domingo, 11 de febrero de 2024

Un Jerez de árboles (ss. XVIII-XIX).-

(del FaceBook del Archivo Municipal de Jerez) 

UN JEREZ DE ÁRBOLES.-


         En el 126º aniversario de la Fiesta del Árbol, el investigador Agustín García Lázaro nos recuerda en un artículo suyo (véase: https://www.facebook.com/100009160565457/posts/3552697451712239/) la importancia de dicha fiesta para Jerez.

         Pero quizás las raíces de esta Fiesta del Árbol (Jerez, acuerdo capitular de 17 de noviembre de 1897 -que adjuntamos-) haya que buscarlas decenas de años atrás cuando la ciudad, con los nuevos aires de la Ilustración (impulso urbanístico en toda la Europa del último tercio del XVIII), más el gusto por la vuelta a la naturaleza del romanticismo, etc., va cambiando al compás de la nueva sensibilidad cultural que deja atrás, definitivamente, los usos y costumbres del Antiguo Régimen. Porque la Fiesta del Árbol nace en y para la ciudad, no en el campo.

         Puede comprenderse, leyendo el artículo del archivero Municipal Adolfo Rodríguez del Rivero -que adjuntamos y que conservamos en el Archivo Municipal-, cómo la construcción de alamedas y paseos en el Jerez del siglo XIX constituye, muy probablemente, el antecedente más directo de esa “Fiesta del Árbol” que se implanta en 1897. Es decir, esa fiesta no nace en el vacío, sino como eslabón de un hilo paisajístico urbano que, ya entonces, en 1897, tenía más de un siglo.

         Veamos un ejemplo: el paseo de Capuchinos (cuyas obras comenzaron en 1784):

         “La primera plantación de árboles en este paseo fue en el año 1817, invirtiéndose en ella 1779 reales… En 23 de octubre de 1823, siendo corregidor el marqués de Campo Ameno, acordó la Junta de Propios se continuasen las obras en el dicho paseo, bajo la inspección del mismo marqués y del diputado del Común don José Gallegos, y es fama que entonces fue destruido el arbolado plantado en 1817. La segunda plantación de árboles se ejecutó en la parte de adentro de las huertas en 1843, siendo alcalde don Manuel María Fernández… Pero abandonada después, tan completamente, que a los pocos años no quedaba una acacia en la huerta de Campo R….”

         Lo que estamos señalando lo recoge bien el escritor Fco. Montero Galvache (1917-1999) en un artículo suyo (que también adjuntamos) donde, en su visión poética y nostálgica de un Jerez idílico, dice:

         “La vega va haciéndose más ancha y más distante. Luego, ya atardecido, se torna en lumbre de silencios: estrellas altas y amigas que señalan un camino de arboleda. Toda la ciudad está cercada de árboles. Desde Tempul al Retiro, desde la vieja Alameda, familiar y menuda, hasta el Parque de arena de otoño, olmos, eucaliptos, olivos, álamos, vierten a la noche su soledad fresca y penetrante”.

-----------

Véase también:

         Fernando Aroca Vicenti: “De muladar a alameda: evolución de algunos espacios de recreo en el Jerez moderno y contemporáneo.", de Fernando aroca Vicente, RHJ, nº 10, 2004, pp. 125-146 (https://www.cehj.es/app/download/5882665/10.pdf)