sábado, 25 de febrero de 2017

Un idealizado dibujo del río Guadalete en 1777, por Diego de Castro y Reboredo.


El historiador Juan Antonio Moreno Arana nos ofreció en la Revista de Historia de Jerez nº 16-17 (2014) un magnífico artículo titulado "Apologías políticas, erudición y enseñanza del latín: El emblema de Diego de Castro Reboredo (1777)", el cual puede consultarse completo en http://revistadehistoriadejerez.com/app/download/5886069/151-168.pdfEn la Biblioteca Provincial de Cádiz se halla un ejemplar de esa obra de Reboredo que Moreno Arana estudia, ejemplar de donde hemos tomado las dos imágenes que ilustran esta entrada, y obra que, aunque con deficiencias, ofrecemos reproducida en este enlace:

Observamos en primer término del dibujo de la segunda imagen una barca que invita a pasar a la otra orilla de un río que está nombrado en la misma imagen como "Lethe". Pasando la orilla nos encontramos una gran foresta y montañas al fondo (JEREZ Y SU RÍO COMO PARAÍSO), sobre todo lo cual aparece un emblema dividido en tres partes. En primer lugar una orla donde se lee "Stat providus, obvius, pervius", la cual enmarca los cuatro cuarteles de castillos y leones que definen las armas reales. En segundo lugar, por encima de los cuarteles orlados, una corona real (CARLOS III) flanqueada por dos cornucopias de las que brotan flores (LA FORTUNA). Y finalmemte el símbolo de Mercurio (EL CONOCIMIENTO) a su vez coronado por un pequeño sombrero alado que parece ser el causante de que el emblema esté suspendido en un cielo lleno de aves -rústicamente presentadas con trazos infantiles-.


El historiador Juan Antonio Moreno Arana, en el artículo citado, interpreta así el dibujo (que él no reproduce): "... se ocupa en la tercera parte a la interpretación del emblema o jeroglífico que presidía la clase y que da título a toda la obra. De este modo, según se entraba en el aula se dejaba ver en su pared principal el escudo real sobre el que se erigía el caduceo de Mercurio como símbolo, descifrado del emblema CXVIII del repertorio de Alciato, de la “sabiduría, elocuencia y prontitud en el obrar”. Flanqueando al escudo se dibuja

ban sendos frascos de Amaltea o cuernos de la abundancia que vierten flores a los jóvenes estudiantes, representados bajo la alegoría de bandadas de pájaros que acudían a ellas. Esta escena se representa sobre los Campos Elíseos y su río Lethe, “mui al vivo dibujados”, de los que emerge una orla que se abraza al escudo real con el epígrafe “STAT PROVIDUS, OBVIUS, PERVIUS”, significando la firmeza y la prontitud para obrar (STAT), siendo los otros tres epítetos “las cosas más visibles, que más bien intervienen á toda obra digna de alabanza”22. El emblema, en definitiva, simboliza cómo los sabios y efectivos decretos del gobierno de Carlos III, que han dado lugar a “las más hermosas flores de elocuencia en los Maestros”, se derraman sobre el elíseo jerezano para que las vivientes almas o “manes” que en ellos moran, que no son otros que sus alumnos, encuentren “el alimento intelectual del alma, las bellas letras”.


El emblema CXVIII del repertorio de Alciato es este: http://www.uni-mannheim.de/mateo/itali/alciati1/jpg/s404.html, y alude a que la fortuna y el conocimiento unidos generan la virtud.

Es muy interesante, siguiendo al historiador J.A. Moreno Arana, observar cómo los historiadores jerezanos del XVIII y siglos anteriores identificaron el río Guadalete con el río del olvido del que se habla en la mitología clásica, es decir, cómo quisieron hacer pasar estas tierras por el paraíso que hace a los que ya murieron olvidar el lugar de donde venían. Moreno Arana no olvida mencionar que también Cervantes habló de los "elíseos jerezanos prados" y anota oportunamente a pie de página: "El paisaje de la campiña jerezana, tan celebrado por poetas y escritores desde tiempos remotos -hoy lastimosa reliquia de lo que fue-, es un valioso patrimonio material e espiritual que debemos preservar de las insaciables garras de la especulación, ya sean de antiguo o de nuevo cuño".

El origen principal de esa tradición de identificar el río Guadalete con el mítico y paradisíaco río del olvido la adjudica Moreno Arana al historiador jesuita Martín de Roa (1560-1637), del que dice: "Es el jesuita Martín de Roa quien primero y más ampliamente se ocupa del asunto dentro del extenso capítulo que dedica al río Guadalete en sus Santos de Asta23. Martín de Roa plantea la posibilidad de que el Guadalete hubiese sido bautizado por los primeros expedicionarios griegos con el nombre de Lethe, el río que en su mitología daba entrada al Elíseo, por las amenas tierras de su desembocadura, como eran las huertas de Sidueña, para el jesuita, “uno de los lugares más fértiles y hermosos del Orbe”. Tal belleza, pensarían según Roa, desvanecería el recuerdo de las patrias de los que aquí arribaban, tal y como el Lethe borraba el de los bienaventurados que llegaban al paraíso; de ahí, cita Roa, que Estrabón los situasen en los contornos de la ciudad de Asta".

Dedicatoria del profesor Diego de Castro y Reboredo al fiscal Pedro Rodríguez Campomanes: