Leyendo el libro
“El misionero capuchino. Compendio histórico de la vida del venerable siervo de
Dios el M.R.P.Fr. Diego José de Cádiz, misionero apostólico de propaganda
fide…” (Cádiz, 1811) caigo en la cuenta de lo triste que debía ser aquella
época en que las creencias religiosas -en España la Ilustración no llegaría a
las masas y a la burguesía de provincias hasta muy tarde- hacían las delicias y los miedos de
legos y profanos.
El caso es que
hacía poco más o menos 10 años que había muerto el furibundo predicador
Diego José de Cádiz (1743-1801) cuando el fraile Serafín de Ardales (o Hardales) decidió
biografiar al conocido personaje del algo lúgubre Cádiz dieciochesco.
Empecemos
diciendo, de la mano de la biografía de Ardales, que la madre del
“venerable” y “beato” fray Diego resulta que era de Jerez: “Sus Padres fueron Don Josef López Caamaño, Texeiro
, Ulloa y Varcelal , natural de la Ciudad de Tuy, Reyno de Galicia, y Doña
María Garci-Pérez de Rendón, de Burgos, Ocaña, Sarmiento, y Palomino., natural
de la villa de Ubrique, Serranía de Ronda … oriunda de Xerez de la Frontera , y
de los ilustres ganadores de aquella Ciudad , como de ello hizo memoria su buen
fijo en la oración gratulatoria, que hizo á su Ilustre Ayuntamiento, quando le
distinguieron con el honor de asociarle al número de sus individuos, enlazada
con la Excelentísima Casa de Benavente”
Se dice de él
que, además de teología, sabía, como buen teócrata, de otras cuestiones como, por ejemplo, la
entonces llamada “política civil”: “Con
igual erudición predicó al Real Cuerpo de Caballeros Maestrantes de Valencia
sobre las obligaciones de un Caballero Christiano, y con la misma arengó a la
de Ronda, y á las Ciudades de Córdoba, Écija, Xerez, y a las Universidades de
Granada , Oviedo, Osuna y otras. Cuando habló a las Sociedades de Sevilla,
Sanlúcar y Motril, se conoció cuanto sabía en la Política Civil, en la
Agricultura, en la Medicina, en las tres nobles Artes de Arquitectura,
Escultura y Pintura”. Sorprende su extrema militancia católica y su
capacidad de predicar en cada rincón de Andalucía hablando pues un poco de
todo, no solo de profecías, milagros, condenas, plegarias, etc.
Su capacidad
persuasiva nos la cuenta el biógrafo cuando se refiere a la batalla campal que
el fraile predicador dio contra los cómicos y contra el teatro: “En la Ciudad de Antequera predicando una
tarde contra las comedias, hizo ver con tanta evidencia los abusos del teatro,
y sus fatales consecuencias, que allí mismo le interrumpió el auditorio
protestando aborrecerlas, y quitarlas del todo. Esto mismo se verificó aunque
no en estos términos, sino por acuerdos formales de los Ayuntamientos, en las
Ciudades de Granada, Sevilla, Córdoba, Málaga, Écija, Ronda, Jaén, Martos
Murcia, Carmona, Cartagena, Xerez… y en algunos de estos Pueblos llegó á tanto
el fervor, que echaron por tierra la casa donde se representaban”.
No cabe duda de
que lo que el contundente verbo y férrea teatralidad sacra del fraile predicador
causaba era pavor, conmoción, congoja, recogimiento y miedo… “Este
conjunto de expresiones, y acciones excitó tanto que toda la Ciudad se puso en
movimiento. Las Comunidades no solo de Religiosas, sino también de Religiosos,
fue mucho lo que en aquella noche hicieron de oraciones, y ejercicios para
aplacar a Dios. Los seglares confusos, llorosos , unos se fueron al Calvario ,
otros a sus casas, todos asustados se hicieron innumerables promesas, rogativas,
confesiones generales, sin poder dar abasto á tanto en muchos días, habiendo
sido el siguiente al de este suceso , como un Jueves Santo; las Iglesias llenas
de gente, cerradas las tiendas y oficios, especialmente por la tarde que se
formó la procesión de penitencia en la que iban casi todos los vecinos de la
Ciudad, y el Apostólico Misionero corriendo de extremo á extremo, exhortando á
penitencia con el Crucifijo en la mano: sus exhortaciones en estas ocasiones se
reducían a una breve sentencia eficaz y concluyente proferida con notable
ardor, y fuerza, las que siendo muy frecuentes, herían extraordinariamente.
Esto mismo que repitió en Xerez, y en Estepa, causó los mas asombrosos efectos
para bien de las almas…”.
