sábado, 26 de mayo de 2018

Una "Transición" que ni en Jerez ni en ninguna parte fue tan modélica ni democrática.

Me acuerdo de Julián Gutiérrez y de Pepe el relojero de la c/ Lealas, ambos del partido comunista,  amigos de mi padre, con quienes, siendo un adolescente, iba a veces a pescar al caño de Matagorda. Un recuerdo para estos resistentes antifranquistas.

=====================

Para dejar claro que todos saben, que todos sabemos, que la Transición no fue tan modélica,  que quizás es solo un mito divino que quiere ser inamovible e indiscutible para que ahora nada cambie, empecemos por traer a colación estas palabras agridulces, de desencanto, del escritor jerezano Caballero Bonald: "Verá… No escribí la tercera parte de mis memorias porque precisamente del 75 al 82 fueron años muy violentos: los desmanes de la ultraderecha y la ultraizquierda... Pensaba que se iba a producir una involución. No me apetecía evocar nada de eso. Estuve bastante metido en la organización de la Junta Democrática y salí en parte desencantado. La Transición fue un apaño, una compostura de urgencia: la derecha cedió algo para no perder nada y la izquierda aceptó algo para no perderlo todo, lo que se llama una soldadura de ocasión, no había un proyecto de futuro solvente y las cosas salieron bien por casualidad

Por ello, entiendo que también merece la pena leer el comunicado de "Todos los nombres" acerca de las bases de olvido e indignidad sobre las que se asienta la supuestamente modélica Transición española. Bases sobre las que, a su vez, pesa la impunidad y que sin duda tienen como clave de bóveda la Ley de Aministía (https://www.boe.es/boe/dias/1977/10/17/pdfs/A22765-22766.pdf): hacer click para leer el comunicado de 


Cuando yo era adolescente y vivía en las torretas de Urbis, frente a Icovesa, sentí el alboroto (no recuerdo en qué año exacto, aunque no sería difícil localizar los recortes de prensa en la hemeroteca digital de ABC) formado por la bomba que algunos elementos de derecha pusieron en el lugar donde se reunía gran parte de la izquierda en Jerez, a saber, los locales de los padres redentoristas en la parroquia del Perpetuo Socorro, en la barriada de Las Torres (una parroquia cuya obra, al parecer, había sido sufragada por Zoilo Ruiz Mateos porque este tenía, según tengo entendido, un hermano carnal en aquella congregación). Un lugar en cuya biblioteca accedí, quizás con 16 años, a libros como el del filósofo marxista Erns Bloch: Thomas Münzer, teólogo de la revolución. En aquella parroquia, donde había varios curas obreros (como el albañil Serafín) tenían lugar reuniones de la izquierda, encierros, redadas... Las fuertes protestas sociales de la época (que el líder sindical jerezano Juan Pérez cuenta sucintamente en: http://www.transicionandaluza.es/articulos.php?id=104) no cesaban de arremeter contra el viejo régimen y su fea costumbre de mantener al mínimo el empleo y el salario de los trabajadores:




En 14 de agosto de 1977 los defensores del régimen franquista en Jerez, además de la bomba en la parroquia del Perpetuo Socorro, incendiaron la sede de CCOO:




Qué olvidados están "los verdaderos artífices de la democracia en España" (subtítulo del libro de Foweraker), aquellos que lucharon a pie de calle contra el duro régimen franquista, y qué ensalzados han quedado, en las versiones oficialistas de la acartonada Transición, los que firmaron los modélicos pactos que nos han traído al caos en el que hoy vivimos, un peligroso caos que refleja quizás cuán frágiles fueron aquellas urdimbres.

Los de Jerez recordemos este casi desconocido libro de Joe Foweraker:

"El caso en cuestión es el de la comarca del Marco de Jerez, zona vinícola situada en la provincia andaluza de Cádiz, en torno a la ciudad de Jerez de la Frontera. Es una región en la que existe a la vez una clase obrera rural y urbana, un sector comercial poderoso y una oligarquía unida y triunfadora; es también una región en la que los líderes populares que surgieron como oposición al franquismo llevaron a cabo una de las luchas más consistentes y con una estrategia más avanzada de las que se registraron en España. Pero el Marco es una región relativamente pequeña, y no quiero dar a entender que renga una importancia comparable con la de los grandes centros urbanos como Madrid y Barcelona. Sería absurdo. Pero la comarca tiene la ventaja de que es asequible, y permite una investigación que recoja los desafíos y las vicisitudes de la lucha democrática (véase esta misma Introducción, más adelante). Al mismo tiempo, el grado de detalle que puedo ofrecer al hablar del Marco aporta una idea más completa de las dificultades de la organización política en unas condiciones de obligada clandestinidad y una comprensión mejor del proceso político expresado a través de redes personales y de hallazgos estratégicos" (Joe Foweraker)






(de la contraportada del libro de Foweraker)