domingo, 16 de noviembre de 2014

"La Justicia del Terror" (de J.L. Gutiérrez), el martes en el Ateneo de Jerez.

El autor, José Luis Gutiérrez Molina, vendrá a a Jerez a presentar su trabajo La Justicia del Terror. Los consejos de guerra sumarísimos de urgencia de 1937 en Cádiz

Podremos hablar con él y preguntarle sobre la Guerra Civil. Reflexionaremos acerca de cómo la violencia militar golpista generó un estado de cosas cercano al genocidio.

Es una buena oportunidad para saber más sobre uno de los elementos históricos más importantes (los inicios del régimen dictatorial franquista) que constituye una de las claves sobre las que se asienta aún nuestra sociedad.

Este martes 18 de noviembre a las 19,00h. en el Ateneo de Jerez (c/ San Cristóbal, 8).




lunes, 3 de noviembre de 2014

Jerez de la Frontera en el diccionario estadístico de Pascual Madoz (1846-1850)





Autor/a: Madoz, Pascual (1806-1870) 
Título: 
Diccionario geografico-estadistico-historico de España y sus posesiones de ultramar
/ por Pascual Madoz ; tomo IX, [Guadalaviar-Juzvado]

Edición original: 
Madrid : Imprenta del Diccionario..., 1850. 
Descripción física: 672 p. ; 27 cm

Nota general: 
Antep.. / Port. grab. xil. alegórica. / Texto a dos col.

[nota tomada de: http://www.cervantesvirtual.com/FichaAutor.html?Ref=15058]
-Al tomo IX se accede también en: http://www.bibliotecavirtualdeandalucia.es/catalogo/consulta/registro.cmd?id=6353

-Miguel Artola Gallego: "Pascual Madoz" (en: http://digital.march.es/ensayos/fedora/repository/ensayos:167/OBJ)









miércoles, 29 de octubre de 2014

Los viajantes de vinos de Jerez (siglo XIX).


LOS VIAJANTES DE VINOS DE JEREZ Y EL MERCADO AMERICANO EN EL ÚLTIMO TERCIO DEL S. XIX.

José García Cabrera[1] y Cristóbal Orellana González[2]

Afirmar que el Archivo Histórico Municipal de nuestra ciudad, dentro del conjunto de los de su misma categoría administrativa, es uno de los más relevantes archivos de España, tanto por el volumen de la documentación que guarda como por la importancia y variedad de la misma, resulta desde luego algo innecesario, sobre todo para aquellas personas que por razones de investigación frecuentan, o han frecuentado, sus fondos. Esta afirmación inicial, sin embargo, está plenamente justificada en el caso del gran público, la mayoría de la población jerezana, que no conoce las verdaderas dimensiones de este rico patrimonio documental municipal. Acorde con esta importancia de sus fondos recién referida debe resaltarse el hecho de que los mismos han nutrido y han servido de base, y siguen haciéndolo, a importantes investigaciones y publicaciones que versan sobre las distintas áreas del conocimiento histórico, bien sea en el campo de la historia económica, historia social, historia política o la historia del arte, y cuya enumeración, si quiera sea resumida, omitimos tanto porque no constituye el objeto de estas líneas como porque incluso la inevitable prolijidad de dicho resumen excedería el espacio concedido.



Tampoco descubrimos nada nuevo si reconocemos que Jerez ha sido una ciudad cuyo pulso y desarrollo económico y social, casi desde los primeros siglos de la Edad Moderna y la mayor parte del siglo XIX, han corrido también parejos al ritmo, siempre zigzagueante, y a los vaivenes que le marcaban el estado y la evolución de su negocio vinatero, de sus viñas y sus bodegas. Espigar al azar en cualquiera de las secciones en que se organiza el cuadro descriptivo del valioso Archivo Histórico de nuestra ciudad supone toparnos de bruces con esta innegable realidad histórica y social, una realidad que ha contribuido a fijar, indeleblemente en muchos aspectos, tanto su configuración material y urbana como la cultura de su gente.