Contra los
delincuentes, asesinos y ladrones parece ser que el fraile tenía no ya buena
mano, sino que les cambiaba la vida hacia el bien con solo hablarles, como le
agradeció una vez el capitán general sr. Bucareli. Así, un día en Málaga,
aunque estaba hablando sobre la doctrina cristiana de devolver bien por mal,
empezó de pronto a hablar sobre el homicidio… “para contener a ciertas
personas del auditorio, que intentaban a la primera ocasión oportuna, cometer
tan horrendo atentado con unos sujetos de quienes no habían recibido daño
alguno, y solo movidos contra ellos por ser Franceses, por la noticia que vino
en aquellos días de la trágica muerte del Rey de Francia. Habiendo tenido tan favorables efectos, que
arrepentidos desistieron. Este suceso se hizo público, porque algunos de los
cómplices que oyeron al Padre se delataron al Ecxmo. Señor Capitán General, que
lo era el Señor Bucareli, quien así lo refirió después, hablando del mucho fruto que producían los Sermones del P.
Fr. Diego de Cádiz”. En nuestra ciudad, en Jerez, ocurrió que: “Aún fue más eficaz la moción que otro
Sermón causó en cinco hombres , que estando predicando en la Plaza de Xerez se acercaron á oirle, más bien a hacer
hora para emprender un robo de
consideración, que por aprovecharse de la santa palabra, pero esta hizo en aquellos duros corazones, tanto y tan
extraordinario efecto, que todos arrepentidos, y llorando sus enormes culpas pasaron al día siguiente a Capuchinos,
buscaron al Padre Misionero, y confesaron con él, habiéndose retirado uno de
ellos a un desierto, y otro tomado el hábito en cierta religión”.
Fray Diego tenía
visiones y meditaba a veces sobre,
por ejemplo, cómo era posible que el cuerpo del Señor Jesucristo estuviera en
tantas partes, es decir, en tantos sagrarios de multitud de templos. Se
“enagenó” en la meditación una vez y cuando despertó de ella vio… “en la pared del frente, en la que vio
formado un hermoso viril, en su centro figurada la forma, una porción de ellas
pequeñas esparcidas por la circunferencia , y que el rayo del Sol siendo uno
solo, y terminándose á la forma mayor reflectaba á todas las otras…”.
Después de esta experiencia apostó el fraile por una práctica religiosa ya
entonces poco admitida como era el “jubileo de cuarenta horas” (“manifestar a su Magestad por espacio de cuarenta
horas exponiéndolo a la pública veneración de los fieles, en memoria de las cuarenta
horas, que realmente estuvo difunto en el sepulcro”). Hizo todo tipo de
gestiones para avivar esa práctica hasta el punto de “se interesó con el Ecxmo. y Eminentísimo Señor Cardenal Delgado para que
hiciese la súplica , (y aun se asegura formó las Preces) para que el mismo
Santísimo Padre concediese un Breve a favor de los pobres jornaleros, para que
volviendo de sus trabajos ya anochecido, y consiguientemente ya reservado el
Santísimo ganasen las Indulgencias concedidas al Jubileo, visitando y orando un
rato en la Iglesia en que por turno estuviese, o a su puerta si estaba cerrada…”
En Jerez también hizo gestiones para que esta práctica de las cuarenta horas se avivase. De aquí
vienen actualmente los rituales: “Real Congregación de Luz y Vela de Sevilla
(@LuzyVelaSevilla). Parroquia de Santa Cruz. Promovemos y organizamos desde
1791 el Jubileo Circular de la XL Horas, exposición eucarística por turnos en
100 templos de la ciudad” (véase: https://twitter.com/luzyvelasevilla?lang=es)
Quizás tanto
éxito por parte del fraile predicador, aparte de su reconocido extraordinario
celo, fuera que movía a la compasión de los ricos y de las instituciones de la
época a dar limosnas precisamente al calor de sus sermones en la calle o en los
templos de las ciudades por donde deambulaba: “En el mismo Pueblo de Cádiz, se movió tanto a compasión un sujeto que le oyó predicar de la limosna, que en
pocos días repartió á los pobres muchas talegas de plata … También por otro
estilo fueron muchas veces socorridos los pobres , y era cuando los
Ayuntamientos , y sujetos particulares en señal de gratitud le hacían algunas
expresiones por sus sermones y pues como no se verificó jamás que tales dadivas
admitiese, como entre otros muchos casos se vio en Xerez de la Frontera, y
Rota resultaba el bien para los pobres, a quienes los dueños los repartían”. El
Ayuntamiento de Xerez le quiso dar una vez algún estipendio por sus
preocupaciones sociales, pero él no aceptó nunca, según el biógrafo, ninguna
dádiva, diciendo que mejor lo tiren al estiércol o bien que pobres encontrarían
en las calles quienes le traían el dinero.
Estaba muy preocupado
por el rendimiento, la eficacia, los efectos prácticos en el rescate de almas
pecadoras de sus predicaciones, así que una vez se le apareció Jesucristo al
fraile… “y lleno de aflicción dijo a su Magestad: Señor ya no puedo con la Cruz, me hallo sin fuerzas para llevarla; pero al momento se le apareció
el Señor en trage de Nazareno con la Cruz a cuestas, y al llegar cerca del
Padre vió, que se iba su Magestad cayendo, se levantó para sostenerle, y este
le dixo: Si no puedes con tu Cruz, para
que quieres ayudarme á mi?”.
