viernes, 5 de febrero de 2021

Historia de Jerez (MS., Tomás Molero, 1786, VI)

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Ciudad, a la que pasó el mismo César y labró en ella su Palacio, según que todo lo dicho consta por el Manuscrito de la Casa de los Cavalleros Zuritas citado por el Señor Mesa Ginete en su demostración Histórica ([1]).

En esta ocasión fue quando el César honrró a esta Ciudad con el sobrenombre de Regia, y a la de Asido con el de Cesariana. Mas como el nombre Real era poco agradable y aun odioso a los Romanos, por esta razón han querido averiguar algunos autores qual pudo ser el motivo de haberle dado este sobrenombre. A Rodrigo Caro le pareció que se lo daría porque fue Asta la Corte de Argantonio, pero esto no pudo ser assi, pues como se ha demostrado la Corte de este Soberano fue Carteya. El Padre Florez es del sentir que este nombre se lo habían aplicado los Turdetanos y que los Romanos lo conservaron después; pero sin embargo parece lo más verosímil que Julio César, para mantener el honor de ser Dueño de un Pays que había sido Reyno de Argantonio de cuyo dominio era Asta, y por otra parte para borrar la memoria del Sobrenombre de Pompeya con que había sido reconocida, le daría el Título de Regia, reservando para Asido el de Cesariana. ¿Pero qual sería la razón porque los Romanos la conservarían a estas Ciudades los nombres que le pusieron los Fenicios?. La razón positiva es cierto que no se puede saber; pero si atendemos a lo que practicaron respecto de otras Ciudades, Yslas y Situaciones, parece que se puede acertar. Acostumbraron los Feni-

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cios poner nombres de sus Dioses fabulosos y de algunos otros Heroes de su Nación a las Ciudades y Lugares que formaban; por esta razón la pequeña Ysla inmediata a Cádiz la dedicaron a la diosa Astarté, divinidad a quien los Griegos tomaron ora por Venus ora por Juno ([2]), por lo que fue llamada aquella Ysla Juniona. A nombre de Sidono, Primogénito de Can, fabricaron la famosa Ciudad de Sidón, en la Fenicia; Y como los Romanos adoraban los mismos Dioses que los Fenicios y era una de sus máximas seguir las costumbres religiosas de los Pueblos que conquistaban, tal vez por haber contemplado a la Ciudad de Asta dedicada al Dios de los Fenices Astarot y a la de Asido al famoso Heroe Sidono, hijo de Can, cuya Ciudad fue assi denominada para conservar la memoria de la antigua Sidón ([3]) por estos Religiosos y políticos respetos dexaron a Asta y Asido con los mismos nombres con que las encontraron. Siendo aquí de notar que entre los Fenicios era muy frequente el quitar o añadir en los mismos nombres algunas letras o dicciones ([4]) y por esta razón habiendole suprimido al nombre de Astaroht o Astarté las últimas letras, quedaría reducido a Asta y añadiendole igualmente una A y suprimido la última N al nombre Sidón vino a resultar el de Asido.

Hasta aquí van referidas algunas de las acciones y Triunfos de Julio César, después de las quales se retiró a Roma, bien ageno del fatal golpe que le esperava; pues haviendole prohibido el Senado

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que no pasase del Río Rubicón para Roma, temerosos tal vez de que se lebantase con el imperio; él alentado de su valor y de sus triumphos quebrantó el precepto y con esto dio causa para que formando el mismo Senado una Conjuración secreta, le hubieran quitado la vida Bruto y Casio a los golpes crueles de veinte y tres puñaladas.

