Midrático, Mercader Fenicio, por haber pasado el primero a España, recivió el honor del Famoso y divino nombre de Hércules, que significa hombre de gran valor y esfuerzo ([1]), y por tradición antigua de los Gaditanos su viaje fue muy anterior a los de los Tirios, fundadores de Cádiz ([2]), cuya tradición se conserva en fenicio, porque hablando Estrabón de los viajes antiguos, de que se informó Homero en aquel pays, en primer lugar hace mención de la derrota a España de aquel negociante antiguo, y en
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segundo lugar trata de los viajes de los demás Fenicios ([3]) y habiendose hecho estos en el siglo décimo quinto, se sigue que el primer viaje de Midrático, llamado después Hércules, precedió un siglo a los otros, que fue el décimo quarto antes de la Hera Christiana.
En efecto, en el expresado siglo décimo quinto, antes de la Era citada, habiendo llegado el tiempo de que tubieran su cumplimiento las promesas de Dios hechas con juramento a Abram ([4]), de que la posteridad de este Patriarca devía entrar en la posession de la tierra de Caanan, o de Fenicia: Josué conductor del Pueblo escogido los introduxo Espada en mano y se apoderó de una gran parte de aquella Provincia y de varios terrenos confinantes. Los antiguos moradores, atónitos y espantados de las victorias de los Ysraelitas, y estrechados en un rincón de sus antiguas posesiones, para consolarse en sus pérdidas no tenían otro recurso sino el de buscar medios para estenderse en otros lugares donde se pudieran establecer: y como con las frecuentes Navegaciones habrían adquirido el conocimiento de la mayor parte del mundo, no ignorando quales eran los más ricos y a propósito para el comercio y más fácil de ser ocupados, pusieron sus miras a los últimos confines del Africa y de España con ánimo quizás no solo de asegurarse de las Victoriosas Armas de Josué, sino de estender su Comercio dominando en el Me-
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diterráneo y en el Occeano. Tales fueron los efectos de las noticias que habían adquirido desde el Siglo décimo quarto por Midrático y sus Marineros, de las que habiéndose aprovechado efectivamente pusieron en ejecución este proyecto el siguiente Siglo décimo quinto, más de doscientos años después de la fundación de su Patria la Ciudad de Tiro.
No han faltado Autores que les a parecido imposible la antigüedad de estos establecimientos ([5]) de quien para su confirmación pondré la Autoridad de Procopio que es terminante. Con ocasión de la guerra de los Vándalos, cuya historia escribió, estubo en Africa en calidad de Secretario del General de los Exércitos de Justiniano, y atestigua haber visto en Tanger, cerca de una fuente abundantissima, dos columnas de piedra blanca con esta inscripción en idioma y caracteres Fenicios: Nosotros llegamos aquí huyendo de las Armas del usurpador Josué, hijo de Noé ([6]). No se puede prudentemente refutar este testimonio, porque Procopio cuenta lo que vió, y no se puede sospechar que tuviese el atrevimiento de publicar una Fábula exponiendose a la vergüenza de ser desmentido de todo un Exército testigo de la verdad o falsedad de la relación: fuera de que es muy verosímil la narrativa de Procopio, ya por la costumbre de los Fenicios de levantar Columnas en memoria de los acontecimientos famosos, ya porque todos los escritores antiguos convienen
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en que practicaron lo mismo quando abordaron al Estrecho de Gibraltar, ya finalmente porque Pomponio Mela, natural de Julia Traducta Ciudad de España enfrente de Tanger donde fueron transportados los Tangitanos, asevera que su Patria, a la qual él llama segunda Tanger, era habitada por los Fenicios venidos del Africa ([7]).