Otro día
caminaba de Ubrique a Xerez y, seguro que pensando en la nueva fuerza de las
ideas ilustradas recorriendo Europa, se le aparecieron tres bellas jóvenes: “se encuentra con tres jóvenes de muy
elegante aspecto; pero pobremente vestidas, sosteniendo cada una con las dos
manos una pesada losa sobre la cabeza y al apartarse para que pasarán le
miraron todas con agrado , y la que iba delante le habló y dijo: Id con Dios hermano y cuidad de que este peso
no nos oprima y de vestirnos mejor. Sorprendido quedó nuestro caminante,
y mas cuando se sentó en aquel sitio a esperar a su compañero, y ni este las encontró, ni él las volvió a ver más. Eran los tres votos
religiosos, según se le dio después la inteligencia hermosísimas virtudes en sí,
pero afeadas por las relajaciones de los que las profesan, y oprimidas con el
gran peso de la persecución de los libertinos é impíos contra las Religiones en
toda la Europa”
Más que peculiar
era el mencionado fraile capuchino. En el trayecto contrario, de Xerez a
Ubrique, iba caminando un día y su arriero le dijo: “Padre, mucho anda Vd.”, a lo
que el venerable respondió: “Los Mulos
Gallegos son fuertes”. Otra anécdota suya: “Comiendo en otra ocasión con otros sujetos pusieron unas pasas gorronas
en la mesa, y preguntó a todos, ¿en qué se parecían aquellas a él. Nadie
acertaba; y é dijo: en lo gorrón”. Por supuesto, hacía milagros: “Hallábase enfermo un niño con cierta
carnosidad sobre los ojos, llevólo su madre al Convento para que el Padre Diego
le dijese un Evangelio, le hizo la señal de la Cruz en la mejilla bajo el
párpado inferior , le dijo un Evangelio y la carnosidad se disipó en el momento,
y la Cruz se le quedó impresa; así fue visto de muchos en la Cartuja de Xerez
donde trabajaba”. Otro ejemplo quitadolores: “Vivía en el Convento de Capuchinos de Xerez un religioso llamado Fr.
Angel de León , padecía un fuerte dolor
de muelas., … para aliviarse de su dolencia [dio en] beber una poca de agua en
la taza que actualmente servía al Siervo de Dios, lo hizo así y afirma que
instantáneamente se le quitó [el dolor de muelas] y no le volvió más”.
También tenía
cualidades proféticas, sobre todo para presagiar cosas malas, como cuándo una
persona iba a morir. Si se enfadaba o se le contrariaba entonces sus temibles
profecías se podían intensificar… “referir
los trabajos, y castigos que anunció a varios Pueblos, y su cumplimiento. Habiéndose
vuelto a abrir en Sevilla el Teatro, que á ruegos del Padre, y de su digno
Arzobispo había estado cerrado algunos años, se representó en su apertura una
Loa, que a juicio de todo hombre prudente fue una indecorosa sátira contra el
Clero… Por este tiempo fue nuestro Venerable a predicar allí, y como el asunto
era tan público, y escandaloso, habló en dos o tres sermones con su
acostumbrado celo y fervor, tanto contra las representaciones como contra la
insinuada composición: y en la última tarde que predicó a un numerosísimo
concurso dijo estas palabras: Os habéis divertido a costa de los Sacerdotes de
Dios, habéis abusado de su respetable traje (salía al Teatro uno vestido de
hábito clerical) y en público habéis tirado a convencernos de venales de la
sana y santa moral de Jesucristo (ofrecíanle limosna, y mudaba al punto de
opinión ) pues en su nombre os digo , que días vendrán y no están lejos, en que
busquéis despavoridos a los Sacerdotes y no los encontrareis, les llamareis a
gritos, revolcándoos en vuestros lechos, y no os responderán… Tres años no
pasaron sin que el cruel azote de la epidemia viniese sobre aquella
Ciudad…”
Unos poco
divertidos vaticinios que “profirió sobre
Málaga, en su última misión se han cumplido muy a la letra. Y predicando en
Xerez de la Frontera el año de mil y ochocientos, anunció los estragos que allí
causó la epidemia con la claridad de estas palabras: Huiréis de vuestras casas,
dejareis el pueblo, saldréis a los campos, y no hallareis sino cadáveres
esparcidos por ellos, estas serán las espigas y frutos en que abundarán. Así
fue, pues quizá en ningún Pueblo
infestado morirían tantos en el campo como allí, ni sería más escasa la cosecha
de granos, que en su campiña”. En Jerez los muertos por la llamada fiebre
amarilla de 1800 fueron más de 5000 personas
Este oscuro
hombre fue hecho beato por el papa León XIII el 22 de abril de 1894, cuando ya
las ideas socialistas y anarquistas habían echado hondas raíces en las masas
campesinas y obreras de toda Europa.