Después de la desgraciada muerte del César y de haberse extinguido el Triunvirato, Octaviano, su Sobrino, fue nombrado por el Senado Emperador, con el título de Augusto. Este Soberano habiendo sujetado a algunas naciones, en el principio de su imperio, se manejó en su gobierno con tanta moderación y pacíficas disposiciones que puso a Roma en el feliz estado de no tener que temer ni por mar ni por tierra enemigo alguno, de modo que mandó cerrar por la terzera vez el Templo de Jano, que solo hasta entonces dos vezes se habia verificado desde la fundación de Roma, assi lo dispuso la divina providencia, porque era justo que la paz reynara en todo el mundo quando a los quarenta y dos años del imperio de Augusto había de nacer en Belen el Príncipe de la Paz Jesu-Christo Nuestro Señor, desde cuya feliz Epoca dio principio la era Christiana.

Muchas dificultades se pudieran resolver y diversos puntos obscuros se expresarían con claridad si en los Ciento y Ochenta años que pasaron desde el principio de Augusto hasta el Cruel Nerón, las historias Civiles nos dieran algunas noticias de Asta y Asido en orden a su explendor y

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decadencia pues en todo este tiempo apenas sabemos que la familia de los Bebios ([5]) era una de las más nobles de la Bética oriunda de Asta, y que tubieron empleo de Pretores en esta Provincia en el dominio de los Romanos; y que el Capitán Elio Marcelo, padre de los Santos Mártires San Servando y Germano, y los diez hijos restantes, fueron de la misma Naturaleza ([6]). Por esta razón es indispensable buscar en las Historias Eclesiásticas las noticias que puedan contribuyr para venir en conocimiento del estado de Asta y Asido, en los tiempos de que no trataron de estas ciudades las historias Civiles o Profanas.

Es constante que después del establecimiento de la Yglesia, llegó el feliz momento en que por divina disposición hubiera venido a España a predicar e instruirnos en la fee nuestro Santo Apóstol y Patrono Santiago por los años de treinta y seis de Christo, en donde después de haber travajado y practicado obras maravillosas y estupendas, se retiró a Jerusalem llevando consigo a siete discípulos convertidos a esmero de su Apsotólico celo, quienes después del martirio de su Santo Maestro, Ordenados de Sacerdotes y Consagrados de Obispos por los Apóstoles San Pedro y San Pablo, regresaron a España a cultivar la Viña Christiana, que su Maestro Santiago había dejado plantada; y tomando su viaje por el Mediterráneo con la mayor felicidad desembarcaron en Almería,

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entonces famosa Ciudad marítima de la Provincia Batistana.

Faborecido nuestro Pays con estos mensajeros del Cielo, determinaron para dar principio a sus tareas Evangélicas, separarse cada uno a la Ciudad que le pareció oportuna para el establecimiento de su Obispado: Torquato eligió a Guadix; Stesifon a Verja; Segundo a Avila; Indalecio a Almería; Cecilio a Granada; Eufrasio a Yliturgi; y Hiscio a Carteya. Establecido en esta Ciudad nuestro Santo, dio principio a esparcir por todos los Pueblos de su Obispado los hermosos resplandores de la luz del Evangelio, Predicando a los Gentiles, que convencidos con el Exemplo de su Santa vida y la eficacia de la doctrina Evangélica, cogía los frutos más copiosos en la conversión de unos Ydolatras que por naturaleza eran los más tenazes y tercos en defender el culto de los falsos Dioses que adoraban.

Algunas veces, ocultamente se juntaba Hiscio con sus Santos Compañeros para tratar de acuerdo el modo de establecer el culto y la disciplina arreglados a las circunstancias que exigían los tiempos; y como por el govierno de los Gentiles estaban prohibidas estas juntas a los Christianos, noticioso Aloto, Pretor entonces de la Bética, de la última que celebraron, se valió de esta ocasión para prender a Hiscio y executar en él la Sentencia de ser quemado vivo, pensando con esta crueldad congratular y dar este gusto a el inhumano Nerón, en el mimso tiempo que estaba más viva su crueldad, con el desseo de extinguir

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el nombre Christiano, según la expresión del Cardenal Baronio: fue el martirio y glorioso Triunpho de San Hiscio el año de Cinquenta y ocho de JesuChristo, desde cuyo tiempo no se encuentra memoria alguna de los que le sucedieron en el Obispado hasta el año de 610, que se advierte en el Concilio segundo de Sevilla a Rufino, que firmó en él con el título de Obispo Asidonense; de modo que los 552 años que pasaron desde el 58 de Christo, en que acaeció el martirio de San Hiscio, hasta el 610 del Concilio Hispalense segundo, no hay memoria de los que fueron sucesores de esta Silla; pero sí se encuentra a la Ciudad de Asido en el auje y grandeza que la proporcionó para ser Capital de aquel Obispado, de cuyo asunto se tratará a su tiempo, pues al presente se deben investigar las circunstancias más notables de esta Ciudad, que manifiestan su antigüedad y grandeza.

Ya queda referido que por los años de 44 antes de la Era Christiana, hasi la Ciudad de Asta como la de Asido, fueron constituidas Colonias por Julio César, quien assimismo a la primera llamó Regia y a la segunda Cesariana. En este supuesto es de notar que desde el citado año de quarenta y quatro antes de Christo, hasta el de trescientos y treinta de la Era Christiana en el que dio la paz a la Yglesia el Emperador Constantino, pasaron 374 años, en cuyo dilatado tiempo, al paso que se fue perdiendo la memoria de Asta, se fue engrandeciendo

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y conservando la de Asido. No es fácil aberiguar qual pudo ser la causa de la decadencia de Asta; pero si valen las reflexiones fundadas en antecedentes verdaderos, parece que se puede decir que o bien porque su Comercio iría en decadencia por no poderse navegar por el Estero, o foso de agua que recivía del Río Guadalquivir, por el descuido de no haberlo conservado, o bien porque los Romanos la mirarían como una Ciudad que había sido tan contraria de Julio César y faborecedora de su enemigo Pompeyo, la irían abandonando y estableciendose en la de Asido, tal vez por estar en sitio más ventajoso y ser entre los demás de la Provincia la faborita del César, respecto de haberla ennoblecido con el Título de Cesariana; la que assi mismo después es regular, que su Sobrino el Emperador Augusto la fomentase y fortificase más, de tal modo, que fue conocida por Ciudad fortissima, que aun por esto Antonio de Nebrija le da el nombre de Firmitas Julia ([7]) para denotar era la Ciudad fuerte de la Provincia.

Lo Cierto es que o por lo ya referido de la Ciudad de Asta, o por el auge y grandeza a que llegó Assido, se fue insensibemente perdiendo y arruinando la primera y refundiendose su memoria en la Segunda, de tal modo que son muchos los Autores que por Asido le dan el nombre de Asta, de que se pudieran referir varios documentos; y

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baste por ahora el de Antonio Nebrija, que en su Vocabulario para dar el significado de Xerez en Latín, entre los que pone es uno Asta Aste; Pero sin embargo siempre conserbó su principal nombre de Asido todo el tiempo que estubo bajo el dominio de los Romanos hasta la entrada del primer Exército que vino a la Bética mandado por el Rey Godo Walia por los años de 419; en cuyo supuesto es ya indispensable tratar de este asunto en punto separado.

Punto quarto de la entrada de los Vándalos, Alanos, Suebos y Godos en España.

Las mayores turbaciones de la Bética, como refiere el Padre Florez ([8]), fueron en el Siglo quinto ocasionadas de la entrada de los Vándalos, Alanos y Suevos, quienes con sus guerras no solo perturbaron el gobierno Civil de los Romanos, sino el orden de lo Eclesiástico, de que se tratará después; de modo que compadeciéndose los mismos bárbaros de los extragos que con sus mutuas hostilidades causaban en las Provincias, resolvieron sortearlas, y cayó la suerte de la Bética a los Vándalos apellidados Silingos. La Galicia a los demás Vándalos y Suevos, y la Cartaginense, con la Lusitania, a los Alanos, según refiere Ydacio en su Cronicon, sobre el año de quinientos y once.

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Duró muy poco tiempo la residencia de los Silingos en a Bética, porque viniendo los Godos comandados por el Rey Walia los destrozó y acabó con ellos en el año de quatrocientos y diez y nuebe; entonces se pasaron los Vándalos de Galicia a la Bética en el año de quatrocientos y veinte; y queriéndolo hechar de ella el Ministro de la Milicia de los Roamnos, llamado Castino, los sitió con tal estrechez que estaban ya dispuestos a rendirse; pero propasandose inconsideradamente a dar batalla, tubo que huyr a Tarragona, por no haberle sido fieles las tropas auxiliares. Muerto el Rey Gunderico, Gefe de los Vándalos, le succedió en el Reyno su hermano Gaiserico, que apostatando a la Heregía de Arrio se pasó con toda su gente a la Mauritania el año de quatrocientos veinte y nueve, según que todo consta por el citado Ydacio.

Después de ausentados de España los Vándalos, fueron continuando en la Bética las guerras por medio de los Suevos, pues en el año de quatrocientos y treinta y ocho venció Renguila a Andevoto junto al Río Singilio, que parece, según el Padre Florez, que es lo mismo que Singilis o Río Jenil; a los tres años siguientes se apoderó el mismo Rey de Sevilla y parte de la Bética, y habiendo muerto este Rey Gentil, le succedió su hijo Reguiario; y después de otras subcesiones y guerras Civiles entre los mismos Godos, últimamente se sujetaron a Athanagildo como refiere San Ysidoro en su historia y el Padre Florez en el lugar citado.

Por muerte de aquel Rey se siguió Leuba, el que

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a su hermano Leovigildo le dio el Reyno de la España Citerior, el qual habiendo quedado solo, se fue extendiendo más que otros por la Bética; no solo venciendo a los Soldados Romanos del Oriente que Athanagildo havia convocado en su guerra contra Agila, sino varias Ciudades de nuestra España, que como buenos Catholicos no querían sujetarse a un Rey Hereje. Pero finalmente venció la mayor fuerza de los Godos, y se rindió Córdova, y Asido; pero esta, según el testimonio del Bidarense, Author contemporáneo del Rey Leovigildo, fue entregada de noche por trayción de un tal Framidaneo, cuya acción la expresa el citado Autor en estos términos: El Rey Leovigildo tomó de noche la fortissima Ciudad de Asidonia, por traición de un tal Framidaneo, en la que habiendo muerto a los Soldados, unió al derecho de los Godos la expresada Ciudad ([9]). De este testimonio se convence que en el tiempo de los Romanos fue Asido una Plaza no solo fuerte, sino fortissima que tal vez hubiera resistido a los Godos a no haber intervenido las asechanzas y vil manejo de un traidor.

Después de conseguidos por Leovigildo estos triunphos, dio a su hijo Hermenegildo parte del Reyno, dejándole por Corte a Sevilla, a quien le siguieron muchas Ciudades como a Príncipe Catholico convertido por San Leandro Arzobispo de Sevilla, de lo que irritado su Padre, instigado por la malvada Gosvintha, muger de Leovigildo (y antes de Athanagildo)


[1] Mesa Ginet., Demostrac. Histor., Part. 1, pág. 17.

[2] Sanctius ex Machobricio in. 3 Reg. eg. 5, lib. 9, Divas Aug. Quest. 16.

[3] Tirin. in. Exeguil, Cap. 27, V. 13.

[4] Masdeu, España Fenicia, fol. 40 y 41.

[5] Hircio, de Bello Civil.

[6] Billegas, Vida de Roa, San Marcelo, lib 1º, Cap. 7; Caro, Vida de San Servando.

[7] Nebrija, Verbo. Xerez.

[8] Flores, tom.9, trata. 28, Cap. 4.

[9] Flores, tom. 6, trat. 6, Apend. Pág. 377.