sábado, 6 de febrero de 2021

Grabados de las bodegas Sandeman (Jerez, 1884).

En el año 1884 parece ser que el boom de la exportación del vino de Jerez sobre todo a Reino Unido era, efectivamente, una explosión económica, una gallina de los huevos de oro. Sin embargo, ya en ese momento había claras señales de las dificultades y los problemas. Es por eso que Julian Jeffs, en su libro El vino de Jerez (1ª ed.: 1961) nos dice sobre estas tempranas dificultades: “Parecía que los exportadores habían cerrado los ojos ante los cambios que imponía la moda, porque el cónsul en Cádiz, Joel, escribió en 1884 lo siguiente: “Los exportadores, tanto de Jerez, como del Puerto de Santa María, parecen haberse olvidado del cambio que se ha producido en el gusto de los ingleses durante la última década, ya que se adhieren a la idea fija de que el vino para el mercado inglés ha de ser un vino dulce alcoholizado, el cual ya no satisface las necesidades de ese mercado. El jerez, en su estado natural, es un vino ligero, seco y muy sano, y el convertirlo, mediante la adición de alcoholes artificiales y sacarina, en un vino que, sin duda alguna, tendría un efecto perjudicial en aquellas personas con problemas digestivos, me parece que es un tremendo error y mientras antes lo reconozcan los exportadores mejor será para el comercio que, en estos momentos, está pasando por una grave depresión” (Julian Jeffs: El vino de Jerez, págs. 139-140).



Efectivamente, los voraces intentos de los grandes vinateros por hacer caja no se hicieron esperar. Un buen ejemplo de ello, también en 1884, fue el caso, como explica Carmen Borrego Pla en su obra El Jerez, hacedor de cultura, vol. III, p. 140, el de la colonia vitivinícola de Campano, en Chiclana: “Pero también los cambios y novedades técnicas alcanzarían a nuestra particular industria… Y ahí tendríamos, por ejemplo, la -en parte desconocida historia de la colonia vitivinícola de Campano, fundada en Chiclana el año 1884 por el bodeguero jerezano, Don Manuel José Bertemati Pareja. La idea de semejante innovación la habrían provocado los altísimos precios del momento, "pues la hectárea produce 24 hectólitros de mosto, pagándose por cada uno 30 pesetas". De ahí que nuestro personaje propusiera a su suegro, "el viejo Misa", dueño del citado terreno: "pidamos aparatos de vapor para defender la tierra y plantar viñas con cepas de Burdeos".



Pues bien, es igualmente en 1884 que se publicó, ignoramos el autor del mismo, un libro titulado “A short account of Port and Sherry, the vintaging and treatment of the wines together with a few hints as to their choice and invaluable properties” (Breve reseña del Oporto y Jerez, la añada y el tratamiento de los vinos junto con algunas pistas sobre su elección y sus inapreciables propiedades), el cual fue publicado en Londres en ese año 1884 y que hoy puede consultarse on line en el repositorio digital de la biblioteca de la Universidad de Harvard (https://library.harvard.edu/). El capítulo dedicado al Jerez ("Good sherry. How the wine is vintaged and reared with hints respecting the sherries to drink and the sherries to be avoided") tiene por objeto, precisamente, exponer criterios para elegir el vino de nuestra tierra de mejor calidad. Y en dicho capítulo encontramos una serie de seis curiosas láminas, cuya reproducción es el objeto de esta pequeña aportación, en donde observamos los interiores y los exteriores de las bodegas de Sandeman, Buck and Cía., así como el despampanante palacio que hoy conocemos como Recreo de las Cadenas.



R. Mena y Sobrino, en su clásica obra sobre las bodegas de Jerez, publicada por Litografría Jerezana, en español y en francés en 1900, nos dice de esa firma comercial Sandeman, Buck and Cía.: “En el año 1819 fué fundada esta Casa por los Sres. Pemartín y Cía., los cuales la traspasaron á D. Julián Pemartín, quedando en 1879 por vicisitudes comerciales, en dominio de los señores que encabeza esta reseña... De la Casas más importantes y de orígen más antiguo es en Jerez la de Sandeman Buck y Cía., pues es la que adquirió las magníficas existencias y los valores de la de Pemartín, que tan importante lugar ocupó en el comercio jerezano. 



Las bodegas y escritorios ocupan dos grandes manzanas aisladas, con acceso a cuatro calles, la de Medina, donde se halla su principal entrada, la del Egido y atravesándola la de Mariñíguez y Portería. Conocidos y muy acreditados son los vinos que encierran estas bodegas; especialísimas clases y magníficas soleras hay existentes, entre las que descuellan las muy famosas del genuino vino de Jerez, montadas en el año de 1819, desde cuya fecha siguen manteniéndose en el mismo estado. Cuantos adelantos hay conocidos aplicables a estas Casas de extracción, tiene establecida la que nos ocupa, logrando la ventaja, sobre otras, de tener un ramal de la vía férrea que atraviesa las bodegas en toda su extensión, y va a enlazar con la general de la estación de mercancía del ferro-carril de la línea de Sevilla que se halla próxima. Máquinas de vapor, trabajadero, etc., se hallan en el local; así es que si el crédito de tan importante Casa no estuviera tan bien fundamentado, bastaría a probarlo una visita por este establecimiento. Tiene agentes y corresponsales en Londres, New-York, Lisboa y Oporto, donde su marca es por demás conocida”.