De la expresada inscripción de Procopio se infiere que los Fenicios que desampararon a su Patria a tiempo de Josué fueron su primer establecimiento en las Costas de Tanger: y se apoya este pensamiento con la tradición de los Gaditanos que refiere Estrabón según la qual los Tirios antes de tomar la Ysla de Cádiz habían hecho otras dos Expediciones, y ocuparon en ellas otros dos parajes del Estrecho ([8]). Es muy verosímil que uno de estos sus primeros establecimientos fue Tanger, de donde pasarían a la costa opuesta de España, y se establecieron en la Ysla de Santi Petri, y luego en Cádiz.
Formado este último establecimiento de Cádiz dieron principio los Fenicios a su tráfico por las vecinas Costas de Andalucía donde havitaban los Tartesios Turdetanos. Dice Estrabón que hallaron una Provincia que por la excelencia de las producciones de la tierra y del mar no es inferior a otro pays alguno del mundo ([9]). El Mar abundante de mil géneros de Pezes, la tierra la más fértil de Trigo, Viñas, Olivares, cubiertas
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de pingües y sazonados pastos que sustentaban numerosas porciones de ganado, de quienes sacaban las más finas y excelentes lanas. La Miel, la Cera, el Minio y la Grana eran otros tantos géneros muy estimados, a todo lo que se agregava la abundancia extraordinaria de metales: Todo lo que refiere como atónito y admirado Estrabón, según su cita en el primer punto antes mencionado.
No pudo presentarse Teatro más excelente para una Nación Comerciante. ¿Qué más podía desear la avaricia de los Fenicios sino una tierra que convidava con los mejores frutos y toda suerte de metales?. Los Españoles Turdetanos, en aquella época todavía bozales y sencillo, contentos con los frutos de la tierra, aún no conocían el valor estimable de sus minas, de modo que los Fenicios tuvieron la suerte de ser los primeros que chuparon la sustancia de una tierra virgen e intacta; y al modo de lo que hicieron los modernos Españoles en América, executaron mucho antes los Fenicios en la Turdetania dando Mercancías de poco valor en trueque de los más ricos metales, y vagatelas despreciables por los géneros más superiores, que transportaban a la Grecia, Asia y Egypto con proveco y ganancia indecible.
Con la frequencia de este Comercio en que tanto se utilizaban, se establecieron los Fenicios su amistad con los Turdetanos, Batestanos, dos Pueblos de la Bética cercanos a la Colonia de Cádiz que habían formado para facilitar el tráfico con los demás pueblos de la Tartesia Turdetana. En efecto, establecida
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la Colonia de Gibraltar, de Málaga, de Córdova, por los años de 1.200 antes de la Era Christiana, época que da Estrabón a sus fundaciones ([10]), pasaron a formar la de Sevilla con el nombre de Ysbilia, entre los latinos Hispalis, Libustina, que los Griegos denominaron Libustina, en un Lago que forma el dicho Río: Nebrisa, Hasta y Sidonia. Todos estos Lugares, no muy lexos del mismo Betis o Guadalquivir, conocidos baxo los nombres de Lebrija, Mesa de Asta y Sidonia, todos estos Lugares y muchos otros de España, célebres por su antigüedad y cultura, fueron habitados por los Fenicios que hacían en estos parages un Comercio general y continuo. De modo que llegó su fama a hacer tanto ruido en la Corte de Salomón, que informado este Soberano de que los principales Agentes de este comercio eran los Fenices de España descendientes de Tiro, para poner en práctica las órdenes de su Padre David dirigidas a la Fábrica del Templo de Jerusalem, que pensava concluir con la mayor perfección y grandeza e introducir en sus Estados la opulencia, deseava tener parte en las riquezas de los Hyspanos Fenices; y como Salomon mantenía la amistad que tubo su Padre con Hyran, Rey de Tiro, estos Príncipes de un mismo acuerdo establecieron sus Flotas en el Puerto de Siongaber, siendo los Pilotos de Tiro los que enseñaron la Navegación a los Hebreos, y sirbieron
