miércoles, 6 de junio de 2018

Evolución del urbanismo contemporáneo en Jerez, por José Manuel Aladro.


Dentro de las XXIV Jornadas de Historia de Jerez, dedicadas a la Transición democrática en España, tuvo lugar una conferencia, el día 31 de mayo a las 19,30h. en el Consejo Regulador del Vino de Jerez, titulada "Jerez, Transición y transformación urbana. Del urbanismo expansivo al nacimiento de la conciencia patrimonial". Con permiso del autor, reproduzco aquí el cuidado resumen que él mismo hizo de esta brillante exposición que tuve el gusto de poder presentar:

"JEREZ, TRANSICIÓN Y TRANSFORMACIÓN URBANA (“Del urbanismo expansivo al nacimiento de la conciencia patrimonial”) / José Manuel Aladro Prieto, doctor arquitecto (Escuela Técnica Superior de Arquitectura, Universidad de Sevilla

A escala urbana, la Transición, 1975-82, es un periodo excesivamente corto para poder reconocer en él procesos de transformación relevantes. Para la ciudad de Jerez, sin embargo, estos escasos años constituyen un claro punto de inflexión en las políticas urbanísticas y en el proyecto urbano que había guiado la expansión de la ciudad durante las dos décadas precedentes. Tras los primeros ensayos del Plan de Ensanche de 1940 y del Plan General de Ordenación 1955, el desarrrollo definitivo de la ciudad había sido definido por los Planes General de 1959 y 1969, ambos surgidos de la Ley del suelo de 1956.

A la finalización del Régimen franquista, la ciudad contaba con un Plan General que contemplaba para 1985 una población de 231.000 habitantes en el casco urbano y que reservaba una superficie industrial bodeguera de 80 has. capacitada para asumir las previsibles 400.000 botas en que habría de incrementarse la producción en esa fecha. Optimistas previsiones que la situación económica internacional de los años 70 y los prolegómenos de la crisis industrial que caracterizará al Marco del jerez en las próximas décadas se habían encargado de desmentir. Sobre estos dos parámetros, sobredimensionados, había pivotado la ordenación del crecimiento urbano: resolver la acuciante necesidad de suelo residencial para la creciente población y atender los requerimientos de suelo industrial exigidos por el pujante sector bodeguero. En paralelo, la ciudad histórica había sido la gran damnificada, acelerandose los procesos de despoblación y terciariación, así como la destrucción por sustituciones de su valor cutural.

La estructura residencial de la ciudad había quedado a grandes rasgos definida por el Plan General de 1959, a partir del cual, en 1969, se habían establecido desaforados crecimientos sobre las carreteras de Arcos y El Puerto. Tras el insuficiente desarrollo alcanzado por el primer plan, la política residencial, impulsada por la Corporación municipal, se había acelerado en la segunda mitad de los sesenta, extendiéndose sus resultados hasta los primero años ochenta. Grandes paquetes residenciales, organizados por Polígonos, que ubicarán las viviendas sociales en la periferia del suelo urbano. La democracia se instalará sobre una ciudad sobredimensionada, socialmente segregada, con grandes lagunas interiores y desequilibrada.

En relación a la industria local, por primera vez el PGOU de 1969 había destinado una amplia superficie de suelo en exclusiva para la industria bodeguera, una ancha franja urbana ubicado sobre la totalidad del trazado de la circunvalación oeste, la N-IV. Un “Polígono bodeguero” que absorbería la mayor parte de la renovación arquitectónica e industrial del jerez. A mediados de los setenta ya se habían instalado en él la casi totalidad de los complejos que habrian de ocuparlo. Durante los años de la Transición no llegará ningún nuevo proyecto y algunos de los aprobados se quedarán en el papel. Tendrán que pasar veinte años para que lleguen nuevas bodegas. Constatada la crisis del sector el Polígono bodeguero quedaría drásticamente reducido en el Plan General de 1984.


En 1979, la primera corporación democrática aprueba iniciar los estudios para la Realización de un Plan Especial de Reforma Interior del Casco Antiguo. En 1982 se aprueba la declaración del Conjunto Histórico, aprobándose dos años más tarde la revisión del Plan General. El nuevo documento reconduciría las políticas urbanísticas iniciadas a mediados de los años 50, introduciendo por primera vez planteamientos patrimoniales para la ciudad histórica".  (José Manuel Aladro)