Escribimos hoy estas líneas con una exclusiva pretensión divulgativa, a saber, la de dar a conocer desde estas páginas un curioso documento conservado en el Archivo Municipal, cuya entidad, más que por su relevancia documental como tal, viene determinada en todo caso por recogerse en él información valiosa sobre algunos aspectos históricos del negocio vinatero de Jerez tal vez no muy conocidos para ese gran  público jerezano al que nos referíamos. El documento en cuestión es un expediente municipal del año 1933 que se halla en el tomo 589-BIS C de la sección de Protocolo Municipal, apartado de Fiestas. Se trata de una documentación originada en la idea nacida en el seno del Ateneo Jerezano, patrocinada por el ayuntamiento de la ciudad y la colaboración de la Academia Hispano-Americana de Cádiz, de celebración del llamado Día de la Raza o Fiesta de la Raza.

En esta ocasión centraremos nuestro interés por el documento en uno de los puntos del programa que desarrollaba esta conmemoración. Nos referimos a la idea también surgida dentro del Ateneo de rendir homenaje y reconocimiento a la figura del viajante de vinos de Jerez en los mercados de la América española. Se trataba, en palabras del representante del Ateneo Jerezano[3], Tómas García Figueras, de rendirles homenaje, por “…el esfuerzo que en estos últimos cincuenta años han realizado los viajantes de vinos de Jerez para ganar para nuestra ciudad los mercados de América…”, dando a conocer el nombre de Jerez “ en apartadas regiones americanas, que hoy sienten una sincera admiración por nuestros vinos incomparables” y “ haber desplazado con su esfuerzo personal marcas extranjeras que dominaban la zona de su cargo, consiguiendo para Jerez un mercado de categoría.(…)”

En un principio, la intención de la comisión organizadora era conceder este reconocimiento solo al decano de los viajantes de vinos de Jerez que, además, más se hubiera distinguido a lo largo de su carrera profesional por sus trabajos de promoción de los caldos jerezanos en la América hispana. Finalmente, se decidió otorgarlo a los cuatro viajantes de vinos más antiguos y con más méritos en el desarrollo del anterior cometido. Estos cuatro viajantes resultaron ser: D. José Copano Ponce, viajante de la casa exportadora Gutiérrez Hermanos; D. Mateo Frontera Guardiola, de Marqués del Mérito; D. Agustín García Mier y Fernández de los Ríos, agente-apoderado de la casa Pedro Domecq y Cía. y D. Antonio Maqueda Sot, viajante de A. R.Valdespino y Hermano. Hasta aquí, el relato de los antecedentes y de las circunstancias que motivaron el documento que venimos estudiando. Transcribimos a continuación una de las pates del mencionado documento, la correspondiente a la exposición de los méritos que concurrían en el viajante de vinos más antiguo de esas cuatro casas exportadoras jerezanas en este difícil empeño de abrir esos nuevos mercados más allá del Atlántico, no solo para los vinos sino también para el “coñac” jerezano,  el representante de la casa exportadora Marqués del Mérito, D. Mateo Frontera Guardiola.

A nuestro juicio, pocas veces podrá verse reflejado en un documento, con el detalle y la plasticidad que en él se recoge, el enorme esfuerzo que para la exportación jerezana de vinos de la época  supuso la necesidad imperiosa de búsqueda de esos nuevos mercados a que se vio abocada en el último tramo del siglo XIX, antes, durante y después de los trastornos creados por la aparición de la filoxera. Pero, sobre todo, después del importante descenso que sufriera la cuenta de beneficios de las casas extractoras de vinos al tradicional mercado británico[4], “el más remunerador de sus mercados”, como nos recordara el ingeniero agrónomo Gumersindo Fernández de la Rosa en 1916, en su interesantísimo trabajo “Elaboración, crianza y comercio de los vinos de Jerez”.


