Gibraltar en el año de 713.

Al principio del siguiente año de 714, el más infeliz y memorable para toda España, entraron por los Campos de Tarifa Ciento y ochenta mil Moros acaudillados de su General Musa, y Tarif haciendo mil extragos y robos en toda la comarca, hasta que hicieron alto en las Campiñas de Xerez a las orillas del Río Guadalete. A este tiempo el Rey don Rodrigo había juntado todas las fuerzas que pudo para hacer frente a su enemigo, cuyo Exercito solo se pudo componer de Ochenta mil hombres mal disciplinados en la Milicia y peores provistos de lo más conducente para resistir tan poderoso encuentro. Llegaron los Exercitos a avistarse a las orillas del Guadalete, y se envistieron unos a otros con tal alentado brío que en muchas oras estuvo indecisa la victoria, hasta que los Gefes del Exercito de don Rodrigo, Autores de la Conjuración, puestos en fabor de los Contrarios y unidos con ellos, reanimados los Moros y enflaquecidos los Godos, quedaron éstos vencidos y los Africanos Victoriosos: Cuyo triunfo fue el que decidió su dominación y Señorío en la España.

En este supuesto resta ahora averiguar qué memorias se conservaron de la ciudad de Asido en el tiempo de la denominación de los Moros, que declaren la existencia, situación



[1] Flores, tom. 9, trata. 29, Cap. 6.

[2] Morales, lib. 12, Cap. 24.