En el famoso Diario de Trillo, una conocida fuente historiográfica de Jerez de la que hemos hablado
en varias entradas de este blog, aparece un llamativo texto que narra muy vivamente el
terrible impacto de la epidemia de “fiebre amarilla” que sufrió nuestra ciudad, entonces de unos 50.000 habitantes, en el verano y otoño del año 1800. No necesito esta vez decir nada, comentar
nada, sino solo dejar al lector este amargo trago de ser capaz, de algún modo, de ponerse en la piel de nuestros antepasados de hace 200 años que sufrieron sin piedad:
En domingo 31 de agosto de 1800 se hizo la primera
función de rogativas en la Trinidad a Nuestra Señora y Patrona la Virgen del Buen
Suceso; por cuanto ya había noticia en esta ciudad de la epidemia que se
padecía en la de Cádiz, y ya en Jerez había muerto José Cuesta, el montañés del
almacén del Arenal; José Ballinas y don Juan de Mendoza Camacho, que fueron los
primeros que murieron en esta ciudad.
Con esta novedad
se empezó a afligir el pueblo y se intentó hacer una novena de pláticas a
Nuestra Señora de la Merced, saliendo en procesión general con ambos cabildos,
comunidades, etc. Y con el Patrón de la Peste San Sebastián, que salió de San
Juan de Dios, el domingo por la tarde día 7 de Septiembre.
Luego al punto
que se fue propagando la noticia, se fue experimentando el contagio, y
verificándose mortandad; se tomó por el Magistrado las más serias providencias,
acordonando esta ciudad, poniendo un tribunal en la Alcubilla, donde de día y noche
residía un veinte y cuatro, un Jurado, un escribano, un médico y un cirujano.
Todo pasajero que venía a esta, o transitaba para esta ciudad, por cualquier
lado que intentaba entrar se le impedía basta que lo verificara por la
Alcubilla donde se registrara su salud y se le examinara el pasaporte, rechazándose
al que venía enfermo o no. Se tuvo varias juntas de médicos y cirujanos para
idear el sitio oportuno para formar lazareto y Campo Santo, determinándose aquel
se hiciera en la hacienda de las Cuatro Norias, y este en un llano junto a la
laguna del Jabonero, donde reside; y en el ínterin esto se ponía en práctica se
enterraban los que morían en el Campo Santo del Tinte; y se conducían los cadáveres
por medio de un carro que mando hacer por lo pronto la ciudad; cuyo carro puso
al principio en mucho terror a los vecinos.
Se intentó formar
segunda procesión de rogativa, sacando en procesión general de ambos Cabildos y
comunidades y personas condecoradas a nuestra Patrona la Virgen de Consolación
y a nuestro principal Patrono San Dionisio; lo que se verificó el domingo 15 de
Setiembre del mismo año. Habiendo salido en procesión de penitencia en la tarde
del viernes anterior día 12 la Virgen de las Angustias la que fue conducida al
Calvario con varios sermones que se predicaron allí y por el camino.
El viernes en la
tarde día 13 de Setiembre llego noticia por un posta que mandó el Gobernador de
Cádiz, de que noticiosos los ingleses del contagio que se padecía y de la falta
de guarnición de la plaza por los muchos enfermos, intentaban bombear a Cádiz
con una escuadra, y un bombo que pusieron su vista, con cuya noticia se
amedranto este pueblo saliendo en socorro de Cádiz carabineros, milicianos y
paisanaje, poniéndose por los oficios un cordón de día y noche de sus
artesanos, asalariados y pagados por los gremios de todos ellos, siendo
surtidos de armas blancas y de fuego.