En el memorándum que la casa Marqués del Mérito presentó sobre los trabajos realizados por su principal agente en América, y decano de los viajantes de vinos jerezanos, se decía de él siguiente: “(…) Empezó a viajar a principios de 1893. Primero a las Antillas, Cuba, Haití, Santo Domingo, Puerto Rico, Jamaica, Curaçao, pasando luego a Venezuela y Colombia. En el segundo viaje visitó Mexico, Guatemala, Honduras, Nicaragua, San Salvador, costa Rica, Panamá, Ecuador, Perú, Bolivia (en este país fue el primer viajante de vinos de Jerez que lo visitó) Pasó luego a Chile, Estrecho de Magallanes y la Patagonia, cuando se iniciaban las primeras construcciones en Río Gallegos, Comodoro Rivadavia, etc. Otro viaje lo empezó en Martinica, años antes de la erupción del Mont Pelee, Barbados, Trinidad, las Guayanas, hasta el interior del Perú. En los estados del Amazonas, Matto Grosso, Diamantino, etc. no se conocían nuestros vinos. Visitó también el Uruguay, Argentina, Paraguay, hasta Guyaba, del estado Matto Grosso. Todos estos países, lo mismo que los Estados Unidos, Canadá, British Columbia, Vancouver, Islas Bahamas, los recorrió en varias ocasiones, pregonando en todos ellos las excelencias del vino de Jerez. A principios de 1895 trajo de Francia varias muestras de vinos quinados que estaba entonces iniciándose su venta en aquel país. Estas muestras sirvieron para introducir un nuevo elemento de riqueza en la industria jerezana, pues los quinados lograron en poco tiempo gran desarrollo, y aún hoy [en 1933] este vino español tiene un buen mercado en varios países. En varias ocasiones le sorprendieron revoluciones en los países citados, y también grandes epidemias, como la fiebre amarilla y la peste bubónica, muchos terremotos y grandes temporales en mar y en tierra, uno de estos muy serio de nieve atravesando la cordillera de Los Andes, en época que aún no estaba abierto el tránsito oficialmente, y años antes que existieran ferrocarriles. Estuvo también en varios incendios de poblaciones y en 1898 fue a Cuba en el vapor Monserrat, cuando este  buque forzó el bloqueo, saliendo a los pocos días por la Isabela en un pequeño barco noruego para San Juan de Terranova. Estos viajes fueron tan interesantes que el Sr. Frontera estableció sus oficinas en Londres y Buenos Aires, para con la colaboración de viajantes y agentes poder atender los negocios en los mercados que durante varios años de viaje había formado (…)”.

La labor desarrollada por estos viajantes de vinos, desde la década de los  años 80 del S. XIX, en la América española y, como vemos, en otros países de habla no hispana del continente causa admiración desde luego. No solo por los obstáculos de toda naturaleza a los que se debieron enfrentar, sino por los resultados comerciales obtenidos: algunos de estos viajantes homenajeados en 1933 fueron los primeros agentes jerezanos que introdujeron nuestros vinos en algunas de las naciones americanas; otros fueron capaces de desplazar en algunos mercados, como el cubano, a marcas extranjeras de vinos, francesas sobre todo, que dominaban las zonas antes de que ellos arribaran a los mismos. Esto último fue lo que sucedió con el representante de la casa exportadora Pedro Domecq y Cía, quien en su primer viaje a Cuba sobre 1908 logró dar a conocer en esa plaza los vinos y el “coñac” de Jerez, productos que por esa época eran casi desconocidos en  la isla. Al cabo de unos tres años de iniciada su labor en esta zona del Caribe, dicho agente había conseguido, según el periódico habanero Diario Español de 12 de mayo de 1920[5], que no quedara ya “restaurant, café, bodega, bar, cantina, kiosko, ni aun tienda de ingenio donde no se exhibiera en abundancia el Fino La Ina, el Viña 25, el moscatel Viña Vieja (…) y las tres marcas de “coñac” de mundial fama, Monopolio, Tres Cepas y Fundador”.

