sábado, 20 de febrero de 2021

Historia de Jerez (MS., Tomás Molero, 1786, VIII)

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y grandeza que de los tiempos anteriores había conservado. La primera que representa es la Succesión de su Obispado aun en el tiempo de la Cautividad, pues aunque dominada por los Ynfieles la Ciudad de Asidona perseveró la Christiandad, y la dignidad Episcopal, como antes había florecido según prueban los documentos del tiempo del cautiverio, en que como antes se mantenía su Obispado con el Título  Asidonense, y uno de los que vivieron entonces se llamó

Rufino. Vibía en el año de 862.

La dignidad y nombre de este Prelado se conserva en el Apologético del Abad Sansón ([1]). Se save, por este medio, que Miro era Obispo Asidonense en la era de 900 que es año de 862. Assimismo sabemos que viendo Miro las Cartas de los Obispos que declararon inocente al expresado Sansón, decretó unido con el Obispo de Córdova llamado Valencio que fuese anulada la primera Sentencia y el Abad restituido a su honor. Viendo pues Obispo en esta Ciudad en tiempo tan turbado, es de creer que no había carecido de Prelado en el Siglo anterior, que se mantuvo después del Ymperio de los Godos, pues a estos se añaden las comprobaciones siguientes.

Estevan.

Vivía cerca del Siglo Décimo.

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Tiénese noticia de este Prelado por el documento de la Biblia Gótica de Toledo que cita Florez ([2]) donde se ve a Estevan mencionado Obispo Asidonense, y allí e Vestigio de.... Onensis Episcopus que es final de la voz Asidonensis consumidas las primeras letras con el tiempo. Por falta de documentos se ignoran las acciones de estos Prelados que se singularizarían en el bien de sus Obejas, como correspondía a el peligro en que vivían y a la prudencia y saviduría que nos publican sus mencionadas acciones, sin las quales no tendríamos noticias ni aun del nombre como sucede en el último Prelado que se sigue.

N. Último Asidonense. Vivía al medio del Siglo Duodécimo.

Antes del año 1145 perseveraba Asidona con Pastor consagrado con el antiguo título de Asidonense, como consta por la Historia del Arzobispo de Toledo D. Rodrigo ([3]) donde dice que con la entrada de los Bárbaros Almoades, se retiraron a Toledo algunos Obispos de Andalucía, y expresamente el Asidonense. Fue aquella infausta Epoca en el año de 1144 ([4]), y en virtud de esto se reconoze consagrado antes a el Obispo que como tal vivía entonces en Asidona.

No dice el Arzobispo cómo se llamaba, sino solo que

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perseveró hasta la muerte en Toledo, con uso libre de su dignidad Episcopal, como otros dos Prelados que vinieron allí al mismo tiempo, y uno de los tres fue Sepultado en la Cathedral. Desde aquella entrada de los Almoades no hay noticia de otro Obispo, y es más creible que cessase su Sede desde este tiempo.

Por lo expresado hasta aquí se manifiesta que hasta el año de 1144 se conservó la memoria de la Ciudad de Asido (según los Fenicios y Romanos) y Asidona según los Godos en el explendor y grandeza de ser Capital del Obispado de su nombre; a cuya comprovacion contribuye mucho para denotar el estado en que la hallaron los Moros la Autoridad de un Autor de la misma nación, y como tal desapasionado, este es el Moro Rasis, quien refiere que la dijeron a Musa: Señor, nos te mostraremos muy buen Camino y unas muy buenas Villas donde podedes facer de vuestra pró si Dios Te quisiere ayudar: e movió entonces e fueron camino de Xereto fasta que llegaron a Saduña, y tomola luego, y fue la muerte tan grande de la una y de la otra parte que maravilla fue de lo contar. Y en otro lugar dice: En Xerez Saduña ay muchos rastros de antigüedad e señaladamente la Cidat de Saduña, do ella primeramente fue poblada, e por esto lleva el nombre de Saduña... e en ella ha las bondades de la tierra e de la mar, et que vos yo quisiese contar todas las bondades de ella e del su término non podría.

Del contexto de esta autoridad se comprueba que Xerez Saduña (assi llamada de los Moros la antigua Asido) la encontraron

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estos tan fuertes que para rendirla fue la muerte de la una y otra parte tan grande que maravilla fue de lo contar se explica Rasis: dando al mismo tiempo noticias de los rastros de antigüedad que en ella se encontraban desde su primera población, con el nombre de Saduña, que quiere decir Asido; y assi mismo de las bondades de la tierra y de la mar que en ella se encontraban assi por su dilatado término como porque tal vez desde aquel tiempo estaría estableciedo su Comercio por el Río de Guadalete y Sitio que oy se llama el Portal, de cuyos antecedentes se comprueba la grandeza y explendor con que se conservó esta Ciudad hasta la entrada de los Arabes en España.

En quanto al nombre de Xerez con que la denominaron los Moros, asegura el Padre Florez que deseando saber su Etimología, o significación, por los que tienen conocimiento de la lengua Arabiga, dice que pareze corresponde a el de otra Ciudad de la Persia, cuyo nombre reducido a nuestras letras es Xeiraz: haciendose muy creíble que estos mudasen el nombre de Asidona en este de Xerez por atención a la Patria del Conquistador, o de algún Governador sobresaliente, que fuese de Xerez; del modo que totalmente mudaron el nombre de Acci en Guadix y el de Complutum en Alcalá, y asi de otros Lugares; pues es lo cierto que el nombre de Xerez no se oye ni se ha visto en escritor alguno hasta la entrada de los Moros.

Es muy propio de este punto reflecxionar, y hacer

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memoria de la constancia, valor y mérito de la fee con que los Christianos de la Bética mantubieron la Religión y el verdadero culto de Dios desde que fueron instruidos por nuestro glorioso Apóstol Santiago y después fortificados en ella por su Dicípulo San Hiscio y los demás subcesores de su Obispado; pues ni las persecuciones crueles de Nerón, Domiciano, Trajano y demás Emperadores pudieron extinguir la refulgente luz de fee que a costa de su propia vida mantuvieron los diversos Mártires del Obispado Asidonense, de cuya memoria se tratará en punto separado; ni menos haver corrompido su crehencia con la Heregía de los Arrianos, que profesaron los Godos, sin embargo de las persecuciones, molestias y trabajos que sufrieron, manteniendose igualmente pura y resplandeciente la luz de la fee, en medio de las negras sombras del Maometismo; y pues aquí se concluien las noticias de la que ya debe ser conocida con el nombre de Xerez, resta ahora tratar del feliz tiempo de su Conquista por las gloriosas Armas de nuestros Reyes Catholicos, que es el asunto del Punto que se sigue.

Punto séptimo. Gloriosa Conquista de Xerez.

Llegado que fue el feliz momento en que la afligida España fuera sacudiendo el pesado yugo con que el Poder Maometano la oprimía, después que dio principio a tan gloriosa empresa el Príncipe D. Pelayo y prosiguieron con felizidad sus

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Subcesores se siguió la Epoca gloriosa en que nuestro invicto Rey el Señor San Fernando tercero de este nombre tomara el arduo y dificultoso empeño de reducir al nombre Christiano y Enarbolar el Sagrado Estandarte de la Cruz en todas las Ciudades y Pueblos de Andalucía aun todavía subyugadas vajo del Bárbaro Imperio Maometano; para poner en práctica sus deseos determinó el año de Mil doscientos treinta y uno que su hermano el Infante dn. Alonso de Molina acompañado del Conde Albar Pérez de Castro y Garci Pérez de Vargas entraron con su Exército en los términos y Campos de dicha Provincia; cuya Orden assi executada llegaron al fin a la Ciudad que entonces llamaban los Moros Xerez Saduña a efecto de sitiarla hasta rendirla; y sin embargo que los Moros salieron a el encuentro con multitud innumerable de su Tropa y que el Exercxito Christiano se componía solamente de tresmil y quinientos combatientes, les dieron tan fuerte derrota que los obligaron a retroceder huyendo precipitadamente a la Ciudad, entrando por la puerta llamada del Olibillo, y después de la Conquista, y últimamente de Santiago, a causa de haberse aparecido en aquella batalla nuestro gran Patrono; cuya milagrosa aparición se numera por la última con que faboreció el Santo nuestras Armas contra los Moros, y la que por haber sido cerca de las Torres de dicha Ciudad se le fundó al frente de aquella Puerta fuera de Muros una hermosa Hermita que después se formó una de

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sus mejores Parrochias, siendo muy de notar que habiendo sucedido la desgraciada pérdida de España en los Campos de Xerez cerca del Río Guadalete, quiso el Santo Apóstol que en la misma inmediación de Xerez fuesse su última milagrosa aparición; la que refiriendo Zúñiga y Sandoval en la vida del Emperador y Rey Don Alonso Séptimo ([5]) dicen que esta Victoria fue causa para que se hubiera conquistado después toda la Andalucía, y que quedasen los Moros tan quebrantados y Medrosos que jamás cobraron el esfuerzo y valor que antes tenían.

Triunfaron las Armas de nuestro Santo Rey con el auxilio Divino de Abenjue, entonces Rey de Xerez Saduña, quedando por su vasallo y tributario; y anelando el Santo vencedor por mayores triunfos y conquistas, después avasalló a Córdoba el año de Mil doscientos treinta y seis; triunfo de Jaén en el de Mil doscientos quarenta y tres; y últimamente de la Metropoli de Sevilla el de mil doscientos quarenta y ocho; y debe notarse que aunque en su crónica se dice que fue el Santo Rey Señor de Xerez y de toda la Comarca, es lo cierto que entonces no la pobló de christianos sino que quedaron los Moros pagandole feudo como vasallos: cuya verdad la afirma Espinola citado por el Señor Mesa Ginete en su demostración Histórica ([6]) que dice vio Privilegio concedido por el Santo Rey a Ordoña Alvarez, Argamasilla, en el que entre las firmas de su confir-

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mación estaba la de Sanchit, Rey de Xerez Vasallo de don Fernando tercero.

