sábado, 22 de mayo de 2021

El uso del suelo en Jerez (1754-1931), por J.I. Jiménez Blanco


El profesor de la Universidad Complutense de Madrid José Ignacio Jiménez Blanco, ya jubilado, es un gran conocido de las lides historiográficas en Jerez. Un historiador al que estimamos mucho en lo personal y que ha hecho señeras aportaciones a nuestra historiografía (véase por ejemplo: http://memoriahistoricadejerez.blogspot.com/2019/09/el-negocio-del-vino-en-jerez-1840-1877.html) y que son ahora cimientos seguros para avanzar en el conocimiento de nuestra densa y apasionante historia contemporánea.

En esta ocasión nos ofrece:



acceso al artículo:

http://repositori.uji.es/xmlui/bitstream/handle/10234/192997/DT-SEHA%202103.pdf?sequence=1&isAllowed=y









Este cuadro que el autor aporta, tras un arduo reconocimiento de fuentes documentales primarias (algunas del Archivo Mpal. de Jerez, que el historiador conoce muy bien), es de un gran valor para nuestra historia (que Jiménez Blanco contextualiza muy bien en el marco de la historia agraria de España):








Quizás este podría ser un buen resumen del trabajo de Jiménez Blanco que aquí damos a conocer: 

"El experimento realizado en Jerez de la Frontera ha resultado positivo, porque la evolución constatada de todas las partidas tiene consistencia interna y es coherente con lo que sabemos por otras vías. Sin duda, el movimiento más destacado del uso del suelo en el municipio jerezano fue la expansión de la  superficie cultivada, a costa del saltus, desde mediados del siglo XVIII hasta finales de la siguiente centuria. Aunque probablemente, las roturaciones se desataran a partir de la Guerra de la Independencia, cuando el concejo perdió el control de las tierras situadas allá del río (Guadalete), donde estaba el grueso de la partida Montes, dehesas y pastos y los ganaderos perdieron el control político del concejo, que tan útil les había resultado para mantener alejado el arado del patrimonio territorial (propios, arbitrios y comunales) de la ciudad de Jerez. El impulso roturador resultó imparable. La media anual de las hectáreas incorporadas al cultivo aumentó progresivamente desde mediados del siglo XVIII y finales de la siguiente centuria, si bien, entre 1874 y 1899, pudo haber un bache, consecuencia de la crisis agrícola y pecuaria.

Esta tendencia se truncó a comienzo del siglo XX. Lo cual se explica, primero, por la renuncia a expandir el regadío; y, segundo, porque la expansión anterior estuvo protagonizada sólo por dos cultivos, el sistema cereal y el viñedo –el olivar fue siempre secundario–, y en ambos se dejó sentir la crisis finisecular, así como el nuevo contexto económico, tanto nacional como internacional, surgido de ésta. En el viñedo porque a la devastación causada por la filoxera después de 1894, se sumó la lenta replantación, debida a la crisis económica que arrastraba el sector desde la segunda mitad de la década de 1870. El efecto de todo ello fue que, en 1919, la superficie plantada se había reducido a la cuarta parte del máximo alcanzado en 1874".