Independientemente del tono, tal vez, algo exagerado de la anterior afirmación, en lo que sí hemos de mostrarnos de acuerdo con el autor del artículo inserto en dicho periódico es en la aseveración de que uno de los mayores logros alcanzados por estos viajantes de vinos en estos mercados fue no solo haber conseguido la apertura de los mismos para las ventas de los productos de sus respectivas casas exportadoras sino, sobre todo, que el consumidor de vinos de estas lejanas tierras “gustara y distinguiera los vinos de Jerez, pero el verdadero, el legítimo Jerez, que no admite término de comparación con los de otras regiones y que son inimitables”.

La contextualización histórica del tema subyacente en el documento que venimos comentando, que en definitiva no es otro que, como se apuntó ya, el de la urgente necesidad de nuevos mercados que experimentó la exportación jerezana de vinos en el último tercio del S. XIX, remite por tanto, por un lado, a algunos de los  principales problemas que aquejaban a la vinatería local desde dicha fecha y, por otro, a algunas de las respuestas ejecutadas por uno de los grupos de la misma, el de los extractores o exportadores. Las características de esta colaboración nuestra de hoy solo nos permite una relación sumaria de esos problemas que agobiaban al negocio de los vinos de Jerez en el periodo señalado, pero para esos años resultaba ya innegable que la vinatería de la ciudad se hallaba sumida en una crisis incontestable que dibujaba la cara opuesta de aquella otra situación de euforia económica que para el negocio de vinos describiera Parada y Barreto para los años 1862-64.[6] Viñas abandonadas y entregadas en aparcería a jornaleros, depreciación del precio de los mostos y de los vinos ya criados en el mercado local, caída de la demanda, descenso de la exportación y de los precios de la misma… Todos estos elementos, junto al grave problema de la masiva entrada de vinos forasteros y su inevitable corolario del fraude en origen de los vinos de Jerez y del deterioro de la calidad los mismos, constituyen algunos de los principales factores que explican esa crisis.[7]

El recurso al empleo masivo del llamado alcohol industrial (de mucho menor precio que el alcohol de vino) por parte de muchos extractores para encabezar esos vinos forasteros de baja calidad con los que competir en el tradicional mercado británico y adaptarse a los nuevos cambios de gusto de este consumidor, que ahora se decantaba por unos vinos de menor graduación, puede ayudar también a describir el triste cuadro que ofrecía nuestra vinatería en esos años, sobre todo para los cosecheros. Obviamente, las respuestas puestas sobre la mesa ante la crisis por cada uno de los sectores históricos del negocio vinatero de la ciudad[8], cosecheros, almacenistas y exportadores, fueron tan distintas como encontrados y diferentes eran sus  propios intereses como grupo. Y es, precisamente, en este contexto de las respuestas ofrecidas ante esta crisis por parte de los extractores en el que ha de situarse nuestro documento de hoy, así como el papel que en ellas jugaron estos viajantes de vinos de Jerez.

Para el grupo de los extractores la respuesta pasó, entre otras, por la búsqueda de esos nuevos mercados alternativos en América, la promoción en los mismos del comercio de los tradicionales y genuinos vinos naturales de la zona, por el afianzamiento del “coñac” jerezano en estos territorios, así como por la introducción de la novedad del desarrollo del embotellado para estos mercados exteriores, una forma de transporte y de envasado limitado tiempos atrás solo para el tráfico interior.




[1] Profesor de Educación Permanente en el C.E.PER. “Aljibe” (Jerez) y Licenciado en Antropología Social y Cultural.

[2] Máster en Archivística y Responsable Técnico del Archivo Municipal de Jerez de la Frontera.

[3] El número 66 (páginas 123-140) de la Revista del Ateneo del año 1933  recogió también en sus páginas información y referencias  sobre este homenaje a  los viajantes de vinos jerezanos en los mercados americanos.