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de guías a las flotas de Salomón. Algunos Bajeles tomaban la derrota cada año hacia el Oriente y abandonaban en el Ofir; las demás Naves dirigían su rumbo a Tarsis y tardavan tres años en bolver de este viaje; lo continuaron después yendo de tres años en tres años a España o Tarsis, siempre con grande utilidad y ganancia. Los Géneros de que bolvian cargados a sus Payses consistían en oro, dientes de Elefantes o Marfil, en Monos y Pavos Reales, y sobre todo en una cantidad tan prodigiosa de Plata que sería increíble lo que se nos cuenta si no lo asegurara el testimonio de la Santa Escritura; era aquel metal tan vil en Jerusalem que Salomón lo desterró de su Palacio en donde el Trono, los Muebles, los Vasos, la Vajilla y los demás utensilios destinados al uso del Soberano era de Oro. Lo cierto es que las dilatadas Navegaciones de las Flotas de Salomón a Tarsis eran siempre gloriosas a la España, y el Comercio de aquel Príncipe será en todos tiempos una memoria ilustre para los Españoles, pero muy en particular para los Pueblos felices de la Tartesia o Andalucía, los quales contribuyeron con sus tesoros a la magnificencia del Palacio del Soberano más insigne de la tierra y lo que le da más honor a la suptuosidad, explendor y decoro del primero y más famoso Templo Consagrado a la Divinidad.
Con la frequente sociedad, trato y alianzas entre las familias Fenicias y Turdetanas fueron éstas insensiblemente adoptando el culto de sus Dioses fabulosos, al mismo tiempo que su literatura, usos y costumbres; nos es muy verosímil que todos
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Los Turdetanos de la Tartesia conservaron el conocimiento de la Divinidad hasta el establecimiento de Ydólatras Fenicios en sus Paises según que se puede persuadir, de lo que dice el gran Padre San Agustín por estas Expresiones ([11]): entre los pueblos antiguos que conservaron la noticia clara de un solo Dios Autor de lo criado, incorpóreo, incorruptible, nuestro principio y nuestro bien, nombra a los Españoles atribuyendo esta doctrina a sus Sabios Filósofos. Y comentando al Santo el Erudito y Sabio Español Luis Vibes ([12]) también atribuye esta doctrina a sus Filósofos, sin embargo de no expresar el fundamento sobre que se apoya esta opinión. Pero el docto Masdeu en su España Primitiva ([13]) es de parecer que más bien se puede persuadir que con la Religión rebelada se fue conservando por tradición de Padres a hijos hasta que por desgracia fueron introduciendo los Fenices la Ydolatría, con una Copia prodigiosa de Divinidades o Dioses Fabulosos.
Este pensamiento también se puede fundar en las reflexiones siguientes: Los Egypcios y Fenices, de quienes todas las Historias profanas deducen el horroroso manantial de la Ydolatría, descienden de aquella raza maldita de Mesrain, Padre de los Egypcios, y de Can, Padre de los Fenices. Por otra parte, la Historia Sagrada concuerda admirablemente con la Profana en quanto en una y otra se atribuye a el Egypto
[1] Masdeu, España Fabulos., nº 6.
[2] Estrabón, titulo 1º, lib. 3º, pág. 258
[3] Strab., tom. 1º, lib. 1º, pág. 4ª; lib. 3º, pág. 225.
[4] Exodo, Cap. 28, versi. 20; Cap. 39, versi. 13.
[5] Masdeu, España Fenic., pág. 35.
[6] Procopio Historin., lib. 8 De bello Vandalic., lib. 2º, Cap. 10, pág. 258.
[7] Mela, De situ Orbis, lib. 1º, Cap. 8º, pág. 40.
[8] Estrab., tom. 1º, lib. 3º, pág. 259.
[9] Strab., tom. 1º, lib. 3º, pág. 203.
[10] Strab., tom. 2º, lib. 16, pág.
1097.
[11] San Agustín, lib. 23 de la Ciudad de Dios.
[12] Luis Vibes, lib. 8, Cap. 9, colum. 431.
[13] Masdeu, Espag. primi., pág. 91.