Es peor que asombroso
que la Democracia española haya pasado por alto la cuestión de los títulos
nobiliarios franquistas (véase https://www.elmundo.es/loc/famosos/2018/08/11/5b6c8435e5fdea622d8b467e.html).
No solo decenas de miles de personas siguen en fosas y cunetas olvidadas, sino
que hemos de seguir sufriendo al general Franco o al general Queipo de Llano en
sus ricos mausoleos, o la vigencia de los títulos nobiliarios del franquismo
(véase https://www.elespanol.com/reportajes/20190808/franco-sanchez-convertir-plebeyos-sin-titulo-plumazo/419708944_0.html).
Esta es una situación de peligrosa indignidad para los fundamentos de la
Democracia. En resumen: la Ley de Memoria Histórica, como cuando muchos
ayuntamientos pasan olímpicamente de quitar los símbolos franquistas de la vía
pública, se incumple tan tranquilamente sin que pase absolutamente nada. ¿Y el
abono, como sigue constando en los presupuestos generales del estado, de las
pensiones militares a la Guardia Mora de Franco? (véase https://www.larazon.es/espana/mas-de-150-millones-de-euros-para-pagar-las-pensiones-de-la-guardia-mora-de-franco-LM24930649).
¿Y el increíble reconocimiento por parte del Tribunal Supremo de la jefatura de
estado a Franco desde el mismo verano de 1936 que dio el sanguinario golpe
militar?. A la imposibilidad de votar monarquía sí o no, una imposibilidad
impuesta por Franco, o a la impunidad que sigue garantizando la Ley de Amnistía
de 1977, ¿para qué voy a referirme?. Todo esto no solamente es vergonzoso, sino
que es peligrosamente vergonzoso (véase https://www.eldiario.es/politica/militares-retirados-manifiesto-Franco-vilipendiada_0_798621021.html).
Las instituciones democráticas, inexplicablemente, miran hacia otro lado… porque la Transición no fue, ahora lo sabemos todos con reveladora claridad, tan modélica como se nos quiso hacer creer.
Las instituciones democráticas, inexplicablemente, miran hacia otro lado… porque la Transición no fue, ahora lo sabemos todos con reveladora claridad, tan modélica como se nos quiso hacer creer.
A mí me parece
que importa mucho recuperar un texto, el del decreto franquista de 18 de julio
de 1948 (https://www.boe.es/datos/pdfs/BOE/1948/200/A03297-03297.pdf),
donde Franco explica las sórdidas razones por las cuales nombra a José Antonio
Primo de Rivera o al general Mola, por ejemplo, duques con categoría de
Grandeza de España. Importa leer esos sanguinolentos textos para que caigamos
en la cuenta de que es imposible que podamos consentir ni un minuto más que
estos títulos nobiliarios sigan vigentes al amparo de la Constitución de 1978.
Leamos con atención:
“La Cruzada que España sostuvo durante tres
años en defensa de Dios y de la Patria contra todas las fuerzas de la secesión
política y social confabuladas para destruirla y contra los enemigos de la
civilización cristiana, sirvió también para exaltar las egregias calidades de
un pueblo que desde los albores de su historia y en todos los momentos
cruciales de la humanidad ha sabido mantener enhiesta la bandera de los más
altos valores del espíritu En esta sagrada empresa genuinamente española, en la
que por cauce y bajo dirección castrenses confluyeron todas las corrientes
sociales de la Nación, resplandecen con claridad diamantina nombres que por su
heroísmo legendario por su genio militar, por sus doctrinas políticas, por las
rutas que marcaron y, en definitiva, por haber sabido despertar en las almas de
miles de españoles hundidos en el escepticismo y la desesperación la ilusión de
rescatar una patria perdida, bien merecen, tanto ellos como los servicios y
hazañas que realizaron, quedar grabados para siempre en el libro de la Historia
y recompensados en prueba de gratitud nacional,
con dignidades nobiliarias que sirvan además para perpetuo ejemplo de su alcurnia
y su grandeza.
