En la prensa conservadora -cada vez más- de la ciudad de Jerez se desgañitan los periodistas del grupo Joly no solo en defensa de José María Pemán, sino también a favor de personalidades del franquismo como Miguel Primo de Rivera y Urquijo. A algunos, ya cercanos a la sesentena, no nos sorprende esta pasión nostálgica de remembranzas de un pasado supuestamente idílico por parte de quienes en aquella época declaran haber sido felices y comido perdices (por ejemplo en elefantiásicas cacerías en Montes de Propios). El Diario de Jerez arremete broncamente, sin ambages, contra el gobierno del PSOE y sobre todo contra la izquierda local que lo apoya por no iniciar ya un proceso de beatificación del político franquista (a quien se presenta como un excepcional tecnócrata más allá del bien y del mal, más allá de la política y de la, supongo, ineficaz y aburrida democracia):
Entonces, que quede claro... que la memoria histórica es una memoria selectiva, vengativa, antisocial, injusta y totalmente en contra de la verdad. Que quede claro que, frente a la cantinela izquierdosa de la memoria histórica y sus aburridas víctimas del fascismo en Jerez, con más de 600 muertos aún no sabemos dónde, han de brillar en el firmamento eterno de la verdad imperial estrellas rutilantes como la labor apolínea de Miguel Primo de Rivera y Urquijo alcalde perpetuo de Jerez. Amén, y viva la mitificación de la Transición y el inmovilismo de la Constitución del 78 y también, ya que estamos, una Casa Real que ha dejado ejemplos de degradación institucional mucho más que graves.
Bueno, que conste que, a pesar de las ironías, no me alegro de la muerte de este hombre, a quien no he conocido, y que si hablo de él es, sencillamente, porque a Miguel Primo de Rivera se le concedieron las máximas distinciones en vida: medalla de oro de la ciudad, título de hijo adoptivo, etc., no siendo comprensible que el Director del Diario de Jerez escriba eso de: "no ha tenido el reconocimiento que merece una autoridad y un gestor tan eficaz de lo público". Esta editorial, por tanto, es un exceso nostálgico que no se sostiene y que, además, a mi modo de ver, guarda ciertos paralelismos políticos con lo ocurrido en Jerez con la figura de José María Pemán.
Qué
interesante sería conocer, por ejemplo, todos los detalles de la aventura como
buscador de una tonelada de oro de Miguel Primo de Rivera y Urquijo mientras
era alcalde de Jerez: “Ahora una compañía
belga, haciendo uso de una licencia a nombre de don Miguel Primo de Rivera,
alcalde de Jerez de la Frontera, lleva a cabo prospecciones tendentes a
encontrar dicho oro. Pero esta vez ya no se habla de pepitas ni de rastros más
o menos ciertos; se halla en el fondo de un pozo que debe tener de catorce a
diecisiete metros de profundidad y que se encuentra en la desembocadura del
agujero o túnel que da el nombre de Montefurado a aquella zona… Si efectivamente
se halla la tonelada del preciado metal, se habrá producido uno de los
descubrimientos mineros del siglo…”
(ABC de Sevilla de 13 de septiembre de 1966).
Para resumir: oponer el supuesto brillo imparcial, neutral, pro democracia, de estas figuras del franquismo (Pemán, Miguel Primo de Rivera, etc.), a la "memoria selectiva" de quienes pretendemos que se dé digna sepultura a los que los golpistas del 36 mataron sin compasión, es un mal intento, es una tosca andanada contra la convivencia democrática, es avivar los viejos rescoldos de forma torpe y truculenta, es no poder contener el enfado que causa la amplia legislación sobre memoria histórica en Andalucía, es faltar el respeto a las víctimas del franquismo.
Aunque no se haya puesto su cuadro en el balcón del Ayuntamiento en señal de duelo colectivo y hayan repicado todas las campanas de las iglesias de Jerez a clamor, la prensa local ha dedicado a la figura de Miguel Primo de Rivera y Urquijo sendas crónicas elogiosas que todos los vecinos, que ya no recuerdan mucho al personaje, han podido leer -o no-. Incluso un historiador como Manuel Ruiz Romero, conocido por sus ideas andalucistas de izquierda y vinculado a Podemos, ha escrito elogiosamente (incluso sin mencionar los agudos conflictos sociales de la época desde el punto de vista de quienes los padecían más) acerca del alcalde fallecido. ¿Pero qué más se puede pedir?, ¿a qué viene entonces ese llanto lastimero del Diario de Jerez?. A Miguel Primo de Rivera solo le falta que se le beatifique, pero no creo que eso tenga, supongo, mucho sentido.
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A través, por ejemplo, del libro de Foweraker sobre las luchas sociales en Jerez a fines del franquismo sabemos que las cosas no eran, por supuesto que no, tan idílicas como nos relatan las necrológicas del alcalde fallecido. Mientras unos trabajaban ya, según se nos quiere hacer creer, por la demoracia que se iba fraguando, otros, los de abajo, los intencionadamente olvidados de siempre, se dedicaban a defender la dignidad de la clase trabajadora que no sabía, como sí sabía el alcalde, ni inglés ni derecho, pero que tenía la fea costumbre de intentar comer todos los días:
Como pudo constatarse ayer en la sede del Ateneo de Jerez, el movimiento obrero de esta ciudad no olvida las luchas sociales que tuvieron lugar desde los años 60 y posteriores -incluyendo el mandato del alcalde Miguel Primo de Rivera y Urquijo- en contra del régimen franquista:
Pero vayamos al meollo de la cuestión: ya no es posible sostener por más tiempo el mohoso relato de estado de que personas como José María Pemán o Miguel Primo de Rivera fueron quienes nos trajeron la democracia oponiéndose a la dictadura (ellos que hicieron sus carreras políticas en Falange y de la mano de Franco). Porque este relato, además de faltar a la verdad histórica, es, en sí mismo, antidemocrático, es decir, olvida que el protagonista del advenimiento de la democracia fue, por un lado, el pueblo español y, por otro, todos los partidos políticos y sindicatos, como el PSOE, el PCE, CCOO, la CNT, etc., que tuvieron siempre la dignidad de oponerse por derecho al sanguinario dictador, pagando un alto precio por ello.
En la contraportada de su libro "No a las dos Españas. Memorias políticas", el alcalde de Jerez entre 1965 y 1971 permite, claro, que se diga de él nada más y nada menos que lo siguiente: "...al margen de las utopías del exilio y del fracaso de la oposición interior, se forjó el tránsito hacia la monarquía parlamentaria nacida de la vigente Constitución, tránsito que fue posible gracias, sobre todo, a la Ley para la Reforma Política que defendió brillantemente en las Cortes en noviembre de 1976". Ahí queda eso. Y concluyamos: Franco era, en realidad, un hombre bueno y a su muerte dejó sentadas las directrices -"las cosas bien atadas"- para que viera la luz la democracia...
-Un audio del finado:
-Crónica del velatorio en Diario de Jerez:
-Algunos de los documentos parlamentarios de la Ley de Reforma Política para quien quiera consultarlos (incluye el discurso de Miguel Primo de Rivera, ponente):