No era natural que la Sobervia de este Rey Moro sobrellevase con indiferencia un Vasallaje para él tan duro y vergonzoso y por lo mismo dessearia se le proporcionase la ocasión de poder sacudir este pesado yugo que tanto le oprimía; y en efecto, habiendo acaecido la gloriosa muerte de nuestro Santo Rey, aprovechándose de esta coyuntura, luego se rebeló negandole el feudo a su hijo el Señor don Alonso Décimo conocido justamente por el Sabio; pero este grande Rey tan heredero de la Real sangre de su Augusto Padre, como de su christiano y valeroso espíritu, vino inmediatamente el año de Mil doscientos cinquenta y cinco a la conquista de Xerez, la que subyugada a su Imperio espulsó a su Rey, y guarneciendo su Real Alcázar de Christiana Tropa, quedaron todos los Moros por sus Vasallos.

Apenas pasaron seis años, quando segunda vez se rebelaron, y aliados con los de Granada y Ronda el año de Mildoscientos sesenta y uno pusieron todo su conato en expugnar y rendir su Real Alcázar, cuyo Alférez en aquella ocasión era Fortún de Torres, quien con su gente la defendió tan valerosamente que los volbieron a sujetar a su dominio; no debiéndose omitir el honor de expresado Alférez Fortún de Torres, que sin embargo de haber perdido en la refriega sus brazos y sus piernas aun en tan miserable estado tubo asido

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con los troncos el Real Pendón de su Milicia.

Después de esta Reconquista de la Ciudad fue quando el Rey don Alonso determinó Poblarla según que merecía su situación y los hechos valerosos de sus habitadores, y por esto quiso ennoblecerla no solo con trescientos Cavalleros Hijos-Dalgo, sino después con el Privilegio Rodado y firmado con más de setenta firmas de los Prelados y grandes del Reyno; para que fuesen también sus Pobladores Quarenta Cavalleros del Feudo destinandolos principalmente para la defensa de las quatro Puertas de la Ciudad; cuyo Privilegio según lo refiere Zúñiga en los Annales de Sevilla lo trajo Pedro Melgar dado por el Rey en VillaReal en seis de Noviembre de Unmil doscientos sesenta y siete: deviendose aquí notar que el número de los Pobladores nobles de esta Ciudad fue mucho mayor de los que se asignaron para las Poblaciones de Toledo, Córdova y Sevilla; por cuya gracia tanto quiso distinguir la grandeza de Xerez. Siendo cierto también que toda esta prevención era necesaria en vista de ser el Antemural de Andalucía para contener los Moros de su contorno y los Exércitos numerosos que venían de el Africa.

Llegó después el Señor Rey don Alonso a Xerez, y en veinte y nueve de octubre del año de Mil doscientos sesenta y ocho, con mano liberal y en atención a sus méritos, mandó repartir a cada Cavallero una Casa Principal, seis aranzadas de Viña,

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dos de Huerta, quince de Olivar, seis de tierra para Majuelos, seis yugadas de Campo de Pan sembrar, con la prevención que cada yugada era reputada entonces por Sesenta aranzadas de tierra. Desde cuyo tiempo por ser este repartimiento hecho a Cavalleros se llamaron por algunos Cavallerías de tierra; e igualmente Doscientos maravedises de la Real Hacienda, dándole también a esta Ciudad por Orlas de sus Armas las Reales de Castillos y Leones, según que todo consta de los Pergaminos, y Libro de Repartimiento de Casas que conserva y guarda en su Archivo.

Pero entanto que se iba Poblando y que sus Vecinos y Cavalleros lograban algún descanso de las batallas y encuentros en que tanto habían trabajado para desposeher al Rey Moro Abenjursaf el de Marruecos, con el deseo de volber a Conquistar una Ciudad tan estimada de ellos, y que por otra parte les acomodava, fue formado un Exército numeroso para provar si la podía reducir a su dominio. En efecto verificó prácticamente su intento, pues el año de Mil doscientos ochenta y cinco la cercó con Diez y ocho mil hombres de Cavallería y una infinidad de peones que con la mayor porfía y ferocidad la combatían. De modo que en el espacio de cinco meses que duró el cerco no passó día sin que no le diesen muchos asaltos, a lo menos seis, como refieren Rayon, Balera y Varaona ([7]).


[1] Florez, tomo 7, fol. 92.

[2] Florez, tomo 7, pág. 39.

[3] Rodrigo, lib. 4, Cap. 3.

[4] Florez, tomo 9, pág. 247.

[5] Zúñiga, Cap. 25, fol. 69.

[6] Mesa Ginete, Demostrac. Históric., part. 2, pág.24.

[7] Valera, Vida de don Sancho 4º, Cap. 11; Varaona, Rosal de Nobleza.