[4] Mientras que en los años 60 del S. XIX el valor de la bota de vino exportado al mercado británico era de unas 40 libras, en la década de los años  80 el precio de esta misma bota oscilaba entre 10 y 15 libras y mientras que  las exportaciones  supusieron casi 77 millones de pesetas en el quinquenio 1870- 1874, estas se redujeron a unos 5 millones para el quinquenio 1900-1904: Antonio Cabral Chamorro: La Cámara de Comercio en la crisis y reconversión de la economía jerezana. 1886-1900,  Jerez, Cámara Oficial de Comercio e Industria de Jerez de la Frontera, 1986, p. 19.

[5]El contenido de dicho artículo se recoge también en el  número 66 (páginas 137, 139 y 149) de la Revista del Ateneo del año 1933.

[6] Parada y Barreto, Diego: Noticias sobre la historia y el estado actual de la vid y el comercio vinatero,  Jerez, Imprenta del Guadalete, 1868, p.51.

[7] Una visión anticipatoria de algunos de estos problemas por parte de algunos contemporáneos, ya en los años 1820-1830,  puede verse  en el imprescindible trabajo :  Maldonado Rosso, Javier:  La formación del capitalismo en el marco de Jerez. De la vitivinicultura tradicional a la agroindustria vinatera moderna (siglos XVIII y XIX), Madrid,  Huerga y Fierro Editores, 1999,  pp.345-347.

[8] Sobre las características y funciones de cada uno de estos sectores tradicionales existentes en el seno de la vinatería jerezana remitimos al  pionero trabajo de nuestro querido e inolvidable amigo: Cabral Chamorro, Antonio: “Observaciones sobre la regulación y ordenación del mercado del vino de Jerez de la Frontera, 1850-1935. Los antecedentes del Consejo regulador de la Denominación de Origen <<Jerez-Xérès-Sherry>>”, en Agricultura y Sociedad, número 44, julio-septiembre, Madrid,  Ministerio de Agricultura, Pesca y Alimentación, 1987,  pp. 171-197.

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**Las fotografías han sido obtenidas de: Revista del Ateneo (Jerez de la Frontera). 10-1933, no. 66
http://hemerotecadigital.bne.es/issue.vm?id=0004944755&search=&lang=es

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versión resumida publicada en Diario de Jerez (28-10-2014) en :






viernes, 3 de octubre de 2014

Plano del término de Jerez en [c.] 1905.

Plano del término de Jerez en 1905, (aprox.) en:
http://fama2.us.es/earq/pdf/portfolio/arm100.pdf
"Portfolio fotográfico de España, cuaderno nº 51: Jerez"




Descripción de Portfolio:





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jueves, 18 de septiembre de 2014

Jerez en el NO-DO (1945-1980)


Toda la información al respecto ha sido referenciada de esta página web: http://www.rtve.es/filmoteca/no-do/
(colonos de La Barca de la Florida, visita de Franco, 1953)


1945
Reportaje sobre Jerez: ámbito rural (chozas y nuevas viviendas), Oratorio Festivo Domingo Savio y corrida de rejoneo con Juan Pedro Domecq (diciembre 1945, Jerez de la Frontera, minuto 04:11):


1947
Inhumación en Jerez de los restos mortales del general Miguel Primo de Rivera (abril de 1947, Jerez de la Frontera, minuto 00:28):


1948
Fiesta de la Vendimia (septiembre de 1948, Jerez de la Frontera, minuto 05:22):


1949
Entrega de viviendas (junio de 1949, Jerez de la Frontera, minuto 01:55):


1950
Lunes Santo en Jerez de la Frontera (abril de 1950, Jerez de la Frontera, minuto 05:56):


1951
Visita del Presidente de Filipinas a Jerez (octubre de 1951, Jerez de la Frontera, minuto 08:06):


1953
Franco de visita en Jerez y en La Barca de la Florida (mayo de 1953, Jerez de la Frontera, minuto 03:10):


1954
VII Fiesta de la Vendimia (septiembre de 1954, Jerez de la Frontera, minuto 03:11):


1954
Premios del Concurso-Exposición de Caballos y exhibición de la Escuela de Equitación de Viena (mayo de 1954, Jerez de la Frontera, minuto 00:31):