El día 4 de
Octubre vino segunda noticia de que querían hacer desembarco dichos enemigos
por la plaza de Rota, y poner fuego al Arsenal de la Carraca. Todo esto unido
con el contagio que se apodero tanto en esta ciudad, que en el mes de Octubre
fue tanta la mortandad, que hubo día que murieron 335 personas, por lo que
obligó a la ciudad a hacer cuatro carros y embargar cinco carretas para sacar
los cuerpos de las casas, porque eran tantos que había algunos que estaban
fétidos por haber varios días de haber fallecido. Era una confusión ver gemidos
y llantos de viudas, viudos, huérfanos, hijos, padres; huyendo unos de otros,
sin querer asistirse por no contagiarse; ver los carros y carretas cargadas de
muertos por esas calles como si fuesen gavillas de paja. No había cementerio,
parroquia, convento o capilla que no estuviesen llenos de cadáveres; porque se
prohibió enterrar los cuerpos en las iglesias por estar estas plenas en sus
cañones y bóvedas. Se dio orden para que no se tocase a agonía, ni para salir
Dios, por no contristar más y más las gentes; que no se doblase por nadie
campana alguna, aunque fuese pudiente; que no se tocase la campanilla de Dios
cuando iba para la calle;: porque parece increíble decirse que de todas las
parroquias salía S. M. había veces a las cuatro de la madrugada y no volvía a
su iglesia hasta las doce o una del día; volvía a salir a las dos hasta las
once o doce de la noche; por último se experimentó en esta ciudad el azote del
contagio desde 26 de Agosto hasta 21 de Diciembre, en cuyo tiempo según el cálculo
más aproximado de 18 a 20.000 personas; aunque nunca se podrá dar razón fija,
por cuanto el gabinete que se comisiono en ello para tomar razón, la comenzó a
tomar después de haber pasado más de un mes. Muchos no esperaban a que vinieran
los carros con los cuerpos, sino ellos mismos los enterraban ocultamente en
conventos, huertas, jardines, olivares y aun en los corrales de las mismas
casas.
Murieron muchos
religiosos, de Santo Domingo 42, de San Francisco, 17; del Carmen, 11; de la
Stma. Trinidad, 10; de todas religiones más o menos; a excepción de San Juan de
Dios que teniendo el convento sus claustros y enfermería llenos de enfermos donde
morían a docenas y asistiendo estos padres según su instituto, no murió
ninguno.
Murieron muchos
clérigos hasta 43. Y entre ellos canónigos Prevendados, trece beneficiados y
muchos clérigos particulares. Del cuerpo de Ayuntamiento murieron 21, contando
en ellos el Corregidor, el Alcalde mayor, catorce veinte y cuatro, cuatro Jurados
y un diputado del común. De la gente condecorada del pueblo las principales
familias enteras, quedando cerradas las casas.
Los venideros
jamás querrán creer semejante destrozo.
El lunes 3 de
Noviembre se hizo tercera procesión de rogativa, con procesión general de ambos
Cabildos, comunidades, etc. Sacando a la Virgen de la Merced y al Santa Cristo
de la Viga de la iglesia Mayor, estando este Señor expuesto a publica
veneración en un lado del altar mayor todo el tiempo de la epidemia, como asimismo
la Virgen de la Merced en su convento y la de la Consolación en Sto. Domingo.
El domingo lo de
Noviembre, salió de procesión particular por el clero de San Miguel, la Virgen
del Buen Suceso de la Stma. Trinidad, y vino hasta Santiago.
El domingo 28 de
Diciembre se hizo la célebre función de acción de gracias por la sanidad del
contagio, en la Iglesia Mayor, por la mañana, con asistencia de los dos
cabildos y de todos los prelados, y a la
tarde procesión general con Dios sacramentado como el día del Corpus; vino la
procesión a la Plaza del Arenal, calle Larga, etc., cantándose a la entrada el Te-Deum.
Hubo dos noches
de luminarias y repique general. Después han ido continuando todas las
Parroquias y conventos de esta ciudad, haciendo su función de acción de gracias
y cantando su Te-Deum, con la
mayor solemnidad y aparato.