Ahora que se celebra, impulsado por el Consejo Internacional de Archivos (ICA), el Día Internacional de los Archivos (9 de junio 2021) –o Semana Internacional de los Archivos del 7 al 11 de junio– quisiera reflexionar brevemente sobre el lema que dicho Consejo nos ofrece también para este año: empoderar los archivos.
Porque en España
tenemos algunas asignaturas pendientes con el caso de los archivos. Por ejemplo,
ciertos archivos del franquismo que aún no se han abierto al público “gracias”
a una ley de secretos oficiales que se hizo en los años 60. O por ejemplo la
escasa atención económica que las administraciones siguen prestando a las
labores propias de los archivos (los archivos de Justicia, pongamos por caso,
necesitan de más atención). O por ejemplo la excesiva limitación de acceso (100
años contados desde el día de hoy hacia atrás en el tiempo) a las actas
notariales “gracias” a una ley que tiene más de 150 años y que sigue en vigor.
O por ejemplo las dificultades generalizadas para la migración a archivos
electrónicos y digitalización masiva de documentos (esto es, para afrontar por
derecho el acceso al servicio de la ciudadanía vía on line). Los dineros y las
tecnologías, además de las instalaciones, fallan, escasean, no llegan, se
recortan…
Otra insuficiencia de nuestro
sistema, que no debemos olvidar y que ahora el actual gobierno de España
apuesta por solucionar en el marco de la nueva Ley de Memoria Democrática, es
el hecho de que “desde la recuperación
de la democracia en España,
todos los presidentes del gobierno se llevaron sus archivos al abandonar el
palacio de la Moncloa. Desde Adolfo
Suárez, en febrero de 1981, hasta, por ahora, Mariano Rajoy, en junio del 2018.
Pese a que existe un antiguo debate al respecto, los archivos de los
presidentes del gobierno no están sometidos a regulación alguna y corresponden
a sus titulares” (https://www.lavanguardia.com/politica/20200919/483539179292/memoria-democratica-archivos-presidentes-del-gobierno.html). Este es problema, y un mal ejemplo, ya en vías de
solución.
Aunque también es
verdad, llantos aparte, que tenemos una buena legislación que ampara y fomenta
la transparencia en los ámbitos estatal, autonómico y local. En el caso de
Jerez véase: https://www.jerez.es/webs_municipales/transparencia/informacion_juridica/normativa_municipal/, así como una
legislación de archivos y documentos de Andalucía relativamente reciente (https://www.boe.es/buscar/doc.php?id=BOE-A-2011-18654). Hay
problemas, como hemos señalado y hay legislación que ampara, protege y gestiona
los archivos, ¿entonces qué es lo que falta?. En mi opinión, quizás simplemente
más voluntad política y más recursos económicos para apostar por el mundo de la
archivística y el acceso ciudadano a la información.
El diccionario de la RAE dice del
término empoderar: “Hacer poderoso o fuerte a un individuo o grupo social desfavorecido”
y “Dar a alguien autoridad, influencia o conocimiento para hacer algo”.
Pero pienso que, en el primer caso, los archivos no son sujetos demasiado
desfavorecidos que ahora debamos lanzar a posiciones de especial relevancia, ya
que al fin y al cabo los archivos, mucho más que -por ejemplo- las bibliotecas,
han resistido y resisten mucho mejor, y por muchos siglos más, que los museos,
los teatros… ¿Para qué necesitamos los archivos “autoridad, influencia o
conocimiento”…? No creo que lo necesitemos. Porque basta con que seamos una,
entre otras, herramienta para que la ciudadanía sea quien se empodere
utilizando los archivos. ¿Empoderar los archivos?. ¿No es mejor, que
la ciudadanía quede empoderada usando los archivos? (que es una cosa distinta y
fue, además, por su importancia, el objeto de reflexión del Día Internacional
de los Archivos del año pasado: “empoderar sociedades del conocimiento”). Los
archivos no necesitamos poder, sino sobre todo una buena financiación que nos
permita seguir resistiendo, eso sí, más reforzados que hasta ahora, el paso de
los tiempos.
Es un clásico
pensar que los archivos son el último lugar de las administraciones y las
organizaciones y que, en ese sentido, son víctimas del abandono y el descuido
por parte de sus titulares. Y hay una parte de verdad en esa consideración…
pero no toda. No toda porque no debemos olvidar los tozudos hechos: malquebien, los archivos persisten sin
que el paso del tiempo los borre de la memoria y, la mayoría de las veces,
perviven a esas mismas organizaciones, propietarias y titulares, que un día fueron
desdeñosas con ellos. Su actualidad y necesidad tampoco son discutibles: la
Asociación de Archiveros de Castilla y León acaba de conceder el Premio Acal de
Honor 2021 a los archiveros que han trabajado frente a la pandemia. Un símbolo
más de lo que son los archivos, de para qué sirven y de lo difícil que sería
vivir sin ellos.
En Jerez estamos
esforzándonos por ofrecer en la web del Archivo Municipal (https://www.jerez.es/webs_municipales/turismo_cultura_y_fiestas/servicios/archivo_municipal/) la mayor
cantidad posible de reproducciones digitales de documentos históricos de la
ciudad con objeto de poder acercar a la ciudadanía este inmenso patrimonio
desde la comodidad de sus ordenadores en casa. En este junio de 2021 hemos
subido un total de 761 nuevos pdf y casi 20 GB de información, ya disponible
para todos y todas. Es una forma, directa y sencilla, de empoderar el archivo
pero para empoderar esta sociedad del conocimiento. Es una forma, amena y de
enriquecimiento cultural colectivo, de tomar conciencia histórica para poder
planificar mejor nuestro futuro conociendo las urdimbres de nuestro presente.
Es una forma, al alcance de la mano de cualquiera, para ganar en vitalidad
democrática. Todo lo contrario de la sibilina recopilación de datos que, por el
lado de un capitalismo salvaje, busca definir tendencias y espiar a los
consumidores para ofrecerles, sin que lo hayan pedido, productos más o menos
atractivos a sus intereses.
Quizás el
concepto clave de la vigente ley de archivos y documentos de Andalucía (2011)
sea el de “Patrimonio Documental”. Menciono esto porque es verdad que se habla
mucho de “patrimonio” para referirse por ejemplo al patrimonio
urbanístico-arquitectónico de las ciudades, o en general de “patrimonio
cultural”, pero se habla mucho menos de “patrimonio documental”. Y sin embargo
el “patrimonio documental” está en la base de toda la Cultura, es decir, de
todas las manifestaciones artísticas, museográficas, bibliográficas, científicas,
arqueológicas, etc., ya que todos los conocimientos humanos están soportados
por las fuentes que están organizadas en los archivos, repositorios
electrónicos… Es fácil entender, si se quiere, que los archivos no necesitan
tanto empoderarse como, en realidad, financiarse bien para seguir siendo
herramientas útiles en manos de las sociedades democráticas. Porque la cosa es
sencilla: si queremos un futuro verde, fundado en los derechos humanos, en la igualdad
hombre mujer, en la solidaridad internacional, en la democracia… entonces los
archivos habrán de seguir prestando un valioso servicio.