1955
Fiesta de la Vendimia (septiembre de 1955, Jerez de la Frontera, minuto 05:15):


1956
Fiesta del Vino y de la Vid (septiembre de 1956, Jerez de la Frontera, minuto 03:56):


1957
Estampas de Semana Santa jerezana (abril de 1957, Jerez de la Frontera, minuto 07:27):


1958
Fiesta de la Vendimia (septiembre de 1958, Jerez de la Frontera, minuto 01:33):


1958
Exhibición ecuestre en Jerez (septiembre de 1958, Jerez de la Frontera, minuto 06:21):


1959
Demostración ecuestre, en el Depósito de Recría y Doma Militar, en atención al embajador de Holanda (septiembre de 1959, Jerez de la Frontera, minuto 06:34):


1959
Festival aéreo militar en el aeródromo Haya (octubre de 1959, Jerez de la Frontera, minuto 08:21):


1961
Fiesta del Vino y de la Vid (septiembre de 1961, Jerez de la Frontera, minuto 04:55):


1970
Inauguración del Hotel Jerez (enero de 1970, Jerez de la Frontera, minuto 01:17):


1973
Colección de relojes de Ruiz Mateos (octubre de 1973, Jerez de la Fra., minuto 08:28):


1973
15 nuevos relojes electrónicos instalados en Jerez (diciembre de 1973, Jerez de la Frontera, minuto 01:46):


1974
El príncipe de España Juan Carlos de Borbón en la inauguración de la nueva fábrica de cementos Alba en Jerez (marzo de 1974, Jerez de la Frontera, minuto 00:17):


1980
Museo de arte flamenco en Jerez / Cátedra de Flamencología (abril de 1980, Jerez de la Frontera, minuto 05:45):














lunes, 25 de agosto de 2014

El jerezano Manuel Pinto estuvo en la toma de París (24/08/1944).

Sobre "Pinto", fusilado en Jerez por los militares golpistas de 1936, conocíamos muy poco:


Algo, muy poco, escribimos sobre él José García Cabrera y yo en la obra (que puede verse en este mismo blog):


Ahora, con lo que acaba de publicarse en http://www.andalucesdiario.es/ciudadanxs/a-mi-me-van-a-fusilar-pero-a-mi-hijo-no-lo-cogeran-nunca-y-no-me-cogieron/, ya puede saberse más acerca de este militante anarquista de Jerez.

Andalucesdiario.es ha editado esta interesante información que se refiere a un jerezano y que reproduzco completa aquí por su interés para la historia de Jerez y de Andalucía:

“«A mí me van a fusilar pero a mi hijo no lo cogerán nunca». Y no me cogieron”

Con motivo del 70 aniversario de la liberación de París, andalucesdiario.es recoge el texto autobiográfico del jerezano Manuel Pinto, que aquel 24 de agosto de 1944 entró en París con el general Leclerc.

ANDALUCESDIARIO.ES / 24 Ago 2014
Imagen de la liberación de París.
Imagen de la liberación de París.

Mi verdadero nombre es Manuel Pinto Queiroz Ruiz. Nací en Jerez de la Frontera el día 14 de abril de 1916. Mi familia era de allí. Mi madre murió cuando yo tenía 5 años. Cayó enferma, le salieron unos bultos y no pudimos hacer nada para curarla porque no teníamos dinero. Sólo recuerdo de ella que poco antes de morir me dijo: «Haz caso de tu padre, Manuel, escúchalo siempre». Mi padre era anarquista. Un hombre muy serio, muy buena persona y muy anticlerical. Era camarero. En Andalucía había muchos anarquistas.

