No digo nada nuevo al recordar cómo las autoridades franquistas y la iglesia católica, sobre todo, dotaron al golpe militar contra la II República de un encendido sentido religioso. La guerra de liberación contra el régimen democrático de 14 de abril de 1931 fue calificada por los golpistas, para justificar así su magnicidio y dotarlo de la significación de guerra total, como "santa cruzada recuperadora de los valores esenciales de la nación española".
El enemigo no solamente era una fórmula de estado que ponía en tela de juicio la monarquía y los esquemas de poder de la casta de la época, sino especialmente una cultura humanista, amiga de la ciencia, profundamente laica, que estaba prosperando gracias a los ideales republicanos progresistas de la época, ideales que corrían parejos con las organizaciones obreras y con las corrientes anarquista, socialista, comunista, etc.
Y efectivamente, se exigió a toda la sociedad española, a cada localidad, a cada persona, que expresara vehemente y frecuentemente su adhesión a la Falange, a José Antonio y al general Franco. Y una manera de hacerlo fue sacar de manera continua las reliquias españolistas relativas a la conquista de Granada, a las hazañas antiárabes del Cid Campeador, etc., con idea de entroncar la "santa cruzada" del 36 contra la República con aquellos episodios históricos de expulsión y exterminio de los moros a lo largo de los siglos. De alguna manera las batallas contra los moros derrotados de la historia de España, las conquistas de los ensalzadísimos Reyes Católicos autores de la unidad de España, tenían que ser, para gloria y honor del Caudillo Fancisco Franco, los justificadores antecedentes directos del sangriento golpe militar de 18 de julio de 1936, es decir, del glorioso alzamiento.
De algún modo, nada sutil, los derrotados por los Reyes Católicos antaño eran ahora los republicanos anticatólicos que había que abatir por Dios y por España. Y de algún modo los emblemas bélicos conservados de aquellas antiguas épocas -como el pendón de Jerez- tenían que rendir honores, como se comprueba con todo detalle en el recorte de prensa del Diario Palentino de 16 de mayo de 1939, al cruento general victorioso Francisco Franco.
De algún modo, nada sutil, los derrotados por los Reyes Católicos antaño eran ahora los republicanos anticatólicos que había que abatir por Dios y por España. Y de algún modo los emblemas bélicos conservados de aquellas antiguas épocas -como el pendón de Jerez- tenían que rendir honores, como se comprueba con todo detalle en el recorte de prensa del Diario Palentino de 16 de mayo de 1939, al cruento general victorioso Francisco Franco.
(pendón de Jerez, año 1964)
En aquella ocasión, en Madrid, exactamente al terminar la guerra, ante el Caudillo, el pendón de Jerez -que parece que se ganó a los moros en la batalla del Salado en el año 1340 (http://www.jerezsiempre.com/index.php/Batalla_del_Salado)- rindió honores militares para gloria y loor de los triunfantes golpistas. Luego el pendón -que al parecer goza de honores de Capitán General a Guerra, aunque no he podido localizar la disposición legal que así lo atestigüe- ha recorrido las calles de Jerez innúmeras veces, como sabemos, hasta acabar perdiéndose nadie sabe cómo, cuándo y por qué.
Extravío del pendón de Jerez:
http://www.diariodecadiz.es/provincia/Pendon-ciudad-desaparece-custodia-Ayuntamiento_0_387561857.html
http://www.lavozdelsur.es/cinco-anos-echando-de-menos-al-pendon
véase el interesante estudio antropológico:
http://www.gazeta-antropologia.es/?p=4734