Pero dentro de esa genérica condición de héroes,
mártires y estadistas, la voz de la justicia histórica nos ordena señalar, con
la sobriedad necesaria, para no desvalorizar la gracia, a aquellos españoles
excelsos, que por tan especiales y extraordinarias circunstancias que en ellos
concurren, han de ser los que inicien la relación de Títulos del Reino
otorgados después de la promulgación de la Ley de cuatro de mayo último sobre
dignidades nobiliarias. Y en acatamiento debido a este mandato, que estamos
ciertos ha de ser compartido con entusiasmo por toda la Nación destacamos los
nombres de: José Antonio Primo de Rivera v Sáenz de Heredia. Fundador y primer
Jefe de la Falange, símbolo de upa generación y el hombre que supo encender en
la juventud de España la antorcha de la fe en los destinos de la Patria, por
cuya unidad, grandeza y libertad ofrendó su vida…
Cuando el designado hubiese fallecido, acreditada la
cualidad de su inmediato sucesor, se expedirá a éste, sin más trámites, la
correspondiente carta de sucesión. Así lo dispongo por el presente Decreto,
dado en Madrid a dieciocho de julio de mil novecientos cuarenta y ocho.
FRANCISCO FRANCO”
Es decir, las
razones por las que Franco concedió estos títulos (véase http://memoriahistoricadejerez.blogspot.com/2019/09/como-pueden-existir-un-marquesado-de.html)
siguen, al parecer, vigentes sin que las autoridades democráticas hagan nada
por evitar la flagrante ignominia. Muy recientemente pudimos leer la
disposición en el BOE (véase https://www.boe.es/boe/dias/2019/09/14/pdfs/BOE-B-2019-38184.pdf)
relativa a la sucesión en el ducado de Primo de Rivera, porque falleció quien lo ostentaba, el que
fue alcalde de Jerez Miguel Primo de Rivera y Urquijo. El mismo ducado de
Franco fue no hace mucho revalidado por el Rey de España (quid pro quo).
Está claro que
la memoria histórica tiene en este país un retraso más que serio. El PSOE, y
para qué mencionar al PP, la Iglesia, la instituciones democráticas, etc., no
han hecho gran cosa en estos 40 años. No lo han hecho y las consecuencias
afloran por todas partes.
Por último, reflexionemos
sobre una pregunta (https://www.sahara-occidental.net/2019/09/08/la-represion-franquista-ha-sido-blanqueada-desde-su-origen-historiador/
) al destacado historiador Francisco Espinosa
y su respuesta acerca de la fragilidad de los avances de la memoria democrática
en este país:
“-La Universidad de Alicante borró -de
determinados artículos publicados en su página Web- el nombre del secretario
judicial que intervino en el Consejo de Guerra que condenó a muerte al poeta
Miguel Hernández, en 1940; así, la universidad atendía a la petición de un
descendiente del militar que actuó como secretario, y que se acogió a la
legislación sobre protección de datos. ¿Qué puso de relieve esta resolución de
la Universidad? (la institución universitaria después rectificó y anuló el
borrado).
Pone de
relieve que todo lo que tan costosamente se ha avanzado desde la transición en
un campo tan oscuro como el de la represión puede desaparecer de un momento a
otro. Roza el esperpento que el hijo de un individuo que formó parte del
aparato represivo judicial militar fascista solicite a una Universidad que se
oculte de ciertos artículos de su página web el nombre del padre y que alguien
en la Universidad decida hacerle caso. Como no le gusta que el nombre de su
padre aparezca relacionado con un consejo de guerra del que fue secretario
quiere borrar el pasado retocándolo. Pero la farsa no acaba aquí, ya que a
continuación es la propia Universidad de Alicante la que decide validar la
decisión [Parece que posteriormente han dado marcha atrás]. El hecho es grave
en sí y plantea un oscuro panorama, ya que abre la posibilidad de que otros
sigan el ejemplo. Imaginemos por un momento el caso contrario: que
descendientes de personas que aparecen en la Causa General solicitasen al
Ministerio de Cultura que se ocultasen sus nombres en Internet…”