En mi pueblo, la gente se sentaba al atardecer en las puertas de las casas y hablaba y discutía, mientras pelaba y comía higos chumbos. Había un ambiente muy fraternal. A pesar de que eran muy pobres, se ayudaban unos a otros, estaban siempre dispuestos a echar una mano. Había mucha lucha sindicalista, muy bien organizada. Yo trabajé en las viñas y luego en una fábrica de destilería. Entré muy joven en el sindicato de arrumbadores y en las juventudes libertarias. En aquella época, los jóvenes se reunían para hacer periódicos y revistas, para ir a conferencias, para hacer teatro. Muchos de esos jóvenes recorrían kilómetros y kilómetros a pie para dar clases y charlas en los cortijos, donde se reunían los peones agrícolas tras una dura jornada de trabajo, a la luz de un candil. Yo sabía leer y escribir y pertenecía a uno de los grupos que iba a dar clases y a comentar textos de escritores libertarios.

Cuando llegaron los rebeldes de Franco y ocuparon Jerez, mi padre me dijo que tenía que marcharme enseguida y me ayudó a escapar. Él no quiso venirse y poco después lo fusilaron. Según un tío mío, antes de morir dijo: «A mí me van a fusilar pero a mi hijo no lo cogerán nunca». Y no me cogieron.

Yo era muy joven, pero en aquellos momentos, viviendo tanta tragedia, nos hicimos mayores enseguida. Llegué a Granada por las montañas, haciendo ya la guerra contra los que habían dado el golpe de Estado. Estuve en Almería, en Murcia y en Alicante. Desde allí me marché a África del Norte en un barco de pesca que se llamaba La joven María. Con él llegamos hasta Argelia. En el puerto de Orán había un montón de barcos cargados de refugiados y las autoridades no les permitían bajar ni les suministraban ayuda. Nosotros nos las arreglamos para desembarcar y gracias a un viejo pescador que nos dio una dirección conseguimos un hotel para dormir una noche. La única noche que tuvimos libertad.

Al día siguiente, en plena calle, fui detenido por la policía y, como muchos otros españoles, encerrado en un campo reservado a los clandestinos, en un gran hangar de los muelles. El hangar estaba rodeado de alambre de púas y vigilado por la guardia móvil y senegaleses armados. Era un verdadero campo de concentración. El mismo director del campo pronunció este nombre, riéndose, cuando le pedí que nos diera una toalla. «Esto no es un hotel, es un campo de concentración».

De allí me llevaron a otros dos campos y luego a Colomb–Béchar, siempre a pico y pala, aplastando piedra y vigilado por los guardianes, entre los que había algunos nazis. Un día dejé caer una carretilla cargada de piedras contra uno de los jefes alemanes que se encontraba un poco más abajo, un tipo de una gran crueldad. No sobrevivió. Sólo un par de españoles se dieron cuenta de que había sido yo. Estaban muy contentos.

Cuando desembarcaron en África los aliados, nos liberaron a todos. Poco después me enrolé en los Cuerpos Francos de África para luchar contra los alemanes en la guerra de Túnez. Una guerra que dirigía el general alemán Rommel. Sus tropas estaban consideradas como fuerzas de elite.Conseguimos derrotarlos y siempre me he preguntado cómo pude sobrevivir a aquel infierno. Y cómo pude sobrevivir a lo que siguió después. Mientras estuvimos en Argelia nos decían que no pasáramos a la zona árabe, pero yo pasaba todos los días, me paseaba tranquilamente, iba a los cafés, me invitaban a tomar té. Los otros me decían que estaba loco por hacer eso, pero yo les decía que eran ellos los locos porque aquella gente era estupenda.
Después de la guerra de Túnez me enrolé en las fuerzas de la Francia Libre, con Leclerc. Entré en lo que llamaban todavía, creo, el Regimiento de Marcha del Chad. Después estuvimos en Skira, donde se creó la Segunda División Blindada, hasta que salimos para ir al combate, a Europa. Embarcamos en Mers el–Kebir, en Argelia, en mayo de 1944. El barco se llamaba Franconia. Cuando llegamos a Inglaterra, la gente nos trató muy bien también. Las mujeres nos preferían a los franceses. Todo el mundo nos trataba bien. Los ingleses tenían mucha más simpatía por los españoles que por los franceses. Las inglesas preferían siempre bailar con nosotros.

