No veo bien que la alcaldesa de
Jerez haya ido a la catedral, hoy lunes santo, a entregar simbólicamente la vara de la
alcaldía a la imagen del Cristo de la Viga. No lo veo bien porque estamos en un estado aconfesional, según la Constitución, y muchos ciudadanos pensamos que
ese tipo de gestos no nos representan a todos, sino solamente a los católicos.
La vara de alcaldía, esto es obvio, no debe ser usada para fines religiosos. La
Constitución no ampara esos gestos. Las autoridades civiles y militares no
deben, sin la autorización gubernamental o judicial competente, usar los
atributos democráticos de poder legalmente establecidos para fines
particularistas, religiosos, etc.
Tampoco creo que esa supuesta
tradición de entregar simbólicamente la vara de alcaldía al Cristo de la Viga sea cierta. Por
lo que he podido documentarme, aunque no lo he hecho con detenimiento, he podido
ver que la hermandad del Cristo de la Viga nombró presidentes honorarios suyos, en noviembre de 1947, al alcalde de la ciudad y a otras autoridades y
personalidades locales, así como que en los desfiles procesionales solía haber
una representación municipal destacada. También esa hermandad nombró hermana
mayor honoraria, en octubre de 1952, a
Carmen Polo de Franco. Pero nada más, esa tradición de entregar la vara de
alcaldía al Cristo de la Viga no parece tener antecedentes históricos en Jerez. No conozco
ningún precedente respecto a esa entrega simbólica. Este gesto, poco acorde con el siglo XXI y con los valores de nuestro
estado social y de derecho, es nuevo y quizás tenga su verdadero origen, simplemente, en
el presente contexto del conocido deseo del PSOE local de congraciarse con las
hermandades para que el PP no le haga sombra electoral en ese ámbito de la vida
local. El PSOE no quiere, ante el mundo de las hermandades, parecerse a Podemos... aunque Podemos, todo hay que decirlo, no ha dicho mucho que digamos respecto a estos asuntos.
En un blog asociado a la
hermandad de la Catedral no se dice otra cosa que: “Una
representación corporativa de todos estos estamentos, sobre todo del
Ayuntamiento, formaba parte del desfile procesional de esta cofradía hasta
1975, costumbre que se suprimió al año siguiente, 1976”
Aunque no sea un asunto trascendental para la vida -por lo demás tan complicada- de esta ciudad, la lucha política entre el PP y el PSOE no
debería incluir episodios como el que estamos comentando. No debería usarse la
vara de alcaldía para fines político-religiosos que no están mencionados ni en la
Constitución ni en el Estatuto de Autonomía de Andalucía. La Semana Santa
debería desarrollarse con normalidad, politizarla no es bueno para nadie.
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