Los oficiales franceses tenían miedo de los españoles. Decían que éramos unos salvajes. Es verdad que cuando un oficial no nos gustaba, le hacíamos la vida imposible. No aceptábamos sus órdenes. Sin embargo, Leclerc, el capitán Dronne después y sobre todo el coronel Putz se ganaron nuestras simpatías. Eran gente que nos comprendía y aseguraban que nos ayudarían a luchar contra Franco.

Yo he ido siempre con los blindados de mando. Mi tanqueta se llamaba Los Cosacos. Le pusimos ese nombre porque el capitán Dronne, que mandaba la unidad, un día nos dijo que éramos una banda de cosacos. Uno de los capitanes españoles le dijo: «Ha cometido usted un grave error. Tiene usted que rectificar ante la compañía». Y rectificó. El coronel Putz también le llamó la atención un día porque le oyó gritar contra los españoles. Le dijo que si se comportaba así, no conseguiría que los españoles le obedecieran. Dronne lo tuvo en cuenta. Lo que Putz le dijo era totalmente cierto.

Después de Inglaterra y del desembarco en Francia fuimos enfrentándonos con los alemanes, siempre  en  primera  línea. Los enfrentamos por toda Normandía, en Alançon, Ecouché, hasta París y después en Alsacia, hasta Berschtesgaden. Fue una guerra dura, perdimos a muchos compañeros pero no nos hicieron retroceder nunca.

Cuando llegamos a París, yo iba en las primeras tanquetas que llegaron hasta la plaza del Ayuntamiento. Fue nuestra compañía, La Nueve, la primera que entró en París. Éramos casi todos españoles. La gente se sorprendía mucho cuando nos oía hablar. No paraban de abrazarnos y besarnos. Aquello fue algo extraordinario. Dos días después, cuando el general De Gaulle desfiló por los Campos Elíseos, nosotros fuimos los que le servimos de escolta. A muchos militares franceses esto no les hizo ninguna gracia.

Cuando bajábamos por la avenida de los Campos Elíseos, con De Gaulle, Leclerc y otros oficiales, a medio paseo empezaron a tirar desde un edificio y enseguida paramos el half-track, empujamos a algunas personas para que se escondieran detrás y disparamos contra la zona de donde llegaron los tiros. Terminamos con ellos y el desfile pudo desarrollarse sin grandes problemas. Recibimos bastantes felicitaciones. Yo no tuve miedo nunca pero trataba de no exponerme demasiado. No me volví nunca atrás pero siempre mantuve una cierta prudencia.

Luego seguimos luchando hasta que llegamos al mismo refugio de Hitler.Allí terminó la guerra, lamentablemente. Nosotros esperábamos la ayuda para seguir la lucha y liberar España. En La Nueve, todos estábamos dispuestos a irnos y teníamos bastante material preparado. Habíamos estudiado un plan para llegar hasta Barcelona con una gran cantidad de camiones cargados de material. Campos, que era jefe de la 3.ª sección, tomó contacto con los guerrilleros españoles de la Unión Nacional que combatían  en  los  Pirineos.  Nos  dimos  cuenta  enseguida  de  que  los  guerrilleros estaban totalmente controlados por los comunistas y que no llegaríamos a nada. Tuvimos que renunciar.

Me desmovilizaron a finales de agosto de 1945. Nunca volví a España.